Cómo la cultura de la cancelación apunta al Evangelio

MARIE BURRUS
Coalición por el Evangelio
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso


En la era de las redes sociales, la cultura de cancelación se ha convertido en una norma social. Para bien o para mal, el poder de quejarse, hablar directamente al poder o cuestionar lo que ocurre detrás de las cámaras está en manos de cualquiera que tenga un teléfono inteligente.

Por un lado, las redes sociales han dado voz a quienes antes carecían de ella. Por otro lado, nuestros mensajes pueden convertirse en un campo de batalla interminable para quienes buscan justicia por mano propia. Pero ¿qué tal si bajo la superficie de la cultura de cancelación se esconde una necesidad humana más profunda? ¿Qué tal si la cultura de cancelación no es solo un problema social, sino también una oportunidad para el evangelio?

Cuando nos enteramos de la última persona que ha sido cancelada, a menudo movemos los ojos y pasamos a otra cosa o juzgamos precipitadamente y elegimos un bando. En lugar de eso, podemos reflexionar al respecto, y tal vez hablarlo con otros, a la luz del evangelio.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Muchos de nosotros nos preguntamos cómo empezó la cultura de la cancelación. En pocas palabras, este fenómeno es una corriente subterránea de las aguas pluralistas y posmodernas en las que nadamos cada día. Para explicarlo, vamos a adentrarnos en un poco de filosofía. Pero no te preocupes, no vamos a entrar en demasiados detalles.

Paul Hiebert identifica dos tipos de cosmovisiones posmodernas:

  • Los posmodernos escépticos rechazan la verdad moral y objetiva, mientras se inclinan por el nihilismo, la creencia de que la vida no tiene sentido. Esa creencia alimenta la desesperanza. 
  • Los posmodernos afirmativos son más idealistas. Creen que la humanidad mejorará gracias al acceso a herramientas como la ciencia, la educación y la justicia social

Como personas creadas a imagen de Dios, los guerreros culturales tienen hambre y sed de justicia. Pero como personas quebrantadas en un mundo caído, no saben cómo encontrarla

Los millennials más jóvenes y la generación Z se inclinan por el posmodernismo afirmativo y se preocupan mucho por la justicia. Sin una autoridad moral que les guíe, como las Escrituras, deben construir y poner en práctica su propia comprensión de la justicia, lo cual es increíblemente difícil en nuestro complejo mundo. La cultura de cancelación simplifica este proceso haciendo que las cosas sean blancas o negras. De repente, la conciencia o el círculo social de cada uno sirve de juez, jurado y verdugo en cuestiones morales.

Nada nuevo bajo el sol

Aunque el término «posmodernismo» ha existido solo desde la década de 1950, la lógica de la posverdad no es nada nuevo. El mismo conflicto de justicia y verdad plagó a Poncio Pilato en los evangelios.

En su papel como juez, Pilato se opuso a los judíos que acusaban a Jesús porque consideraba que Jesús era inocente. Más tarde, Pilato interrogó a Jesús mismo, rogándole que le diera una razón para liberarlo. Al final, el conflictivo Pilato exclamaba: «¿Qué es la verdad?» (Jn 18:38). 

Pilato no podía declarar culpable a Jesús, pero tampoco tenía una base sólida para la verdad, aunque la tenía delante de sus narices. A causa de su difícil posición política, Pilato se lavó las manos de responsabilidad y se remitió a la opinión pública para crucificar a Jesús.

Como personas creadas a imagen de Dios, los guerreros culturales tienen hambre y sed de justicia. Pero como personas quebrantadas en un mundo caído, puede que no sepan cómo encontrarla. Así que afrontan el problema de la única manera que saben: cancelando lo que les parece mal a sus propios ojos.

En lugar de arremeter contra la cultura de cancelación o rechazarla frívolamente, deberíamos responder a las acusaciones (de un lado y del otro) con compasión y con la verdad inquebrantable del evangelio. Si se hace bien, estas conversaciones muestran la belleza del evangelio, donde la justicia y la misericordia se encuentran.

Lo que la cultura de cancelación entiende bien

Como la mayoría de los elementos culturales, la cultura de cancelación acierta en algunas cosas. A lo largo de las Escrituras, se nos recuerda que la injusticia y el mal deben ser descubiertos y eliminados. Aunque no afirmemos sus métodos, la cultura de cancelación señala la verdad de la depravación humana y la prevalencia de la injusticia en nuestro mundo.

Dios no ignora el mal y nosotros tampoco deberíamos hacerlo

En lugar de desechar inmediatamente las acusaciones de la cultura de cancelación, los cristianos deben escuchar con atención. Puesto que nuestra justificación está asegurada en Cristo, podemos escuchar las acusaciones sabiendo que no estamos condenados por nuestro Juez verdadero. Si existen agravios que necesitan ser corregidos, deberíamos querer saberlos. Si hay pecado en nuestras vidas o comunidades, debemos lamentarnos, confesar, arrepentirnos y reprender cuando sea necesario. Los cristianos, de entre todas las personas, deberían estar bien ejercitados en el arrepentimiento. Dios no ignora el mal y nosotros tampoco deberíamos hacerlo.

Lo que la cultura de cancelación pasa por alto

Pero la cultura de cancelación también falla, sobre todo al ofrecer solo malas noticias. Como el margen de error es cada vez más pequeño, incluso un comentario mal redactado en Internet puede condenar al más justo de entre nosotros. Al final, todos los que caen bajo el microscopio de la cultura de cancelación fracasan.

La cultura de cancelación ofrece condenación sin esperanza de redención. Al igual que la ley, revela nuestro quebrantamiento pero no ofrece ninguna solución. No nos queda más remedio que cancelar poco a poco a todo el mundo en un esfuerzo por afirmar nuestra propia justicia, para demostrar que somos lo suficientemente buenos, conscientes, woke o conservadores como para llamar la atención de los demás. Esto plantea la pregunta: ¿hay alguien que sea digno? Aquí, en la confusión, la luz del evangelio brilla con más intensidad.

La justicia y la misericordia se encuentran en Cristo

La única solución al quebrantamiento que nos rodea y que hay en nosotros es Cristo. La cruz es la prueba de que Dios no ha renunciado a la humanidad, aunque podría hacerlo. En la cruz, la justa ira de Dios queda satisfecha y Su amorosa bondad ofrece un camino a los condenados.

Dios demuestra ser quien dice ser: «compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable» (Éx 34:6-7).

La única solución al quebrantamiento que nos rodea y que hay en nosotros es Cristo

En Su reino, Dios repara los males y hace nuevas todas las cosas. Así que podemos ser honestos sobre la profundidad de nuestro pecado y proclamar con esperanza la profundidad de la gracia de Dios.

Solo estas verdades redentoras pueden satisfacer el deseo de justicia de las personas, así que vamos a comunicarlas con claridad. En lugar de ignorar los reclamos de la cultura de cancelación, utilicémosla como una oportunidad para compartir el evangelio. Señalemos cómo los deseos que hay detrás de la cultura de cancelación solo se satisfacen en Cristo. Después de todo, hay buenas noticias para la cultura de cancelación.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.


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