Sin recuerdo de los pecados

Adam R. Holz
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Sin recuerdo de los pecados

… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (v. 34).

LEER Jeremías 31:27-34

Nunca vi el hielo. Pero lo sentí. La parte trasera de la camioneta que estaba conduciendo —de mi abuelo— derrapó. Un giro, dos, tres… y volé hacia un terraplén de 4,5 metros. Recuerdo haber pensado: Esto sería maravilloso si no estuviera por morirme. Al instante, la camioneta rodó por la profunda ladera hasta el fondo. Salí como pude de la cabina, sin un rasguño.

Esa mañana de diciembre de 1992, la camioneta quedó totalmente destruida. Dios me había salvado la vida. ¿Pero qué pasaría con mi abuelo? ¿Qué diría él? En realidad, nunca dijo ni una palabra de la camioneta. Nada. Ni reto ni plan de reembolso, nada. Solo perdón. Y la sonrisa de un abuelo porque yo estaba bien.

La gracia de mi abuelo me recuerda la gracia de Dios en Jeremías 31. Allí, a pesar de los tremendos errores de su pueblo, Dios le promete restaurar su relación: «perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado» (v. 34).

Estoy seguro de que mi abuelo nunca olvidó que le había destruido su camioneta, pero actuó tal como lo hace Dios, sin recordarlo, sin avergonzarme, sin hacerme trabajar para saldar la deuda que, justamente, le debía. Así como Dios dice que hará, mi abuelo decidió no acordarse más, como si lo destructivo que había hecho nunca hubiese ocurrido.

Adam R. Holz

Reflexiona y ora

¿Cómo debería el perdón de Dios afectar tu perspectiva de tus pecados? ¿Cómo puedes mostrar gracia a otros?

Padre, gracias porque, en Cristo, no te acuerdas más de mis pecados.



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