TESTIMONIO DE UNA JOVEN QUE ESTABA ATADA A LA PORNOGRAFÍA

Por: Bibliatodo Reflexiones
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Publicado con permiso
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Me habían hecho esa pregunta varias veces, pero al estar frente al miembro en una gran conferencia universitaria, podía sentir mis mejillas tornarse rojas.

“Pornografía” dije suavemente, con mis ojos mirando hacia otro lado. Sus ojos se hicieron grandes, y él se reclinó en su silla. Hubo un familiar momento de silencio incómodo. “Oh, ¿en serio? Wow… usualmente ese es un tema de muchachos”. “Lo sé”.

Minutos después, entré a un salón lleno de mujeres jóvenes y compartí mi historia. Yo había crecido en un hogar Cristiano conservador y devoto, asistía a una iglesia Cristiana, era la estudiante perfecta, hija perfecta, activa en el grupo de jóvenes y tenía una adicción a la pornografía. Había buscando ayuda pero no podía encontrar nada para mujeres. Todo era para hombres. Me preguntaba, ¿estoy sola?

Sentía tanta vergüenza, temor y este fuerte deseo de liberarme. Intente todo lo que se me ocurrió, desde quemar imágenes hasta lastimarme a mí misma físicamente, quería parar. Estaba cansada de ser falsa, cansada de mentir, cansada de hacer feliz a todos, cansada de temer que las personas se fueran a enterar. Al mismo tiempo, estaba aterrorizada de estar sola. Estaba convencida de que, de alguna forma u otra, era la única chica en el mundo quien se había metido en este problema. No podía dejar de pensar, ¿Qué me pasaba?

No estás sola

Incluso después de finalmente buscar ayuda y caminar en libertad, pensaba que estaba sola. Ese día hablando en una conferencia en Canadá, me di cuenta que no lo estaba. Nunca lo había estado.

Las encuestas dicen que el número de jóvenes Cristianas que batallan con la pornografía están alrededor del 10-20 por ciento. Eso quiere decir que por cada diez de ustedes que están leyendo esta publicación ahora, por lo menos una y tal vez dos luchen con la pornografía.

Si tú eres una de esas jóvenes, por favor debes saber esto:

No estás sola. Es sorprendente que sin importar cuál sea el número de mujeres que luchan con la pornografía, casi todas las jóvenes y mujeres que se ponen en contacto conmigo piensan que están solas. Es algo tan comúnmente hablando entre los hombres, pero rara vez mencionado entre mujeres. Solo porque no hablamos de eso no quiere decir que no luchemos.

Una de las cosas que más me dan esperanza al leer sobre el tiempo de Jesús en la tierra es ver a las mujeres con las que El interactuó. Algunas mujeres pudieran sentirse sucias o completamente incapaces de ser amadas por Dios porque luchan con pecados sexuales. Sin embargo cuando lees de las mujeres que tuvieron un encuentro con Jesús en los Evangelios, una gran mayoría son pecadoras sexuales. Lo que hayas hecho o estés haciendo no está más allá del alcance de la gracia del amor de Cristo. No has pecado más allá de la cruz, Dios te ama.

Una mentira tóxica

La mentira más peligrosa y tóxica que puedes creer es que Dios ya no te ama. Pudieras imaginar que Dios te está mirando con abominación, apartando Su oído de tus oraciones y dándote la espalda completamente. Sientes que le has fallado. Dejas de leer tu Biblia porque que no ves cual sea el punto de leerla, dejas de ir a la iglesia porque te sientes como una hipócrita, crees que no hay manera alguna  en la que Dios quiera tener algo que ver contigo.

Este no es el evangelio o la realidad de la gracia. (Romanos 5:8) dice, “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

El amor de Dios hacia ti no es contingente sobre tu éxito en superar tus luchas. Él te ama suficiente como para morir por ti y anhela ayudarte a luchar esta batalla, deja de creer que tienes que ganar Su amor liberándome tú misma. Él ha venido para liberar a los cautivos y a romper el poder del pecado en tu vida, pero eso no puede suceder si tú no dejas que Él se acerque. El anhela sanar tus heridas y darte una vida abundante.

Deja de creer que estás más allá de Su alcance. Hay esperanza para ti, esperanza de que puedes tener victoria sobre tus luchas, encontrar sanación y vivir una vida renovada por gracia.

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