Sane su ayer y viva con la mirada en el futuro
Alex López
La Catapulta
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Veía un video de una Psiquiatra. En él decía, que es en el tiempo de fin de año, en el que más solemos pensar en el pasado.
Cuánta razón tiene. Y esto, trae mucha tristeza a las personas.
El pasado puede hacernos o deshacernos.
Del pasado sólo podemos extraer recuerdos o lecciones.
Los recuerdos son memorias de las cosas buenas y malas. Las que hicimos y las que nos hicieron.
Las lecciones sólo surgen de la reflexión de las cosas buenas o malas que hicimos o que nos hicieron. ¿Y la sanidad por lo malo?
Sólo sanamos cuando podemos aceptar el pasado con lo bueno y lo malo que nunca cambiará.
Cuando dejamos que la realidad penetre, el enojo desaparezca, los hubiera dejen de ser contemplados, se llora todo lo anterior con la mirada hacia el cielo y no hacia el suelo y podemos definir la realidad presente con lo bueno y malo, triste o alegre que aquí estará hasta nuestra muerte.
Pero más que sanar, es encontrar la fuerza para el hoy y el mañana.
Para el cristiano, esa fuerza proviene de una mirada eterna llamada cielo. Lugar en el que Dios gobierna con justicia y rectitud.
Saber que me espera algo eternamente extraordinario, a pesar de las circunstancias de hoy, llena de vida incluso a un cuerpo condenado a muerte por una enfermedad terminal.
Para el cristiano, la sanidad llega cuando se deja de luchar y se confía en Jesús, el único que luchó y venció al pecado y a la muerte. El es nuestra garantía de perdón, paz con Dios y esperanza eterna. El hizo lo que no pudimos y Dios por medio de su sacrificio en la cruz, nos otorga la justicia que no merecemos.
Recuerdos, lecciones, aceptaciones y visiones eternas a futuro que Dios promete en su palabra. En él somos perdonados, amados, valorados y esperados a su tiempo en la gloria eterna.
Porque la muerte es lo más doloroso de esta tierra. Pero la vida eterna, lo más glorioso…
“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y, aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.” 1 de Pedro 1:3-9
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