James Banks
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El periódico afirmaba que Pep había matado
el gato de la esposa del gobernador… pero no era cierto. Lo único de lo
que quizá había sido culpable era de masticar el sofá de la mansión del
gobernante.
Pep era un pequeño e inquieto labrador que le pertenecía a Gifford
Pinchot, gobernador de Pensilvania en la década de 1920. El perro fue
enviado a la Penitenciaría Estatal del Este, donde le tomaron una foto
policial con el número de identificación de un prisionero. Cuando un
reportero se enteró, inventó la historia del gato. Al aparecer en el
periódico, muchos creyeron que Pep era, en verdad, un asesino de gatos.
El rey Salomón conocía bien el poder de la mala información.
Escribió: «Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran
hasta las entrañas» (Proverbios 18:8). A veces, nuestra naturaleza
humana caída nos lleva a querer creer cosas sobre otros que no son
ciertas.
No obstante, aun cuando otros creen mentiras sobre nosotros, Dios
puede seguir utilizándonos para bien. En realidad, el gobernador envió a
Pep a la cárcel para que fuera amigo de los presos en ese lugar… y
sirvió durante muchos años como un pionero perro terapista.
Cuando otros murmuran de nosotros, recordemos que la opinión de Dios —y su amor— es lo que más importa.
James Banks |
Padre, gracias por hacerme tu hijo.
¿Cómo te alienta saber que a Dios no le importa lo
que digan o piensen de ti? ¿Cómo celebrarás hoy su amor perfecto? | | | | |
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