EL PODER DE UN CELULAR APAGADO
Ministerio La Catapulta
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Publicado con permiso
Jamás en la historia hemos tenido tanto poder en nuestras manos. El celular unificó todo lo que antes usábamos por separado.
Antes necesitábamos una cámara digital para tomar fotos. También una grabadora, para grabar audio. Un teléfono de línea, para intentar comunicarnos porque si no estaba la persona, en otro lugar con un teléfono de línea no nos quedaba más que esperar a que le dieran un mensaje.
Necesitábamos una computadora para editar videos y diseños. Un bloc de notas para nuestras listas de tareas diarias. Una agenda de papel, para llevar todas nuestras citas y anotar los números telefónicos de nuestros contactos. Hoy todo esto, está integrado en un solo aparato. Y muy pocos se saben más de 3 números de teléfono de memoria.
El celular no sólo unificó todo lo que antes usábamos por separado. Sino que también nos hiper conectó con cualquier persona o grupo de personas en cualquier lugar geográfico del mundo. Las implicaciones de esto son positivas y a la vez devastadoras.
Con la aparición de las Apps, ahora tenemos múltiples buzones de texto, distintas maneras de comunicarnos y podemos conectarnos en grupos de hasta 500 personas fácilmente con una cuenta pagada de Zoom en una video llamada grupal.
Lo bueno de todos estos avances tecnológicos es la eficiencia que podemos alcanzar en todo sentido. Yo llamo al Señor de la tienda, le pido lo que necesito, llego, me estaciono, coloca todo en el baúl de mi carro, le entrego mi tarjeta de crédito, cobra y listo. Esto es maravilloso. ¿Cuándo una tienda de barrio podría haber hecho esto?
Hemos ganado mucho y también hemos perdido mucho. Entre otras cosas, hemos ganado eficiencia y perdido intimidad. ¿Cómo así? Hemos ganado eficiencia y perdido intimidad con las personas cercanas. Bien dijo alguien: “El celular acerca los lejanos y aleja a los cercanos”.
¿Por qué hemos perdido intimidad? Porque una familia puede estar en la misma casa y no verse la cara en todo el día. El celular crea un mundo único, dentro del mundo real. Vivo en mi mundo físico, pero realmente, vivo en un mundo virtual. Y ese mundo virtual, si no lo manejo bien, terminará por desconectarme de mi mundo real.
Con un celular en la mano todo el día ¿Cuándo conectan padres e hijos? Con un celular en la mano ¿Cuándo conecta una pareja de esposos? El celular en la mano gana cercanía e intimidad con los lejanos, pero muchas veces a costa de los presentes que al final de cuentas están ausentes. Y no extrañan al que está presente, porque los ausentes, “llenan más” que los presentes ignorados.
Y eso que no hemos hablado de las redes sociales las que dejaré para la próxima publicación. ¿Quién necesita a alguien si tiene a todos al alcance de una llamada? Necesitamos el toque físico. Por ahora limitado de muchas maneras. Pero sin toque físico, sin compartir cara a cara, nuestras relaciones familiares se verán seriamente afectadas.
El poder de un celular apagado, es que me hace disponible a los presentes. Media hora antes de dormir, mis dos hijas menores saben que ya no hay aparatos luminosos a su alcance. Anoche llegaron al cuarto. Es el mejor tiempo. Porque nos cuentan historias, se carcajean, hacen bromas, hablan de su corazón, cuentan lo que les gusta, lo que les disgusta, hacen preguntas y tanto más. En otras palabras, interactúan como humanos no tecnológicos con padres por el momento no tecnológicos. Esos momentos no tienen precio.
Con un celular encendido todo el tiempo, podremos estar en el mismo lugar con cualquiera, pero lejos en muchos sentidos. Y esto afecta disminuye grandemente la intimidad entre padres e hijos, amigos y amigos y también entre la pareja, que ya no encuentra tiempo para ser uno físicamente, disfrutarse y reconectar.
¿Qué pasaría en su vida matrimonial si apagara su celular?
¿Qué pasaría en su vida familiar si apagara su celular?
¿Cuánto mejor dormiría si apagara su celular?
¿Qué cosas ganaría en su vida diaria si hubiera momentos frente a otros sin un celular presente?
No es dejar de usar un celular, sino aprender el momento en que da y el momento en que quita. Aprender del uso, del abuso y del poder del desuso. Esa es la clave.
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