4 preguntas para responder antes de darle un teléfono a tus hijos

DAN STEGEMAN
Coalición por el Evangelio
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Según una encuesta realizada en 2021 por Common Sense Media, el 42 % de los niños de Estados Unidos tiene un teléfono inteligente a los diez años, el 71 % a los doce y el 91 % a los catorce. Son cifras asombrosas.

Los padres cristianos son conscientes de la responsabilidad que Dios les ha dado de no conformarse a los patrones de este mundo (Ro 12:2). Esto incluye los patrones de uso de la tecnología. Cuando les damos teléfonos a nuestros hijos, los introducimos a un mundo repleto de peligros y tentaciones. No debemos levantar un muro de seguridad que aísle por completo a nuestros hijos, pero tampoco debemos ser ingenuos.

¿Cuál es la edad adecuada? Es una pregunta compleja para los padres. Una vez que le das un teléfono a un niño, lo más probable es que no se lo quites. Por eso, antes de dar el paso, hay que plantearse cuatro preguntas.

1. ¿Tu hijo lo necesita realmente?

En los últimos años, nuestra forma de pensar se ha visto empañada por los cambios en la manera de ver la tecnología. Antes pensábamos en la tecnología como una herramienta; ahora pensamos en ella como entretenimiento.

No es que los niños nunca accedan a las herramientas y funciones de un teléfono, pero lo utilizan sobre todo para juegos y multimedia. Incluso antes de que los teléfonos inteligentes entraran en escena, no nos faltaba entretenimiento. Los padres deberían preguntarse: «¿Es realmente necesario que mi hijo tenga un teléfono?».

Antes pensábamos en la tecnología como una herramienta; ahora pensamos en ella como entretenimiento

La mayoría de los padres afirman que los niños deberían pasar más tiempo afuera jugando, disfrutando de la naturaleza y pasando el rato con los amigos en lugar de estar ocupados con las pantallas. Pero incluso la práctica de verse con los amigos se organiza a través de mensajes de texto; así es la vida en el siglo XXI. Así que plantear la pregunta relacionada, «¿Existen soluciones creativas para las situaciones en las que creemos que nuestro hijo necesita un teléfono?», también puede resultar útil.

2. ¿Es tu hijo suficientemente maduro para manejarlo?

Antes de entregar las llaves del automóvil a tu hija adolescente, asegúrate de que está preparada. Es necesario que antes aprenda a conducir, obtenga la licencia y demuestre que es una conductora responsable. Un teléfono inteligente no es muy diferente. Es valioso, poderoso y puede ser increíblemente destructivo.

Las decisiones que tomes en los primeros años de tu hijo le afectarán inevitablemente más adelante. Por ejemplo, conozco a muchos padres que luchan contra la adicción a los videojuegos de sus hijos adolescentes. Cuando abres la puerta a la tecnología, puede conducir a lugares peligrosos y no deseados. Así que pregúntate: ¿Tiene mi hijo o hija la madurez necesaria para apartar la mirada de las imágenes y mensajes negativos que aparecen en su pantalla (incluso con filtros y protectores)? ¿Tiene la disciplina necesaria para hacer sus deberes antes de tomar el dispositivo? Al fin y al cabo, usar un teléfono inteligente para un propósito —por ejemplo, chequear el clima— puede llevar a muchos otros «chequeos».

Tú conoces a tu hijo mejor que nadie. Haz una evaluación honesta y sobria. ¿Tiene la madurez necesaria para tener un teléfono inteligente?

3. ¿Estás preparado para tener conversaciones por adelantado?

La habilidad para comunicarte bien con tu hijo es fundamental. Cuando se trata de un teléfono, un niño verá naturalmente las ventajas, no los peligros. Es tu labor como padre articular cuáles son los valores de tu familia. Comunícale cuándo crees que tendrá la madurez y la preparación necesarias para usar un teléfono inteligente. Exponle tus preocupaciones. Incluso en la rutina diaria, esfuérzate por encontrar tiempo para la comunicación. Cuanto más hables con tus hijos, mejor, sobre todo en esta etapa tan formativa de sus vidas.

Tales conversaciones requieren intencionalidad y tiempo, pero pueden ser una gran bendición. Como dice la Escritura: «Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre / Y no abandones la enseñanza de tu madre; / Porque son guirnalda de gracia para tu cabeza, / Y collares para tu cuello» (Pr 1:8-9). Las conversaciones sobre teléfonos inteligentes brindan la oportunidad de discutir temas cruciales como el pecado, la tentación, el dominio propio y la idolatría. No desaproveches estas oportunidades.

4. ¿Estás modelando buenos hábitos tecnológicos?

Un amigo mío bromea sobre su padre que le decía: «Haz lo que yo digo, no lo que yo hago». Los padres pueden salirse con la suya con esta doble moral durante una temporada, pero al final nos pasará factura. Muchos de nosotros admitiríamos que pasamos demasiado tiempo con nuestros teléfonos inteligentes. Nuestros hijos se están dando cuenta.

¿Estamos siendo presa de las mismas cosas que nos preocupan para nuestros hijos? En nuestro mundo saturado de tecnología, hay cosas para las que necesitamos usar nuestros teléfonos inteligentes, pero ¿en qué áreas haríamos bien en reducir su uso?

¿Estamos siendo presa de las mismas cosas que nos preocupan para nuestros hijos?

El apóstol Pablo instruyó a Timoteo a ser «ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1 Ti 4:12). Del mismo modo, es fundamental que los padres cristianos demos un ejemplo piadoso a nuestros hijos. Cuando administramos sabiamente la tecnología, podemos contribuir en gran medida a que nuestros hijos también lo hagan.

Un teléfono inteligente ciertamente puede ayudar a tu hijo a crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo, pero también puede abrir las puertas al pecado, la tentación y hábitos paralizantes. Tener un teléfono es un privilegio, no una necesidad. No tengas miedo de pedir consejo a otros padres que ya han recorrido este camino.

Aunque el tema es espinoso, abordémoslo con cautela y discernimiento, buscando sabiduría de lo alto (Stg 1:5).


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.


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