La tragedia no es para nuestro consumo

CAROLINE STOLTZFUS
Coalición por el Evangelio
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso


Guerras polémicas. Tiroteos masivos. Una celebridad que se ha ido demasiado pronto. Teatro político. Multimillonarios de la tecnología a juicio. En la sociedad actual siempre hay malas noticias que consumir y un buen incentivo para hacerlo. Estar informado es una virtud cultural moderna que pone de relieve nuestra aparente conectividad, atención y capacidad.

Por supuesto, el periodismo sólido y la comprensión de los acontecimientos históricos y actuales son valiosos. Cuando los creadores cuentan historias con integridad, se hace justicia, se da voz a los que no la tienen y se inspira a generaciones para que utilicen sus talentos y sus recursos en beneficio del prójimo. Las noticias pueden ayudarnos a aprender, conectar y prosperar como individuos y comunidades. Pero, sobre todo cuando se trata de malas noticias, debemos reflexionar sobre cómo abordarlas.

Cuando hacemos «doomscroll» (la tendencia a seguir navegando o desplazándose por las malas noticias, aunque estas sean tristes, descorazonadoras o deprimentes), ponemos en lista los podcasts y hacemos clic obsesivamente en todas las noticias de última hora, ¿estamos sintonizándolas porque creemos que nos ayudarán a servir mejor al reino de Cristo? ¿O es que la tragedia se ha convertido en nuestro entretenimiento?

¿Involucrarse o escapar?

Si somos honestos, la constante información puede ser nuestra forma de escapar del dolor en nuestros corazones y vecindarios. Denunciar sucesos a miles de kilómetros de distancia es mucho más fácil que tratar de satisfacer las necesidades de la persona sin hogar de la esquina de al lado. Pasar horas en un podcast sobre crímenes reales es un antídoto adrenalínico temporalmente satisfactorio contra la monotonía del trabajo virtual. Sumergirnos en el pozo sin fondo de los reels de Instagram del drama político, en lugar de mantener conversaciones interesantes con la familia, nos hace sentir que estamos en el lado correcto de la historia. Pero ¿a qué precio para nuestra salud mental y para las comunidades que nos rodean?

Denunciar sucesos a miles de kilómetros de distancia es mucho más fácil que tratar de satisfacer las necesidades a nuestro alrededor

El consumo de información suele ser solitario. El «doomscrolling» no nos exige el trabajo complejo y devoto de entablar relaciones redentoras con seres humanos cercanos y reales. Con demasiada frecuencia, mirar el ciclo de noticias nos conduce a la desesperanza de la que Cristo nos libera y nos impide emprender acciones tangibles en Su nombre.

De observar a caminar

En lugar de mirar desde lejos, fíjate cómo Isaías 58:10-11 nos llama a caminar con las personas en necesidad:

Y si te ofreces a ayudar al hambriento,
Y sacias el deseo del afligido,
Entonces surgirá tu luz en las tinieblas,
Y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te guiará continuamente,
Saciará tu deseo en los lugares áridos.

No estamos llamados a limitarnos a publicar historias sobre la ayuda a los hambrientos y a sacudir la cabeza ante los deseos de los afligidos. Estamos llamados a volcarnos y satisfacer los deseos de los necesitados. Mientras que observar la desgracia ajena a menudo nos infunde miedo y melancolía, cuando ayudamos a los que sufren, el Señor aligera nuestra melancolía, nos guía continuamente y satisface nuestros deseos. No es desplazándonos en la Internet como estaremos satisfechos: es sirviendo.

Dios nos ofrece mucho más que un flujo constante de información. Nos invita a participar en Su historia redentora y promete velar por nuestro bienestar mental y espiritual mientras respondemos a las necesidades de los demás. Para ser claros, este pasaje indica que nos enfrentaremos a luchas emocionales y espirituales mientras satisfacemos necesidades físicas y luchamos contra el sufrimiento. Sin embargo, al seguir Sus mandamientos de cuidar de los vulnerables, Dios promete satisfacernos de verdad en esta labor y hacer crecer nuestro testimonio de gozo, algo que las noticias nunca podrían hacer.

La vida cristiana no consiste en estar informado sobre todos los temas que se nos presentan. Se trata de ser parte de la obra transformadora de Dios en el mundo

Comprender los acontecimientos actuales es importante si queremos ayudar eficazmente a los más vulnerables. Pero la tragedia no es para nuestro consumo. Ni siquiera es para que la comprendamos plenamente. La tragedia nos señala los efectos del pecado en cada individuo e institución. Dios nos llama no solo a estar informados sobre el sufrimiento que nos rodea, sino también a adentrarnos en tal sufrimiento, sabiendo que Él nos sostendrá.

Considera el fruto

Entonces, ¿cómo podemos utilizar la información de manera que honre al Señor y ayude a nuestro prójimo? Podemos empezar por considerar qué tipo de fruto está dando nuestro consumo de noticias en nuestras vidas. Al desplazarte por tu bandeja de entrada, leer artículos y escuchar podcasts, presta atención a tus respuestas. ¿Se caracterizan por el fruto del Espíritu (Gá 5:22-26)?

  • Amor por tu prójimo
  • Gozo que está por encima de las circunstancias
  • Paz dependiente del gran plan de Dios para tu vida y este mundo
  • Paciencia para el proceso de aprendizaje
  • Amabilidad que desborda en acción
  • Bondad de un corazón recto y humilde
  • Fidelidad en algunas áreas de servicio
  • Mansedumbre hacia las limitaciones de tu mente y cuerpo
  • Dominio propio en tu deseo de saber más

Si, por el contrario, tus respuestas se caracterizan por el miedo, la ansiedad y el pecado, probablemente ha llegado el momento de examinar más de cerca tus hábitos. Bonnie Kristian sugiere en su libro Untrustworthy [No digno de confianza] que, en lugar de estar informados, deberíamos ser estudiosos. «Ser estudioso es buscar el conocimiento y buscarlo correctamente», explica Kristian. «Una persona estudiosa se da cuenta de sus propios límites y sabe que no puede estar bien informada sobre todo». Este enfoque significa comprometerse a fondo con menos historias, rechazando la necesidad de saltar a todos los titulares.

Empieza por ayunar de las noticias de la televisión, las notificaciones de las aplicaciones y los correos electrónicos de resumen diario. Elimina el ruido durante al menos unas semanas y reflexiona sobre la diferencia que esto supone en tus relaciones, tu estado de ánimo y tus niveles de ansiedad.

Mientras tomas tiempo para leer las Escrituras, escribir en tu diario, orar y discutir esta experiencia con tu comunidad, fíjate si hay algunas causas o necesidades que permanecen en tu corazón y en tu mente. Considera cómo el Señor podría estar llamándote a dedicar tus oraciones, manos y finanzas a esas situaciones. Luego, comienza a reconstruir la manera en que consumes la información en las noticias, de modo que te ayude a amar mejor a Dios y a cuidar de tu prójimo.

La vida cristiana no consiste en estar informado sobre todos los temas que se nos presentan. Se trata de ser parte de la obra transformadora de Dios en el mundo mientras escribe la historia eterna, sin importar las noticias del día.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.




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