Cuando el quebranto es una bendición
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Bien conocida es la historia de Samuel, el profeta que ungió a Saúl y luego a David como reyes de Israel. Es más, antes de ungir a David como rey de Israel, le dio la bendición de parte de Dios para la victoria contra Goliat, cuando ya todo, a los ojos de los hombres, estaba perdido (I Samuel cap. 17). Sin embargo, epopeyas bíblicas como la de David y Goliat nos “eclipsan” por decirlo de alguna manera, la atención sobre los orígenes de Samuel. Su madre, Ana, la primera y más amada de las dos esposas de Elcana de Ramá, le puso ese nombre en razón del milagro que Dios obró en ella cuando escuchó su angustiosa súplica y le dio ese hijo. Ana era estéril, lo cual en aquella época representaba una gran humillación. Lamentablemente, en la actualidad en ciertos nichos sociales, esto aún sigue siendo motivo de discriminación, aparteid, marginación y alguna clase de sutil hostigamiento para muchas mujeres en esa condición