ACEPTAMOS LO QUE CREEMOS QUE MERECEMOS

Por: Luis Caccia Guerra
"La Roca" Ministerio Internacional
https://larocaministerios.blogspot.com
-

 


 

Libre soy Él me rescató, su gracia en mí
Aún siendo yo pecador Él murió por mí
Él murió por mí

(…)

Escogido, perdonado
Yo soy quien dices que soy
Vas conmigo, a mi lado
Yo soy quien dices que soy

(“Quien Dices Que Soy” - Hillsong en español, Hillsong Worship)

Hace un tiempo una chica me pidió que le buscara en internet ciertos contenidos y se los guardara en un CD. Efectivamente así lo hice. Pocos días después, cuando le entregué el material, ella preguntó cuánto me debía por ello. Respondí que “absolutamente nada; esto es parte de nuestro trabajo como Ministerio”. Pero ella se puso sumamente insistente en que yo debía cobrarle un precio por el trabajo. “Esto es 100% ministerio” insistí reiteradas veces. Pero no hubo manera. Si yo no quería ponerle un precio, entonces que le pidiera algo a cambio para conformarla. Evidentemente no conocía el significado de la palabra “GRACIA” en su vida.

Hay un mecanismo inherente a la naturaleza humana; el de hacer, haber hecho, o dar algo a cambio, para MERECER lo que recibimos.

En casos mucho más extremos, básicamente, es el mismo mecanismo responsable de que en personas que han sufrido maltrato o violencia, muchas de ellas desde la temprana infancia; creen que es esa la clase de trato que realmente se merecen. Con frecuencia tienden a justificar a su agresor, de alguna manera se sienten responsables de semejante maltrato. Baja autoestima, insuficiente sentido de competencia o capacidad, timidez, introversión y carencias afectivas importantes desde la temprana infancia son denominadores comunes en estas personas. 

Esto explica por qué ya en su juventud y/o adultez, terminan una relación de pareja viciada de maltrato y comienzan con una nueva, pero de similares características. Más de lo mismo. ¿Por qué una y otra vez se vuelve a repetir el ciclo? Es que suele ocurrir que cuando por fin encuentran a alguien de quien reciben un trato diligente, afectuoso, considerado, que les ofrece genuino amor y respeto, duran poco. Lo rechazan en la creencia –consciente o inconsciente– de que eso no es amor o de que tal clase de amor no es para ellas, no se lo merecen.

Aceptamos lo que creemos que nos merecemos.

Con Dios, mal que nos pese, nos ocurre otro tanto.

Dios es amor, Dios es infinito, Dios es perfecto y tiene bendiciones para nosotros en abundancia. Pero el hombre natural no es amor, no es infinito, y no es perfecto. Justamente, todo lo contrario. Por lo tanto, no somos ni remotamente MERECEDORES de tanto.

Una profesora universitaria le dijo a una de sus alumnas cierta vez: “si yo tomo una Biblia en mis manos se prendería fuego”. Evidentemente se sentiría demasiado pecadora como para ser merecedora de tanto perdón, esa Gracia Infinita y Perfecta que Dios ofrece. Una vez más: más de lo mismo!

En la antigüedad, el hombre ofrecía sacrificios a sus dioses. A veces, los hijos más amados se sacrificaban en la creencia de que se hacían méritos suficientes para “ganarse”, para “ser merecedores” del favor de los dioses. Entonces, Dios hizo algo ilógico y completamente impensado para el hombre: Él mismo sacrificó a su propio Hijo para acercar gracia a los hombres.

Pero si Él, el Gran Arquitecto, Hacedor del hombre y Dueño del universo, es quien pensó que tal sacrificio valía la pena, si “Escogido, perdonado…”, si “Yo soy quien dices que soy”  como expresa la bella canción de Hillsong…

Entonces… ¿Quiénes somos nosotros para creer que no?

Y lo hizo por amor. Merecido? Definitivamente no. 100% GRACIA. Un favor que se otorga a alguien sin merecerlo en absoluto, a título GRATUITO para quien lo recibe, pero PAGADO A UN ALTÍSIMO PRECIO para quien lo da.

Sólo Cristo tiene el poder de cambiar vidas y hacer que un corazón apagado se ilumine, tenga visión y sane sus heridas. Sólo cuando esto se logra, entonces se puede ver con claridad que un amor abundante, genuino, que ayude a crecer y es capaz de sanar las heridas, como el que Dios nos ofrece; no tiene comparación alguna con esa otra clase de “amor” que nos creemos merecer.

Aceptamos lo que creemos que nos merecemos. Eso NO ES GRACIA.

 

En lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia,

(Romanos 5:20 NVI)

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNGES MI CABEZA CON ACEITE...

El poder del ayuno

PARECIDOS, PERO NO IGUALES