Serie Los libros de la Biblia. Parte 4 (Última) - Los libros "APOCRIFOS"
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¿Cuáles son los libros apócrifos de la Biblia?
La palabra “Apócrifo”, se usa comúnmente cuando se habla de los “Libros apócrifos” y se refiere a los catorce libros que han sido agregados al Antiguo Testamento y que son sostenidos como parte del canon sagrado, particularmente por la Iglesia Católica Romana. Los protestantes generalmente no los incluyen en la Biblia.
Apócrifos (ἀπόκρυφος, apokryphos). Una colección discutida de libros escrita fundamentalmente durante el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento (siglo III a.C. hasta el siglo I d.C.).
¿Qué significa la palabra apócrifos en la Biblia?
La palabra literalmente ha llegado a significar “escondido” u “oculto.” La Septuaginta (LXX), la traducción al griego del Antiguo Testamento hecho entre 280 a.C. y 180 a.C., contiene los libros apócrifos. Jerónimo los incluyó en “La vulgata”, su traducción latina del Antiguo Testamento.
Estos libros no forman parte de la Biblia hebrea. Los reformadores fueron ampliamente responsables por la eliminación del apócrifo de la Biblia porque contienen cosas que son inconsistentes con la doctrina protestante (ej. Las doctrinas de oración por los muertos, y la intercesión a los santos).
Los siguientes son los catorce libros apócrifos
A veces se encuentran dispersos a través del Antiguo Testamento y a veces aparecen escritos al final del Antiguo Testamento:
LOS 14 LIBROS APÓCRIFOS
- I Esdras
- II Esdras
- Tobías
- Judit
- Adiciones al libro de Ester
- La Sabiduría de Salomón
- Eclesiástico
- Baruc con La Epístola de Jeremías
- La Canción de los Tres Santos Niños
- La Historia de Susana
- Bel y el Dragón
- La Oración de Manasés
- I Macabeos
- II Macabeos.
Aunque partes de casi todos los libros del Antiguo Testamento están citados o se refiere a ellos directamente, en el canon del Nuevo Testamento no existe ninguna cita o referencia a ninguno de los libros apócrifos.
Introducción
El término “apócrifo” significa “oculto” y se usa comúnmente para describir a un grupo de aproximadamente 18 obras antiguas, la mayoría de las cuales aparecen en idioma griego en los códices bíblicos de los primeros siglos d.C. A lo largo de la Historia, la Iglesia ha discutido la inspiración, el valor y la utilidad de estos libros; estos textos siguen siendo ampliamente desconocidos para la mayoría de los cristianos.
El título de estos libros es un poco inadecuado, y la recopilación en sí es artificial: los libros no se concibieron bajo ningún concepto para ser tratados como un grupo. En ocasiones se denomina a dichos libros como los textos apócrifos del “Antiguo Testamento” para diferenciarlos de un grupo más reciente—y muy distinto—de libros que a menudo se catalogan como los “textos apócrifos del Nuevo Testamento”. El agrupamiento de los textos apócrifos del Antiguo Testamento se superpone, pero no es sinónimo del término “deuterocanónico”.
La aceptación de los textos apócrifos tiene una historia larga y complicada; en especial, en lo relacionado a su inclusión dentro del canon de la Escritura inspirada. En general, el judaísmo y las iglesias protestantes no consideran Escritura inspirada a los textos apócrifos, pero la Iglesia Católica Romana y las iglesias ortodoxas aceptan algunos de ellos.
Debido a que los libros apócrifos se escribieron mayormente entre los testamentos, son una fuente de información histórica sobre los antecedentes del Nuevo Testamento y suelen ser descritos como el “puente” entre los dos Testamentos. La Iglesia en su conjunto muchas veces ha elogiado su valor edificante.
La colección de libros conocida como los textos apócrifos
Los textos apócrifos constan de una amplia variedad de textos literarios judíos que abarcan muchos intereses, temas, estilos e historia humana. Incluye relatos, liturgias, dichos sabios y podría decirse, historias idealizadas. Unos dieciocho textos han sido incluidos en esta colección:
- Tobit (a veces llamado Tobías)
- Judit
- Agregados al libro de Ester
- Sabiduría de Salomón
- Sirácides (o Eclesiástico, Libro de la sabiduría de ben Sira),
- Baruc, la Carta de Jeremías
- Agregados al libro de Daniel
- Oración de Azarías y El cántico de los tres judíos
- Susana
- Bel y el dragón
- 1 Macabeos
- 2 Macabeos
- 1 Esdras (a veces llamado 3 Esdras o 2 Esdras)
- Oración de Manasés
- Sal 151
- 3 Macabeos
- 2 Esdras (a veces llamado 3 Esdras o 4–6 Esdras)
- 4 Macabeos
Debido a la naturaleza artificial de los libros apócrifos, no todos estos textos se incluyen siempre en cada lista de los Apócrifos.
El contexto histórico de los Apócrifos.
Los libros Apócrifos son variados y tienen pocas similitudes; como consecuencia, el contexto histórico también varía. Si bien algunos de los libros pueden afirmar que tienen orígenes más antiguos, como Tobit, que originalmente se pudo haber escrito en el siglo III o IV a.C., el primer libro que puede identificarse con cierta exactitud es Sirácides. Lo escribió en hebreo Jesús ben Sira, un escriba judío, alrededor del año 180 a.C. y posteriormente, su nieto lo tradujo al griego en circa 132 a.C. (Eclo de Sirácides, 50:27). Por otra parte, 2 Esdras, un grupo de tres textos relacionados, probablemente sea del año 100 d.C. o posterior.
Muchas de estas obras posiblemente se escribieron fuera de Palestina, en Egipto o en Persia .Muchas también parecen estar en desacuerdo con el mundo que pretenden incluir o a cierta distancia de este. A excepción de 2 Esdras, en la actualidad todos nos llegan a través del idioma griego (sin contar el reciente hallazgo arqueológico de los fragmentos arameos de Tobit, que se encontraron en los Rollos del mar Muerto). Lamentablemente, existe poca información concreta sobre el origen o el contexto histórico de los libros Apócrifos.
La historia de la recepción de los Apócrifos
La recepción de los Apócrifos no siempre estuvo muy en claro, especialmente durante los primeros años de la Iglesia. La cronología de la recepción de los textos apócrifos se menciona a continuación:
El punto de vista histórico sobre los Apócrifos | |
Positivo | Negativo |
400 a.C.: Fin de la “edad de oro de la profecía” (era del Antiguo Testamento) | |
250 a.C.: El comienzo de las traducciones de la Septuaginta (la Torá) | |
132 a.C.: Sira menciona un canon del Antiguo Testamento | |
100 a.C.: La Regla de la comunidad/Los Fragmentos Sadoquitas posiblemente le atribuyen la inspiración solamente al canon del Antiguo Testamento | |
40 d.C.: Filón omite los libros apócrifos de sus escritos | |
90 d.C.: 2 Esdras da argumentos a favor de un canon cerrado para el Antiguo Testamento | 90 d.C.: Clemente hace referencia a la Sabiduría de Salomón, Judit y de los Agregados a Ester |
95 d.C.: Josefo argumenta a favor del canon cerrado del Antiguo Testamento en su obra Contra Apión | |
99 d.C.: Fin de la era del Nuevo Testamento sin ninguna referencia directa a los Apócrifos en el Nuevo Testamento | |
150 d.C.: Policarpo menciona a Tobit | |
160 d.C.: Melitón de Sardis excluye a todos los Apócrifos | |
200 d.C.: Ireneo hace referencia a la Sabiduría de Salomón | |
230 d.C.: Julio Africano sostiene que el texto apócrifo de Susana es falso | 230 d.C.: Orígenes trae a discusión el uso de los Apócrifos |
230 d.C.: Orígenes argumenta fuertemente contra la mayoría de los Apócrifos como canónicos | |
300 d.C.: Consenso rabínico contra la canonización de todos los Apócrifos (t. Yadayim 2:13B) | |
350 d.C.: Cirilo de Jerusalén rechaza casi todos los Apócrifos | circa 350 d.C.: Los códices de la Biblia cristiana incluyen muchos de los libros Apócrifos |
360 d.C.: El Sínodo de Laodicea excluye a todos los Apócrifos | |
367 d.C.: Atanasio escribe que los Apócrifos son edificantes, no canónicos | |
380 d.C.: Gregorio Nacianceno rechaza a los Apócrifos del canon | |
390 d.C.: Agustín ratifica a los Apócrifos como canónicos | |
397 d.C.: El Concilio de Cartago confirma los Apócrifos | |
405 d.C.: Jerónimo rechaza los Apócrifos como canónicos | |
595 d.C.: Gregorio Magno escribe que los Apócrifos son edificantes, no canónicos | |
692 d.C.: El segundo Concilio Trullano ratifica los Apócrifos | |
740 d.C.: Juan Damasceno rechaza los Apócrifos | |
1150 d.C.: Números Rabá rechaza los Apócrifos | |
1300 d.C.: Primer comentario conocido sobre un libro apócrifo (Sabiduría de Salomón) | |
1382 d.C.: John Wycliffe niega la canonicidad de los Apócrifos | |
1441 d.C.: El Concilio de la Unión ratifica la canonicidad de los Apócrifos | |
1534 d.C.: Martín Lutero escribe que los Apócrifos son útiles, pero no sagrados | |
1546 d.C.: El Concilio de Trento convalida la canonicidad de los Apócrifos | |
1566 d.C.: Sixto de Siena acuña el término “deuterocanónico” | |
1611 d.C.: Se imprime una versión autorizada de los Apócrifos | |
1643 d.C.: John Lightfoot escribe sobre “los abyectos Apócrifos” | |
1648 d.C.: La Confesión de fe de Westminster excluye a los Apócrifos | |
1672 d.C.: El Concilio de Jerusalén ratifica la canonicidad de los Apócrifos | |
1825 d.C.: La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera retira los Apócrifos de las Biblias | |
1952 d.C.: Fragmentos semíticos de Tobit, Sirácides y del Sal 151, más los fragmentos griegos de la Carta de Jeremías se encontraron entre los Rollos del mar Muerto |
Aunque esta cronología no es exhaustiva, demuestra que la mayoría de los testimonios más antiguos están a favor de considerar a los Apócrifos como edificantes, pero no canónicos (ni inútiles como para ser omitidos) e inspiradores, pero no inspirados (en el sentido canónico).
Ediciones destacadas de la Biblia con/sin los libros apócrifos
A lo largo de la historia de la Iglesia, las principales ediciones de la Biblia han incluido algunos o todos los libros apócrifos. Esto ha traído confusión en cuanto a la aceptación de dichos libros apócrifos, ya que se incluyeron sin mayor consistencia. Este gráfico ilustra varias de las principales y más antiguas ediciones de la Biblia:
Muchas fuentes secundarias difieren en cuanto a qué libros están incluidos en qué biblias, y esto se debe a varias razones
- Los Apócrifos nunca fueron tratados como una colección distinta; su conceptualización en todas las primeras ediciones es ampliamente divergente
- Las primeras ediciones de la Biblia casi siempre tuvieron un material no-canónico evidente (ej., la Peshitta (7a1) hasta incluye un ejemplar de La guerra de los judíos de Josefo.)
El hecho de que un libro tuviese conexión con los libros bíblicos del mundo antiguo no es necesariamente indicador de la condición canónica de dicho libro. Aun hoy, hay libros útiles que muchas veces se incorporan a los libros canónicos; por ejemplo, muchas Biblias incluyen notas de estudio, introducciones y ensayos doctrinales.
La relación de los Apócrifos con la Biblia
La relación de los Apócrifos con la Biblia—puntualmente, su inspiración y canonicidad—es complicada, debido a que no se sabe lo suficiente sobre el pasado, a las discrepancias dogmáticas y a la tentación de simplificar demasiado el problema. Para entender la relación de los Apócrifos con la Biblia hay que tener en cuenta varios aspectos fundamentales.
Cuestiones de terminología.
“Apócrifos” es un término peyorativo que no describe con exactitud los contenidos de los libros ni la aceptación que tuvieron a lo largo de la historia. Los libros que componen los Apócrifos aparecieron impresos en la mayoría de las Biblias a lo largo de la historia de la Iglesia, pero generalmente los ignoraban, no los ocultaban. De los 18 libros apócrifos, la iglesia católico romana nombra solamente a 12 como deuterocanónicos.
El término deuterocanónico (literalmente, “segundo canon”) no significa “de importancia secundaria”, sino que se refiere a la segunda parte del canon del Antiguo Testamento en comparación con el resto del Antiguo Testamento (los libros protocanónicos). Lo que los protestantes llaman apócrifos son canónicos para los católicos romanos y los ortodoxos; lo que los protestantes denominan seudoepigráficos son apócrifos para los católicos romanos y ortodoxos. Los judíos rabínicos del período del cristianismo primitivo se referían a los Apócrifos como los “libros externos”.
Inspiración versus canonización.
Las palabras inspirado y canónico tienen matices diferentes en esferas diferentes de la Iglesia cristiana. En esencia, los protestantes plantean que un libro es canónico porque está inspirado, pero los ortodoxos argumentan que es canónico porque inspira a la Iglesia. Ambos grupos pueden ver una flaqueza legítima en el punto de vista del otro, aunque es posible que les cueste más verla en su propio punto de vista. Muchos padres de la Iglesia, como Jerónimo, creían que los Apócrifos eran edificantes e inspiradores, pero que no tenían el mismo peso que el Antiguo Testamento. Jerónimo se refería a los libros como eclesiásticos, lo que quiere decir “útil en la iglesia”.
Sopesar la evidencia.
Algunos libros Apócrifos, históricamente hablando, se consideran “más inspirados” que otros. Por ejemplo, Sirácides parece más inspirado o canónico que 4 Macabeos. Además, los protestantes, los católicos romanos y varias comunidades ortodoxas tienen motivos y argumentos diferentes para usar o rechazar a los Apócrifos. A pesar de que el término deuterocanónico se origina en el conflicto de la Reforma, es incorrecto decir que la Iglesia Católica Romana canonizó a los Apócrifos en el Concilio de Trento (1546) como una reacción contra los protestantes; en cambio, la Iglesia Católica Romana puede señalar el Concilio de Cartago (397) y la larga tradición en partes de la Iglesia que proceden a partir de ese momento.
A la vez, muchas de las evidencias a favor de los Apócrifos como canónicos son circunstanciales; el hecho de que un padre de la Iglesia cite un libro apócrifo o que lo encuaderne dentro de una copia antigua de la Biblia tiene poca relevancia para su condición canónica. Básicamente, mucho depende de en qué lugar se pare uno en el “círculo canónico”: si la canonización se produce antes de la Iglesia, no alcanza. Si la Iglesia está antes de la canonización, entonces los segmentos de la Iglesia en general pueden considerar al texto apócrifo fielmente canónico.
El origen del nombre “Apócrifo”
El origen exacto del nombre “Apócrifo” es incierto. Ireneo de Lyon fue el primero en utilizar la palabra apócrifo en un contexto cristiano; en su obra Contra las herejías la usó para describir un texto espurio. Sin embargo, Ireneo no se refería a los libros que hoy en día se denominan Apócrifos, sino a ciertas leyendas desconocidas del período del Nuevo Testamento. Tertuliano hace lo mismo unos años más tarde, al declarar que el Pastor de Hermas (un libro de buena reputación para la iglesia primitiva) era apócrifo y falso.
Orígenes usó por primera vez el término apócrifo para describir a los textos apócrifos en la carta que le escribió a Julio Africano (año 230 d.C.), que en parte trata sobre los problemas históricos que hay en Susana. De allí en adelante, dicho término se usó con frecuencia para referirse a esta colección de 18 libros.
El significado del término apócrifo es incierto; aparentemente, tiene una connotación negativa en la mayoría de los usos que se le dieron en el mundo antiguo. Jerónimo usa el término latino absconditus para la palabra griega ἀπόκρυφος (apokryphos), quizás para indicar que los libros no solo están “escondidos” (apartados del uso público) sino que también son “desconocidos” (ocultos a nuestra capacidad de entender de dónde provienen.
Los Apócrifos en la cultura popular
A lo largo de los 2.000 años de su historia, los libros que forman parte de los Apócrifos han causado un mayor impacto en la cultura popular que en la teología. Esto se debe en gran parte a los prolongados cuestionamientos sobre su inspiración e idoneidad para ser usados en el desarrollo de la doctrina; si bien hay textos o temas provenientes de los libros apócrifos que sí se muestran en las liturgias de algunas iglesias (mayormente en las tradiciones católicas romanas y ortodoxas), lo hacen típicamente en situaciones especiales más que en el uso habitual. Además, con frecuencia los textos apócrifos gozan de ser culturalmente más interesantes porque son ocultos o esotéricos.
Los géneros de varios de los libros apócrifos (como la historia idealizada) son ideales para que la cultura sea popularmente asimilada. Por ejemplo, Tobit presentó la idea de Rafael disfrazado de “ángel guardián” (Tob 5:4), poniendo a prueba, auxiliando y hasta haciendo mandados (Tob 9:2) para Tobías. Los Apócrifos también influyeron las obras literarias de Shakespeare, Henry Wadsworth Longfellow y varias de las oraciones de Handel. En muchas obras de arte renacentistas aparecen representaciones de Tobit, Judit y Susana. 2 Esdr 6:42 aportó la razón para la apuesta transatlántica de Cristóbal Colón.
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