LECCIONES DE PANDEMIA: YO SOY...

Por: Alex López
Ministerio La Catapulta
http://lacatapulta.net/vidacristiana/
Publicado con permiso

 


El sábado 14 de marzo del 2020, despertamos como que si nada. Ese día todo cambiaría para los guatemaltecos.

A partir del domingo 15 de marzo, se prohibieron las reuniones públicas y por primera vez en 42 años, las puertas de La Fráter – Fraternidad Cristiana de Guatemala – la congregación en la que sirvo desde hace 24 años, permanecieron cerradas un domingo.

El virus del SARS-COV-2 – Coronavirus – y que comenzó en la ciudad de Wuhan, China, había llegado a Guatemala. Si en los países del primer mundo habíamos visto un caos terrible, ¿Qué pasaría en Guatemala?

Aún estamos en plena Pandemia. El uso del a mascarilla en mi nación, es obligatoria. Los restaurantes atienden con un aforo reducido de acuerdo a un color de un semáforo establecido.

La pregunta es ¿Quién soy yo? Es probable que usted responda: estudiante, maestro, doctor, arquitecto, mamá… Pero ¿Quién es usted detrás de esos títulos? Usted y yo, en nuestra esencia, somos seres humanos. Comprender esto lo cambia todo. Somos seres humanos que conseguimos títulos u oficios.

En el colegio lo estudiamos, el ser humano nace, crece, se reproduce y muere. Lo aprendimos, pero lo veíamos tan distante en nuestras vidas, hasta que llegó la Pandemia.

Por la cantidad de conocidos y amigos que tengo, hemos visto a muchos perder a un abuelo, a un papá, a una mamá, a un hermano, a un sobrino. Ha sido difícil. Uno de mis amigos perdió a su papá de más de 80 años y me decía, éramos sólo 4 en el entierro. No podían entrar más. Hoy estaban y mañana ya no.

¿Quién soy? Yo soy un ser humano, un mortal, que tiene sus días contados. Estoy sólo de paso por esta tierra. Si me fuera demasiado bien, serían 100 años de vida. Pero incluso 100 años es muy poco. Cien navidades, cien Semanas Santas, cien cumpleaños, cien años nuevos. Quisiéramos vivir para siempre pero no se puede.

Somos frágiles. Hoy estamos y mañana no. La Biblia nos recuerda que somos como la neblina, que, así como aparece, pronto desaparece. Saber que un día todos vamos morir debe llenarnos de humildad hacia el cielo y hacia el suelo.

Y es que todos, vamos a morir. La muerte es la igualadora de la humanidad. La muerte no distingue nada, a todo ser humano termina por llevárselo.

¿Qué somos nosotros? Como lo ponía alguien, somos concentrado de gusanos esperando nuestro turno. Esto puede llenarnos de fatalismo, pero no debe ser así. Esto puede llenarnos de frialdad ante los demás seres humanos y decidir vivir lo mejor que podamos a costas de la injusticia. Si al final de cuentas vamos a vivir una sola vida, ¿Por qué no vivirla bien?

Si al final de cuentas todo se acaba, ¿por qué no vivir como sea? El gran sabio Salomón, el tercer rey de Israel, hijo del Rey David quien derrotó al gigante Goliat, escribió un libro fantástico, el libro de Eclesiastés.

En este libro que a simple vista parece fatalista porque todos mueren y al final nadie se acuerda de ellos, describe la vida en esta tierra sin Dios y viéndola desde un punto de vista natural. Salomón lo resume todo en las palabras: “Vanidad de vanidades” o como lo pone otra versión todo es “Correr tras el viento”.

A lo largo de este libro, el da tremendos consejos sobre a la luz que un día moriremos y de este supuesto fatalismo a través de los ojos del ser humano natural, ¿Cómo debemos vivir? De eso hablaremos en la siguiente publicación.

“Y he observado todo cuanto se hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!” La Biblia en Eclesiastés 1:4

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Comentarios

  1. Escrito está: "todo mortal es como la hierba y su gloria como flor del campo." (Isaías 40:6) Por eso la vanagloria humana resulta un atuendo ridículo que se viene al piso dejándonos desnudos en el momento que más nos creemos cubiertos. Bendiciones Alex.

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