Cuídate de una comprensión errónea de la libertad

GERSON MOREY
Coalición por el Evangelio
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso

Una carta de un pastor a su iglesia


Nota del editor: Esta es una carta escrita hace un tiempo por el pastor Gerson Morey a la iglesia Día de Adoración, en la ciudad de Davie, al sur de Florida. La hemos compartido ahora en su blog, con su permiso, esperando que pueda ser de edificación y aliento para más lectores.


Frases comunes como «Sé auténtico» y «Sé tú mismo» llevan consigo un trasfondo que no podemos ignorar. Este tipo de expresiones están arraigadas en una visión tan distorsionada de la realidad que, si no prestamos atención, podemos ser influidos y contaminados por ella.

«Exprésate tal como eres» y «No dejes que otros te impongan sus ideales y valores» son ideas que se han instalado en la sociedad y debemos cuidarnos de ellas. Vivimos en un tiempo en que el ser humano «encuentra su significado dando expresión a sus propios sentimientos y deseos».

Es decir, lo que sentimos y anhelamos es ahora ley. Esto deriva en una actitud de desconfianza y desafío a toda forma de autoridad. Esto suena lógico, porque si alguien limita o sanciona nuestra forma de expresión, entonces se ha convertido en nuestro enemigo. Ese enemigo puede ser el estado, la religión, la iglesia o la familia misma.

La noción de ser auténticos solo es posible con una actitud antijerárquica que rechaza la autoridad. Si la sociedad es la que nos corrompe, esclaviza y restringe, como decía Jean-Jacques Rousseau, entonces debemos guardarnos de la opresión que ejerce sobre nosotros.

Presta atención al concepto de libertad

A todo esto podemos añadir la comprensión predominante y errónea del concepto de libertad. Como se entiende hoy, está estrechamente relacionada con la autonomía y el derecho de hacer lo que consideramos mejor para nuestra felicidad. Esta libertad no debe ser restringida ni limitada por las instituciones; por el contrario, encuentra su máxima y más legítima expresión en la libertad para disponer de nuestro cuerpo.

La concepción de libertad de hoy es entendida mayormente como una libertad sexual. Es decir, el ser humano es autónomo sobre su vida, incluyendo su cuerpo, y por eso es libre para hacer con ella lo que le plazca. Los códigos de conducta y las normas morales que limitan o condenan la práctica del sexo libre son consideradas como anticuadas, opresivas y que deben ser resistidas a toda costa. Por eso las protestas violentas en favor de esa libertad sexual parecen una práctica normativa.

Para resumir, he destacado tres conceptos y actitudes instalados en la cultura del siglo XXI. Diría que son los valores absolutos que mejor lo caracterizan: el individualismo (que pone énfasis en la autoexpresión y la autenticidad), la autonomía (la resistencia a toda forma de autoridad) y la libertad sexual (el uso de nuestro cuerpo para el placer personal como meta y el camino a la felicidad).

En pocas palabras, esta sociedad es individualista (sus deseos y sentimientos son lo más importante para el ser humano), es insubordinada (no reconoce la autoridad) y es inmoral en lo que respecta al sexo. La triple «i» de nuestra cultura. Esto lo vemos encarnado en el arte y el entretenimiento (la música, las películas, las redes sociales y demás), lo encontramos expresado en la educación (en las universidades, los currículums de escuelas, etc.) y es legitimado por la política (con la aprobación de leyes y sanciones respectivas).

Creo que estaremos de acuerdo con esta evaluación general de nuestra época. Pero lo que no podemos determinar con certeza es el grado en el que estas ideas, actitudes y sentimientos se han infiltrado en la iglesia. Me temo que hemos interiorizado estas cosas sin advertirlas. ¿Será que toda esta visión de la realidad y actitudes se han instaurado con disimulo en la iglesia y, en particular, en nuestras familias y nuestros corazones?

Evalúa el grado de influencia de la sociedad sobre ti

Aquí sugiero tres secciones de preguntas que pueden servir para identificar si los valores y la visión de la cultura han permeado nuestros pensamientos y actitudes:

  1. Sobre el individualismo: ¿Cuál es tu visión del ser humano? ¿Has sido influenciado por una visión individualista y con la noción de que no serás feliz si no te expresas como sientes que eres? ¿Sientes que te impiden expresarte como deseas? ¿Das un alto valor al hecho de ser auténtico y anhelas verte distinto a los que te rodean? ¿Crees que lo más importante para tu felicidad y existencia es expresarte tal como eres, sin dejar que otros te impongan ideas y límites? ¿Puedes decir que vives una vida en comunidad? ¿Tienes en alta estima las relaciones que tienes en la congregación? ¿Influye tu comunidad en la manera en cómo piensas y vives o prefieres no involucrarlos en tus asuntos?
  2. Sobre la autonomía: ¿Cuál es tu postura hacia la autoridad en general? ¿Respetas y estimas a las personas que representan alguna autoridad en tu vida? ¿Cuál es tu opinión o actitud básica hacia el gobierno o hacia tus padres, cónyuge, pastores, jefes, maestros o la policía como figuras de autoridad? ¿Tomas en cuenta la opinión de tu familia y la de tu iglesia al momento de tomar decisiones importantes?
  3. Sobre la libertad sexual: ¿Estimas los conceptos bíblicos sobre el sexo y el matrimonio? ¿Has normalizado la libertad sexual que caracteriza esta sociedad? ¿Es la inmoralidad sexual algo que te produce horror y rechazo? ¿La fornicación, la pornografia y la sensualidad son cosas que rechazas en tu corazón? ¿Son las desviaciones sexuales condenadas en tu interior? ¿Aprecias el sexo como un don divino apartado solo para los que contraen matrimonio? ¿Estás buscando la santidad en tu vida sexual? Seas casado o soltero, joven o anciano, ¿buscas mantenerte puro a nivel sexual?

Abraza la postura bíblica

En su libro el Origen y el triunfo del ego moderno, Carl R. Trueman hace un llamado a la iglesia:

Cada época ha tenido su oscuridad y sus peligros. La tarea del cristiano no es quejarse del momento en que vive, sino comprender sus problemas y responder adecuadamente a ellos (p. 32).

Esto último es lo que debe ocuparnos. Procurar articular una respuesta y abrazar la postura bíblica frente a estas desviaciones.

Empezamos con un regreso a la visión bíblica de la realidad que nos describe, en primer lugar, como seres humanos creados por Dios con dignidad, pero corrompidos en nuestro interior a causa del pecado (Gn 1:27Ef 2:5); personas que llegamos a este mundo desde el seno familiar donde somos nutridos y enseñados en las primeras lecciones de la vida (Pr 22:6). Segundo, somos parte de una sociedad de prójimos a quienes debemos respetar y amar (Mt 22:39). En tercer lugar, la Biblia enseña que por la fe en Cristo somos salvos y así formamos parte de la familia de Dios (Ef 2:8,19). A causa de la redención, somos integrados a la comunidad de redimidos para vivir en compañerismo, ser edificados y crecer en santidad. Cuarto, que estamos en este mundo gobernado por Dios, quien a su vez usa medios para ejercer Su autoridad (Ro 13:11 P 2:13). Los padres, la familia, la iglesia y el estado son representantes de Dios y agentes de Su autoridad, para que sometidos a ellos —de manera bíblica— vivamos de manera digna y que le glorifique.

Finalmente, la Biblia enseña que el sexo es un regalo, un don de Dios para ser practicado y disfrutado en el contexto de la intimidad matrimonial (Gn 2: 24). Es decir, entre un hombre y una mujer que se han unido en el vínculo indisoluble del matrimonio y que han hecho un pacto de exclusividad y permanencia. Este don divino tiene el propósito de la procreación para preservación de la raza y el deleite entre los cónyuges (Gn 1:28Pr 5:18-19). Toda práctica sexual que no se acomode a este estándar es una corrupción del diseño divino para el sexo y el matrimonio. El sexo fuera de este contexto es una distorsión y un desafio a la sabiduría y autoridad divinas.

Cuidemos nuestros corazones

Si los valores y las actitudes que esta sociedad celebra son el individualismo, la autenticidad, la insubordinación, la autonomía y la libertad sexual, entonces seamos una contracultura que aprecia la vida en comunidad, junto con los valores, tradiciones e ideales cristianos; demostremos una sujeción voluntaria a Dios y a las autoridades que Él estableció, y cultivemos la pureza sexual junto con un aprecio por la institución del matrimonio según el diseño bíblico.

Cuidemos nuestro corazón y vigilemos lo que entra y sale de él. Cultivemos un entendimiento y un aprecio por las verdades de la salvación y celebremos la sabiduría y el diseño de Dios para Su mundo. Cuidemos nuestra familia, cultivemos una convicción sólida en la verdad divina y celebremos al Dios que nos crea y redime en Cristo. ¡Ánimo!


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