NO TE CASES NI TE EMBARQUES
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En alguna ocasión un amigo me llamó para posponer un
viaje que previamente habíamos pactado para el día siguiente. Su justificación
para tal aplazamiento, simple y
llanamente fue:
-“Mañana es martes 13”.
Así es que por más que intenté disuadirlo de su decisión supersticiosa, el viaje no se hizo.
Muchos alguna vez
-y me incluyo- estuvimos atados a múltiples cábalas y supersticiones que
eran las que prácticamente guiaban nuestra vida; desde leer diariamente el
horóscopo y comprar billetes de lotería terminados en un número tal; hasta bajarnos
de la cama apoyando primero el pie derecho; no transitar debajo de una
escalera, y no mirarnos en un espejo roto. A más de ello, portábamos en la billetera: reliquias,
estampas, escapularios, monedas, uña de gato, pata de conejo o alguna cruz, buscando dizque conseguir “buena suerte” y “buenas vibras”. Y como si fuera poco: colocábamos
una planta de sábila a la entrada de nuestra casa; una escoba tras la puerta, y
“devotamente” manteníamos abierta una Biblia -que nunca leíamos- junto a un
vaso de agua y una vela encendida.
Para qué recordar todas las novelerías a las que
recurrimos al despedir el año que terminaba y recibir al que estaba por venir?
Querid@ visitante:
Dios es el Creador, y por lo tanto el único que tiene el control sobre nuestra vida y destino. Él está por encima de todo; no existe ninguna fuerza superior a Él, ni en el cielo, ni en la tierra, ni en las aguas ni debajo de ellas.
De tal manera que en el Señor debemos refugiarnos y confiar; y solo a Él encomendar nuestro día a día, nuestras luchas, pruebas y aflicciones, dejando de lado cualquier raíz de superstición, que es igual a decir de idolatría.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, la victoria y la majestad.
Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra.
Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo.
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