Está mal cambiar de trabajo solo por un sueldo mejor?

AMY DIMARCANGELO
Coalición por el Evangelio
https://www.coalicionporelevangelio.org/
Todos los derechos reservados-Publicado con permiso


Nota del editor: 

Esta pregunta fue enviada y respondida desde la columna Thorns and Thistles [Espinas y cardos] de TGC, que busca aplicar sabiduría con consejos prácticos sobre la fe, el trabajo y la economía.

¿Es pecaminoso cambiar de lugar de trabajo solo por el sueldo?


Esta es una excelente pregunta. Como pueblo de Dios, estamos llamados a vivir con prioridades diferentes a las del mundo que nos rodea. Estamos llamados a vivir para el reino de Dios, no para el nuestro. Estamos llamados a priorizar la fidelidad por encima del éxito, la obediencia por encima de la riqueza.

Con esto en mente, la decisión de cambiar de trabajo solo por el sueldo puede tener razones aceptables, e incluso piadosas. Aquí hay dos preguntas importantes que un cristiano debe considerar primero.

1. ¿Cómo afectará tu capacidad de vivir para la misión de Dios un cambio de trabajo?

Considera tus relaciones laborales. Si has establecido conexiones significativas con tus compañeros de trabajo, un cambio de trabajo afectará a esas relaciones. ¿Dónde se está moviendo Dios? ¿Hay personas en tu lugar de trabajo a las que Él te está llamando a mostrar cuidado y testificar? Por supuesto, hay personas que alcanzar dondequiera que vayas, pero vale la pena considerar tus relaciones actuales.

Una vez cambié de trabajo solo por el sueldo. Hacía terapia a domicilio para un niño con autismo y había trabajado con él tres o cuatro días a la semana durante ocho años. Era como de la familia, así que dejarlo fue una de las cosas más difíciles que he hecho nunca. Se sintió como una traición.

Como pueblo de Dios, estamos llamados a vivir con prioridades diferentes a las del mundo que nos rodea

Pero había una razón importante por la que decidí marcharme. Su distrito escolar ya no financiaría el tipo de terapia que yo ofrecía. Me ofrecieron mantenerme como ayudante, un puesto que reduciría mi salario en un 60 %. Yo quería quedarme. Amaba profundamente al niño con el que trabajaba y estaba en total desacuerdo (al igual que la familia) con la decisión del distrito escolar. Pero mi esposo y yo estábamos en medio de los gastos de una adopción internacional. Él ya trabajaba horas extra y dependíamos de los ingresos que yo aportaba. No podía aceptar un recorte salarial del 60 % cuando ya estábamos luchando por cubrir los gastos de la adopción.

Quería facilitar la transición lo mejor posible. Así que trabajé con la tarifa reducida durante el verano, antes de aceptar un nuevo empleo que ofrecía un sueldo mucho mejor. La decisión me angustió. Lamentablemente, creo que la familia lo vio como una traición. Parecía que mi decisión era solo por dinero, porque en cierto modo era solo por dinero. Tuvimos que hacer sacrificios para completar nuestra adopción, y el sacrificio más profundo que hice fue dejar un trabajo, y a un niño, al que amaba.

Así que quizá debas irte, pero no lo hagas a la ligera. Ten en cuenta a las personas que dejas atrás.

2. ¿Qué impulsa tu deseo de ganar más dinero?

El dinero en sí mismo no es malo. Ayuda a proveer a nuestras familias, a bendecir a nuestros hermanos, a alimentar a los hambrientos y a edificar la iglesia. No estamos llamados a hacer votos de pobreza, sino a utilizar lo que se nos ha confiado para servir al Señor. Dios dará a algunos de nosotros oportunidades de ganar más dinero que a otros, porque nos llama a la mayordomía de diversas maneras. Pero también debemos recordar esta advertencia:

Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores (1 Ti 6:9-10).

Este pasaje debería mantenernos alerta. Debemos reconocer humildemente nuestra propia debilidad. Ninguno de nosotros está por encima de la tentación de alejarse de la fe en busca de riquezas. Como cualquier otra tentación, la codicia es sutil, sigilosa. No será obvia al principio.

Dedica tiempo a orar pidiendo la ayuda y la convicción del Espíritu Santo. Evalúa humildemente tus motivaciones: ¿Estás entusiasmado por crecer como mayordomo fiel, o estás persiguiendo tu propia comodidad? Busca la consejería de hermanos y hermanas piadosos en Cristo. Las tentaciones asociadas con el dinero son demasiado peligrosas como para enfrentarlas en soledad.

Recuerda, solo Jesús satisface

Para quienes han tenido el privilegio de tener oportunidades y opciones, es tentador estar continuamente cazando algo más. Pero explorar «mejores opciones» puede convertirse en un acertijo enloquecedor.

Cambiar de trabajo por un salario mejor puede plantear nuevos retos. Claro, el salario es mejor. Pero tal vez el jefe, el horario o la carga de trabajo no lo sean. Ya sea que decidas irte o quedarte, recuerda que la verdadera satisfacción y plenitud solo se encuentran en Cristo.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.




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