Tomás no era Judas: Consejo para los que dudan
Coalición por el Evangelio
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¿Qué haces cuando realmente sientes incertidumbre sobre tu fe?
Algunas personas niegan que la duda pueda en algún momento ser sincera, ya que la revelación general deja clara la existencia de Dios (
; ). Pero la Biblia no promete en ninguna parte que Dios sea igualmente claro para todas las personas en todo momento.La fe a menudo conlleva momentos de angustia. Algunos que llegan al cristianismo luchan profundamente antes de abrirse paso. Muchos creyentes experimentan la «noche oscura del alma», momentos —o incluso temporadas— de angustia en los que la sensación de la presencia de Dios desaparece. Piensa en los numerosos salmos de lamento (p. ej. Sal 22; Sal 88) o en la obra de C. S. Lewis,
. En mi , he descubierto que muchos jóvenes se sienten así en este momento.El mundo está lleno de incertidumbre y de una ansiedad agobiante. Muchas personas están dispuestas a creer en Dios, tal vez incluso desean creer, pero siguen sintiéndose atrapadas en la incertidumbre. Entonces, ¿qué haces cuando tu confianza en Dios está por encima del 50 %, pero por debajo del 100 %? ¿O cómo ayudas a un amigo en estas circunstancias? Permíteme ofrecerte primero un poco de ánimo y luego un consejo.
La incertidumbre no significa que seas falso
En la iglesia, a menudo nos cuesta saber cómo ayudar a los que dudan. A veces damos la impresión de que un creyente genuino no tendrá ninguna duda. Pero este enfoque no parece ser bíblico. Algunos de los apóstoles dudaron, ¡incluso cuando vieron a Jesús resucitado (
)! Además, Judas en su carta nos ordena: «tengan misericordia de algunos que dudan» (Jud v. 22).Si luchas con las dudas, recuerda: Tomás no era Judas. Tomás dudó, pero Judas traicionó. No son idénticos.
No digo esto para minimizar la importancia de tus dudas. Algunas dudas son pecaminosas y casi todas las dudas son dolorosas. En mi observación, sin embargo, algunos creyentes están afligidos con un sentido de vergüenza y reproche hacia sí mismos por tener dudas. Como resultado, pueden mantenerlas en secreto y pueden preguntarse si no tienen una fe verdadera en absoluto.
Así que, recuerda: cristianos genuinos en la Biblia lucharon con dudas reales. Tomás no era Judas. No seas más duro al evaluar tu estado espiritual de lo que la Escritura hace. De hecho, si continuamos caminando en la luz lo mejor que podamos, Dios puede usar nuestra incertidumbre para bien.
Dios puede usar la incertidumbre para bien
Hay muchos consejos que doy a quienes luchan contra las dudas. Por ejemplo, es crucial tener un amigo con quien hablar. También lo es mantener las disciplinas espirituales (sobre todo la oración, la lectura de las Escrituras y la adoración corporativa). Nuestra vida espiritual y nuestra comunidad conforman y refuerzan poderosamente nuestras creencias. Pero permíteme centrarme en una estrategia que, en mi opinión, está especialmente descuidada: necesitamos reflexionar teológicamente sobre nuestra incertidumbre. Necesitamos desarrollar un marco que funcione para entender las dudas y su papel en nuestra vida.
Dios se sirve de nuestra incertidumbre para producir en nosotros humildad y, con ella, la conciencia de nuestra necesidad de Dios
Cuando estaba en la universidad, luchaba con un agudo sentimiento de frustración ante la incertidumbre de la vida. Me sentí identificado con el énfasis de la filosofía existencial en que somos arrojados a la existencia, pero a la vez mal equipados para ella. Nadie te da un manual de instrucciones cuando naces.
Una noche de diciembre del año 2005, escribí esto en mi diario:
Lo único peor que el dolor de la vida es su absoluta aleatoriedad. Nos lanzan a la conciencia y a la lucha sin explicaciones ni respuestas que las acompañen. La vida es como un examen que nos vemos obligados a pasar y cuyas respuestas nos es imposible conocer. Los espacios en blanco con los que rellenamos las preguntas de la vida son, en el mejor de los casos, conjeturas y, por lo general, meros prejuicios no examinados. La vida es como una batalla que nos vemos obligados a librar, pero cuyo objetivo no tenemos claro. Nos lanzamos a la contienda, pero no estamos seguros de lo que se espera de nosotros. Sentimos que debemos esforzarnos, pero no sabemos con qué fin ni con qué medios. El gran dilema de la vida no es el fracaso o el dolor, sino la incertidumbre y el caos.
Sin embargo, había algo que nunca se me había ocurrido: ¿Qué tal si esta misma situación, y la lucha que implica, tiene un propósito?
La reflexión de Pascal sobre lo que Dios oculta
El momento decisivo llegó cuando descubrí que mi lucha no era nueva. Algunas de las grandes mentes cristianas del pasado habían agonizado por ello. El gran pensador del siglo XVII Blaise Pascal, por ejemplo, destacó esas formas en las que Dios se oculta y la angustia resultante:
La naturaleza no tiene nada que ofrecerme que no dé lugar a la duda y a la ansiedad. Si no viera allí señal alguna de una divinidad, me decidiría por una solución negativa: si viera por todas partes señales de un Creador, me instalaría tranquilamente en la fe. Pero, viendo demasiado para negar y poco para afirmar, me encuentro en un estado lamentable. (Pensées 429, citado en
[Cristianismo para paganos modernos], 213).Pero, para Pascal, esta misma situación existe por una razón. Dios se sirve de nuestra incertidumbre para producir en nosotros humildad y, con ella, la conciencia de nuestra necesidad de Dios: «No solo es justo, sino útil para nosotros que Dios esté en parte oculto y en parte revelado, ya que es tan peligroso para el hombre conocer a Dios sin conocer su propia miseria como conocer su miseria sin conocer a Dios» (Pensées 446, 249).
Según esta forma de pensar, si Dios respondiera inmediatamente a todas nuestras dudas, esto no sería productivo para nosotros. Podríamos conocer a Dios, pero relacionarnos con Él con orgullo y complacencia, lo que en realidad no tocaría nuestra área de necesidad en relación con Dios: a saber, nuestro pecado y resistencia a Él. Como Pascal escribe en otro lugar: «Dios desea mover la voluntad más que la mente. La claridad perfecta ayudaría a la mente y perjudicaría a la voluntad» (Pensées 234, 247).
Luz para aquellos que desean ver
Soy consciente de que esta idea puede resultar frustrante para las personas. Pero piénsalo: ¿Cómo sabemos que la certeza es lo que realmente necesitamos? Si somos crudamente sinceros, probablemente nos daremos cuenta de que a menudo no actuamos sobre la base de lo que sí sabemos. Quizá la naturaleza de la revelación de Dios, parcialmente oculta, pero manifiesta a través de la creación, la conciencia y Cristo, sea en realidad la que mejor se adapta a nuestra verdadera condición.
Después de todo, a Dios no solo le interesa que creamos en Él, sino cómo creemos. Si venciera nuestra resistencia con frecuentes milagros manifiestos, probablemente se produciría un «teísmo delgado»: admitiríamos a regañadientes Su existencia mientras desearíamos que no fuera así. Mientras tanto, para los que buscan a Dios, Dios no se ha quedado sin testimonio. Pascal vuelve a sernos útil:
Si Dios hubiera querido vencer la obstinación de los más endurecidos, podría haberlo hecho revelándose a ellos tan claramente que no pudieran dudar de la verdad de Su esencia, tal como aparecerá en el último día… No quiso aparecer así cuando vino con suavidad, porque tantos hombres se habían mostrado indignos de Su clemencia, que quiso privarles del bien que no deseaban. Hay suficiente luz para los que solo desean ver, y suficiente oscuridad para los que tienen una disposición contraria (Pensées 149, 69).
Camina en la luz que tienes
Mientras tanto, ¿qué debemos hacer? Pascal nos aconseja elegir. Tomar la mejor decisión posible a la luz de lo que sí sabemos. Comprometernos existencialmente de todo corazón con la verdad de la mejor manera posible, caminando en la luz que Dios nos ha concedido, confiando en que la oscuridad restante no durará para siempre, y que de hecho Dios está obrando a través de ella.
Así que, lector cristiano, cuando luches contra la incertidumbre, no te desanimes. Sigue adelante. Dios está actuando en medio de tu lucha y te sostendrá fielmente hasta el día en que estés ante Él, cara a cara, y toda incertidumbre quede atrás para siempre.
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