CONSTRUYENDO LA ÚLTIMA CASA

Por: William Brayanes
https://hazdesabiduriaministerios.blogspot.com 

Cuenta la leyenda sobre un  viejo carpintero que deseoso  de estar más tiempo con su familia, decidió jubilarse de su actividad. Fue entonces donde su  jefe y se lo hizo saber. Éste por su parte se entristeció con la noticia, porque aquel artesano había sido por muchos años su  mejor carpintero.

En todo caso decidió pedirle un favor más: que antes de retirarse, construya una última casa.

El carpintero aceptó la propuesta, aunque no de tan buena gana. Por ello a medida que avanzaba la obra, su pericia y  habilidad de otros tiempos iba en merma. Ya no ponía el esmero que lo había distinguido en construcciones anteriores.

Cuando el carpintero  participó que había terminado la obra,  su jefe lo visitó muy contento, y le entregó  las llaves de aquel inmueble,  diciéndole:

-"Maestro, esta casa que acabas de construir es tuya; es mi regalo para ti y tu familia,  por tantos años de buen servicio".

En ese momento el carpintero se sintió profundamente avergonzado consigo mismo,  pues de conocer  que estaba construyendo su propia vivienda, la hubiese hecho con la excelencia de las anteriores.

Querid@ visitante: 

A veces vamos por el mundo construyendo nuestra vida, sin poner los mejores materiales, ni la mejor mano de obra. O quizá nos preocupamos un tanto en ciertos acabados, en la fachada, en las apariencias, pero no en la calidad  de la estructura ni los cimientos. Y más tarde, en la vejez,  cuando empezamos a constatar que el balance no ha sido bueno, quisiéramos  volver atrás, reconsiderar acciones, evitar errores y hasta empezar de nuevo. Pero es imposible. El tiempo no regresa.

Aceptemos entonces para nuestra vida diaria, los cimientos que Dios, en su infinita bondad y sabiduría   nos provee. No olvidemos que tanto sus materiales como su mano de obra, siempre fueron, son y serán de excelente calidad.   

“Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.” 

(Mateo 7:25)

 

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