No temas a las marcas en Apocalipsis

Jen Wilkin
Coalición por el Evangelio
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Cuando tenía diez años, asistí a la proyección de una película titulada A Thief in the Night (Un ladrón en la noche). Ofrecía una vívida descripción de los acontecimientos del fin de los tiempos, imágenes que me aterrorizarían hasta bien entrada la juventud y me dejarían paralizada para leer el libro de Apocalipsis. Una de las escenas que más me angustiaba era el tatuaje de un código de barras en la frente de uno de los protagonistas. Yo solía tumbarme en la cama por la noche, repitiéndome: «Hagas lo que hagas, no te dejes poner el tatuaje».

Como tenía demasiado miedo de leer Apocalipsis, pasaron años antes de que me enterara de que contiene múltiples escenas en las que las personas reciben marcas, pero no todas son terroríficas. Algunas son extremadamente reconfortantes.

Marcados con un nombre

En Apocalipsis 13:16-17 aprendemos que la bestia «hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les dé una marca en la mano derecha o en la frente… la cual es el nombre de la bestia o el número de su nombre». Ciertamente, es esta marca la que identifica a los que sufrirán la ira de Dios en el juicio del gran trono blanco (Ap 20:11).

Pero esta marca se menciona solo después de que hayamos visto por primera vez a los santos fieles marcados con un sello en la frente (ver Ap 7:1-8). En Apocalipsis 14:1, aprendemos que este sello es el nombre del Cordero y del Padre. Los injustos son marcados con el nombre de la bestia y los justos son marcados con los nombres del Señor.

Las representaciones que hace Apocalipsis de personas marcadas nos muestran que Dios sabe exactamente quién le pertenece y quién no

Comprendemos intuitivamente el significado cotidiano de este tipo de marcas. Hace poco, estaba limpiando nuestro ático y me encontré con un reproductor de casetes que mi esposo había guardado desde la universidad. Antes de darle la vuelta, supe lo que encontraría debajo: su nombre completo marcado con una herramienta de grabado. Cuando nos casamos, supe enseguida que su familia tenía la costumbre de etiquetar con su nombre todos los objetos, desde los aparatos electrónicos hasta las toallas de playa y los contenedores de plástico, para asegurarse de que pudieran devolverse a su dueño. Todo lo que trajo a nuestra primera casa estaba etiquetado.

Las representaciones que hace Apocalipsis de personas marcadas nos muestran que Dios sabe exactamente quién le pertenece y quién no. Pero hace más que eso.

Sellados para la eternidad

Antes de oír que los santos reciben un sello en la frente, oímos hablar de otros detalles: vestiduras de lino blanco, oraciones como incienso, una presencia ante el trono de Dios. De los santos son las vestiduras sacerdotales y de ellos es el lugar sacerdotal de servicio. Todos estos detalles quieren mostrarnos que los santos han sido hechos «un reino y sacerdotes para nuestro Dios» (Ap 5:10; ver Ap 1:620:6), cumpliendo así la promesa que Dios hizo a Israel en Éxodo 19:6 al pie del monte Sinaí.

Aquí es donde la marca en la frente adquiere otro significado. En Éxodo 28:36-38, escuchamos:

Harás también una lámina de oro puro, y grabarás en ella, como las grabaduras de un sello: «Santidad al SEÑOR». La fijarás en un cordón azul, y estará sobre la tiara. Estará en la parte delantera de la tiara. Y estará sobre la frente de Aarón…  estará siempre sobre su frente, para que sean aceptas delante del Señor (énfasis añadido).

Apocalipsis nos muestra que los santos fieles, plenamente aceptados, funcionan todos como sumos sacerdotes. Llevan el sello de Dios mismo en la frente. Son, por fin, plena y completamente «santos para el Señor».

El sello del Señor nos asegura que, sea cual sea nuestro futuro en esta vida, nuestro futuro en la próxima está asegurado. Esto es lo mejor: Si estás en Cristo ya has recibido este sello. «Después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, [ustedes] fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa» (Ef 1:13). Ya hemos sido marcados y no podemos ser desmarcados. Nuestro destino está sellado.

Marcados para santidad

Dado que estaba tan aterrorizada por la marca de la bestia, no había aprendido el increíble consuelo de la marca del Señor. Tampoco consideré sus implicaciones significativas para la forma en que debía vivir mi vida diaria. Los que han sido marcados están llamados a vivir en consecuencia en esta vida como «personas marcadas».

El sumo sacerdote llevaba «Santidad al Señor», «siempre sobre su frente» (Ex 28:38). Siempre. Dondequiera que fuera. Cuando caminaba por el campamento de camino a servir en el tabernáculo, «Santidad al Señor» decía arriba de sus ojos. Cuando volvía a casa al atardecer, oliendo a incienso, con las campanillas en los bordes de su vestimenta anunciando su paso, la etiqueta seguía allí: «Santidad al Señor». Allá donde iba, daba testimonio de quién era.

Así debemos hacerlo nosotros. Piensa en todos los comportamientos pecaminosos que dejarías de tener si a dondequiera que fueras llevaras en la frente un letrero que dijera «Santidad al Señor». El chisme, la calumnia, la impaciencia, el hablar grosero, la lista podría continuar por días. Cuando vivimos como «marcados», reconocemos que en Cristo ya somos santos para el Señor dondequiera que vayamos. Al recordarnos a nosotros mismos esta realidad presente, vivimos hoy como ciudadanos del cielo, incluso mientras esperamos la venida de nuestro Rey.

Yo, por mi parte, ya no temo a la marca de la bestia. Estoy decidida a vivir como alguien que lleva la marca del Señor, en todas partes y en todos los lugares, hasta que Él venga. Que los santos sean hallados fieles en ese día.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.



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