Nadie nos puede arrebatar de Su mano

Thomas Watson
Teología Sana
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Juan 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Nuestro Padre celestial nunca nos desheredará. Puede que aparte por un tiempo a sus hijos, pero no los deshereda. Esto es algo evidente en virtud del decreto eterno del cielo. El decreto de Dios es la base sobre la que depende la perseverancia de los santos, y ni el pecado, ni la muerte, ni el infierno pueden quebrantarlo. Todos los predestinados serán glorificados. Además de su decreto, Él se ha comprometido por medio de una promesa de que todos los herederos del cielo nunca serán desheredados. Sus promesas son como actas selladas, y no pueden revertirse. Son el carruaje real de los santos.

La fidelidad de Dios, que es la perla más rica de su corona, está comprometida en esta promesa por la perseverancia de sus hijos. Un hijo de Dios no puede caer mientras lo sostienen los dos brazos del Señor: su amor y su fidelidad. Jesucristo se encarga de que todos los hijos de Dios por adopción sean preservados en el estado de gracia hasta que hereden la gloria. Continúa dando gracia a las almas de los escogidos por la influencia y cooperación del Espíritu. El Espíritu Santo hace efectivo todo lo que Cristo ha obtenido por los santos. Cristo también lleva a cabo la obra de intercesión (ver Hebreos 7:25). Ora porque cada santo pueda ser sustentado en gracia. ¿Pueden perecer acaso los hijos de tales oraciones?

Si los herederos del cielo fueran desheredados y no alcanzasen la gloria de Dios, entonces el decreto de Dios se vería revocado, su promesa rota, y la oración de Cristo frustrada, lo cual sería una blasfemia imaginar. No es solo esto, sino que los hijos de Dios están unidos con el cuerpo de Cristo. Así como es imposible separar la levadura de la masa cuando están mezcladas, es imposible que Cristo y los creyentes puedan separarse. ¿Acaso es posible que alguna parte de Cristo perezca? El perder una parte supone perder la gloria también. Por todo esto, es evidente que los hijos de Dios deben perseverar en gracia.

*Thomas Watson. Predicador Puritano inglés, del que se ignora su genealogía y la fecha de su nacimiento. Estudió con ahínco en el Emmanuel College de la Universidad de Cambridge, llamada la “Escuela de los Santos”, porque allí recibió su educación universitaria un número elevado de los llamados Puritanos, o teólogos evangélicos reformados del siglo XVII




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