LO QUE EXTRAÑAMOS...
Ministerio La Catapulta
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Publicado con permiso
Y de pronto aquel lugar en el que estudié durante 13 años, ahora lo extrañaba…
Suelo hablarles a los graduandos en el colegio que fundó la www.frater.org en 1986 – sobre la importancia de su último año.
Ese año es determinante para muchas cosas. La salvación no se hereda. Dios no tiene nietos, Dios sólo tiene hijos. Les comento que el mayor peligro que pueden tener en sus vidas, es creer que porque estudian en un colegio con principios cristianos y en donde se brinda una educación que trasciende al eternidad, son cristianos. Se van a graduar, pero de la fe, nos graduamos hasta que nos morimos. Permanezcan fieles a Dios.
En esa charla a principios de año, se los digo, pero muchos no me creen. Les digo que el año va a volar y cuando sientan, van a estar ante el tradicional timbre de fin de año, en donde todos los niños celebran con gritos y lágrimas la llegada de sus vacaciones.
Se los hago ver, pero muchos no me creen. Les digo, todos ustedes van a estar ese último día en centro del gimnasio, abrazándose unos a otros y llorando como bebés. Será su último día en el colegio y nunca más volverán a compartir estos bellos momentos. Disfruten este año, conéctense con su Creador, creen memorias inolvidables.
Y así es. Cuando se gradúan y regresan de visita al colegio, llegan
con una sonrisa. Y sus palabras siempre son: “Cuánto extraño este
lugar”. Muchos se ponen nostálgicos y hasta se les salen las lágrimas al
recordar todo lo que vivieron en su colegio.
¿Qué extrañamos hoy? Extrañamos congregarnos en nuestra iglesia, un tiempo de adoración todos juntos, saludarnos antes y después de los servicios, servir en el área en el que apoyamos en la iglesia. Extrañamos el visitarnos en nuestras casas para buscar de Dios, compartir la mesa, los alimentos, las risas y las lágrimas cuando toca.
Seguramente la normalidad regresará, pero esto no será pronto. Cuando regresemos a una vida normal, no olvidemos lo que extrañábamos y que verdaderamente Dios, la familia, los amigos y los tiempos de compartir, sean más importantes que el trabajo y todo lo demás.
Porque cuan olvidadizos somos. Si no veamos al Israel de los tiempos bíblicos. Milagro tras milagro y pronto olvidaban a su Creador y sus mandamientos. No olvidemos lo que más valoramos o desearíamos estar haciendo ahora.
Que nuestras vidas y todo lo que tenemos, sea consagrado al camino de Dios. Que un nuevo despertar a una vida más plena y llena de paz, guíen nuestras vidas hoy y siempre. Que al regresar, aprendamos a atesorar las cosas más pequeñas y nos desgastemos en ellas, cosas que antes dábamos por sentado.
Mi graduación llegó y ya hace 23 años que quedó ese año de 1993 atrás. Los años han pasado. Pero mis amigos del colegio siguen en mi corazón. Extraño mi colegio, extraño mi tiempo con ellos. Siempre esperé ser libre del colegio cuando me graduara, sólo para darme cuenta, que lo que dejé, fueron de los mejores años de mi vida con amigos que durarán para siempre.
Y si regresara ¿Qué haría diferente? Lástima que ya no puedo hacerlo. Y cuando regresemos a la normalidad ¿Qué hará diferente? Qué bueno que aquí, tendremos otra oportunidad. No la menospreciemos.
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Casi todo extrañamos la "normalidad" que vivíamos antes de la pandemia, Lo grave del asunto es que si esa "normalidad" estuvo plagada por una mala manera de vivir de parte nuestra ¿qué sentido tendría volver a lo mismo? Ansiemos volver a una "normalidad" pero de mejoramiento como humanos, no se diga como creyentes.
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