Quieres alcanzar el mundo? Evangeliza a la iglesia

GLEN SCRIVENER
Coalición por el Evangelio
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¿Cuál es la mayor necesidad de la iglesia hoy en día? Imagino que hay todo tipo de respuestas. Seguramente, una de ellas está centrada en la misión: «La iglesia necesita que el mundo sea evangelizado». Lo cual es cierto.

Pero también es cierto a la inversa: el mundo necesita que la iglesia sea evangelizada.

Primero lo primero

Hay cosas que nunca cambian. La indiferencia perenne hacia las cosas de Dios, incluso la hostilidad abierta, fue la experiencia de los profetas (Is 52:5) y de los apóstoles (Ro 2:24). También es nuestra experiencia hoy. Pero una causa principal de la hostilidad es tan invariable como la hostilidad misma: «El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de ustedes». Una razón principal de la incredulidad entre las naciones es la incredulidad entre el pueblo de Dios. Los problemas con el mundo a menudo se encuentran primero en la iglesia. Por eso la Biblia insiste en que el juicio comienza «por la casa de Dios» (1 P 4:17).

Una razón principal de la incredulidad entre las naciones es la incredulidad entre el pueblo de Dios.

Siempre que alguien pregunta: «¿Qué debe hacer la iglesia para ayudar a nuestros prójimos a encontrar la fe en Jesús?», mi primera respuesta es que debemos confiar en Él. Esto puede sonar simplista, pero es profundamente desafiante. Nuestros amigos no ven a Jesús como un Salvador glorioso en parte porque nosotros no lo vemos, al menos no de forma evidente. Nuestros amigos no reverencian el nombre de Cristo en parte porque nosotros no lo hacemos, al menos no lo suficiente. Nuestros amigos no se asombran ante un mundo cargado de la grandeza de Dios, en parte porque nosotros damos pocas muestras de creerlo. Nuestros vecinos no experimentan «el poder de Dios para la salvación» (Ro 1:16) en parte porque subestimamos la potencia de lo que poseemos: las buenas nuevas de Dios.

La apologética (bien hecha) ayuda a nuestro prójimo a dudar de sus dudas. Pero este objetivo se basa en una verdad más profunda. No es solo que los escépticos deban dudar de sus dudas: los cristianos deben creer sus creencias. En las dos últimas décadas de ministerio, he descubierto que este es el principal obstáculo para el evangelismo: nosotros no creemos. Específicamente, no creemos en la bondad o en el poder de las buenas nuevas.

Analicemos cada aspecto por separado.

1. La bondad de las buenas nuevas

«De la abundancia del corazón habla la boca», observó Jesús (Mt 12:34). Este versículo fundamenta el ministerio de Speak Life (Hablemos vida), donde trabajo. Centra los afectos como la fuerza motriz de la vida humana y las palabras como la principal prueba del estado de nuestros corazones. Hablamos de lo que amamos. Así que si vemos una iglesia tímida en la proclamación, podemos diagnosticar una enfermedad del corazón.

Podríamos preguntarnos por qué no se testifica mucho más. Las respuestas podrían referirse a la hostilidad del mundo, la secularización, el miedo, un análisis cultural anticuado, una formación insuficiente, sentimientos de inadecuación, etc. Sin embargo, bajo todo esto subyace una respuesta incómoda: nos falta amor.

El mismo Pedro que llama a la iglesia «real sacerdocio» (1 P 2:9) e insta a cada miembro a «presentar defensa» (3:15), comienza su carta con ardiente pasión por el Señor Jesús: «En lo cual ustedes se regocijan grandemente… a quien sin haber visto, ustedes lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en Él, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria» (1:6, 8).

Un amor ardiente por Cristo es el latido de la misión

Un amor ardiente por Cristo es el latido de la misión. Si las palabras de testimonio no rebosan, entonces lo más fundamental es que tenemos un problema de corazón. Necesitamos ver, conocer y experimentar a Jesús como «precioso», una palabra que aparece a menudo en las exhortaciones de Pedro al evangelismo (1:19; 2:4-7), pero rara vez en las nuestras. Si pensamos que Jesús es bueno —espectacular, cautivador y alucinantemente bueno— nuestra evangelización se verá arrastrada por una marea espiritual difícil de resistir.

La confianza en la bondad del evangelio está relacionada con el segundo aspecto que le falta a nuestra fe: creer que es poderoso.

2. El poder de las buenas nuevas

Por lo general, cuando hablamos del poder del evangelio, nos referimos a su poder para la conversión. Es un aspecto vital: las buenas nuevas de Dios salvan a las personas. Ciertamente, los cristianos necesitan que se les recuerde que el Espíritu está vivo y activo, trayendo vida nueva a través de la Palabra de Cristo. Debemos oír y contar las historias de salvación que surgen entre nosotros. Esto tiene un efecto tremendo en nuestra confianza en el evangelio.

Pero el evangelio no solo es poderoso para salvar. También es el poder por el cual vivimos. Solo los cristianos cuya perspectiva esté totalmente fortalecida por el evangelio estarán preparados para compartirlo.

Esto es cierto tanto a nivel pastoral como a nivel de cosmovisión. A nivel pastoral, necesitamos cristianos que puedan completar esta frase: «No podría haber pasado por _______ sin Jesús». Las formas tangibles y transformadoras en que Jesús nos ha guiado a través de los valles oscuros son aptas para convertirse en nuestros testimonios más convincentes para un mundo incrédulo. Desde el punto de vista de la cosmovisión, quienes están convencidos del poder explicativo del evangelio se mueven por el mundo sin avergonzarse de proclamar una visión ampliada —no contraída— de la vida.

Alcanza a los creyentes, alcanza el mundo

Evangelizar el mundo requiere re-evangelizar a la iglesia y equiparla para obras de servicio (Ef 4:11-12). Por lo tanto, en la esencia del evangelismo está la tarea de llegar a los creyentes para que ellos puedan alcanzar al mundo.

Cuando estamos cautivados por Él, las palabras se desbordarán.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.







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