CONSTRUYENDO LA ÚLTIMA CASA
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En todo caso decidió pedirle un favor más: que antes de retirarse, construya una última casa.
El carpintero aceptó la propuesta, aunque no de tan buena gana. Por ello a medida que avanzaba la obra, su pericia y habilidad de otros tiempos iba en merma. Ya no ponía el esmero que lo había distinguido en construcciones anteriores.
Cuando el carpintero participó que había terminado la obra, su jefe lo visitó muy contento, y le entregó las llaves de aquel inmueble, diciéndole:
-"Maestro, esta casa que acabas de construir es tuya; es mi regalo para ti y tu familia, por tantos años de buen servicio".
En ese momento el carpintero se sintió profundamente avergonzado consigo mismo, pues de conocer que estaba construyendo su propia vivienda, la hubiese hecho con la excelencia de las anteriores.
Querid@ visitante:
A veces vamos por el mundo construyendo nuestra vida, sin poner los mejores materiales, ni la mejor mano de obra. O quizá nos preocupamos un tanto en ciertos acabados, en la fachada, en las apariencias, pero no en la calidad de la estructura ni los cimientos. Y más tarde, en la vejez, cuando empezamos a constatar que el balance no ha sido bueno, quisiéramos volver atrás, reconsiderar acciones, evitar errores y hasta empezar de nuevo. Pero es imposible. El tiempo no regresa.
Aceptemos entonces para nuestra vida diaria, los cimientos que Dios, en su infinita bondad y sabiduría nos provee. No olvidemos que tanto sus materiales como su mano de obra, siempre fueron, son y serán de excelente calidad.
“Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.”
(Mateo 7:25)
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