Un restaurante, una niña, un papá y una esperanza
Alex López
La Catapulta
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso
Lo que vi en ese restaurante, muestra la esperanza del rol fundamental de la familia en la sociedad.
Dios todo lo planeó perfecto. Los papás, las mamás, hijos e hijas. Todos con sus diferencias biológicas y de personalidad. Pero todo fue hecho perfecto.
Toda la humanidad cayó en el Jardín del Edén. Desde que Adán y Eva desobedecieron a la palabra de Dios, dejaron ese estado único de santidad que sólo ellos tuvieron. Hoy, pecador, engendra a pecador.
Pero Dios no los dejó a la deriva, ni a toda la humanidad. Siempre mostró su gracia a lo largo del Antiguo Testamento: cubrió su desnudez con pieles de animales, prometió a Abraham que en él todas las familias de la tierra sería benditas, estableció los sacrificios de animales y tantas muestras más de esa gracia, ese favor inmerecido.
Llegué a ese restaurante temprano. Estaba vacío, pero en una mesa para ocho personas, ya estaban tres. Un papá, una mamá y una niña de tres años. ¿Por qué sé esto si ni siquiera hablamos?
Me imagino que para el colegio o para algún familiar, la niña debía grabar un video. El papá le hablaba con amor y claridad. No la hacía de menos por su edad. Le dio instrucciones claras y sin amenazas. Vamos a grabar un video. Yo te voy a hacer tres preguntas y tú vas a responder.
Entonces, fuera de cámara hizo el primer ensayo. ¿Cómo te llamas? Y ella respondió su nombre. Vino la segunda pregunta, ¿Qué te gusta comer? Me quedé en shock con la respuesta. Su respuesta fue ¡ensalada! Y, por último, el papá le preguntó ¿Qué te gusta jugar? Su respuesta fue, escondite.
Que me disfruté ese momento como pocos. Luego vino la grabación. Primera toma, segunda toma y no recuerdo cuantas. Pero un papá paciente, amoroso, no la juzgaba, no la criticaba. Sólo le decía vamos de nuevo. Terminaron y la niña toda feliz.
Al rato aparecieron los demás integrantes de la familia. Sólo
recuerdo al abuelito, no le puse atención al resto. Llegaron también
otros niños y la pasaron súper.
Me encantó el respeto hacia su
hija, el amor expresado en palabras, la guianza cuando no hacía algo
bueno, la buena crianza pues era niña, pero con límites y comía
¡ensalada! y el ambiente que se respiraba en esa mesa. Porque esta niña,
amada, guiada y criada, no sólo será una buena ciudadana que ama y
busca la paz, sino primero Dios, también hija de Él.
La familia es la célula básica de la sociedad: papás e hijos. Y, como pecadores, necesitamos a Jesucristo, para que nos perdone, nos transforme y nos lleve a amar como el ama, en familia y en familia espiritual.
¿Su familia no fue o es así? Comprométase en Dios, a formar una como Dios manda. Y aférrese a las promesas de Dios que encontramos en distintos pasajes bíblicos que traen esperanza.
“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos.” Salmos 27:10
“Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa. Dios da un hogar a los desamparados y libertad a los cautivos; los rebeldes habitarán en el desierto.” Salmos 68:5 y 6
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios». Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.” 2 Corintios 5:17-21
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