Mis amigos, mi futuro

Alex López
La Catapulta
Todos los derechos reservados-Publicado con permiso




Mi pareja sale de los amigos que tengo o de los amigos de los amigos que tengo. Por lo tanto, la calidad de mis amigos, determinará en gran parte la calidad de mi pareja. Amigos locos, pareja loca. Amigos estudiosos, pareja estudiosa. Amigos viciosos, pareja viciosa. El dicho, cada oveja busca su pareja es muy cierto.

Los amigos también son determinantes en la forma en que hablamos, vestimos y nos conducimos. Al momento que dejamos entrar a una persona a nuestras vidas y reconocemos la relación como una amistad, una relación más profunda que la que sostenemos con otros, le estamos dando permiso a esa persona de influir en nosotros y también en nuestras demás relaciones: pareja, hijos, hermanos, amigos.

El problema radica en que muchas veces no escogemos sino que tomamos al primero que nos ofrece su amistad. Aunque debemos ser cordiales con todo el mundo y tratar a nuestro prójimo como deseamos ser tratados, debemos cuidar quién influye en nosotros y de cajón en nuestras relaciones. Planificamos casi todo, menos los amigos que escogemos, tomamos la amistad del primero que nos la brinda y la mayoría de veces sin preguntarnos ¿me conviene como amigo? ¿Influye en mí para hacerme una mejor persona? 1 Corintios 15:33 dice: No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» Cuidado con aquellos amigos que, llamándose cristianos, siguen siendo chismosos, envidiosos, calumniadores, estafadores, borrachos o practicando cualquier pecado. La Biblia dice que con tales personas ni siquiera debemos juntarnos a comer. No sólo escoja buenos amigos, enséñeles a sus hijos a hacer lo mismo y librará su vida de muchas angustias. Pero entonces ¿Cómo predicarles? Comparta con sus amigos pecadores, pero sea usted la sal de la relación, la luz de la relación. Recuerde, que ellos se hagan a ti y no tú a ellos. Porque en gran medida, mis amigos son mi futuro.





Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNGES MI CABEZA CON ACEITE...

El poder del ayuno

PARECIDOS, PERO NO IGUALES