Fe sin obras
Por: Luis Caccia Guerra para Haz de
sabiduría.blogspot.com
“Relájese y mire las obras que Jesús
hizo por usted, y recuerde siempre que las obras que usted haga no
compran su aceptación delante de Dios. La aceptación ya ha sido
comprada con la sangre de Cristo. Las obras que nosotros hacemos es
nuestro modo de decir ”gracias” a nuestro increíble Dios, que
nos ama tanto que envió a su único Hijo a redimirnos de nuestro
pecado y nos ha sentado en los lugares celestiales con Cristo.”
(Joyce Meyer)
Pero
alguno dirá:
Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo
te mostraré mi fe por mis obras. ¿Mas quieres saber, hombre vano,
que la fe sin obras es muerta? Porque
como el cuerpo sin espíritu
está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Stg
2:18;20;26 RV1960)
Durante mucho tiempo, viví de tal manera que
mis obras agradaran a Dios. No está mal si lo vemos objetivamente y
desde ese punto de vista. Entonces… ¿Por qué no se abrían las
puertas de los cielos para que la bendición bajara a raudales, hasta
que sobreabunde? Algo andaba mal…
Es que a veces, es necesaria una cuota de
subjetividad que intente leer entre líneas entre lo que parece
obvio. Y esa es la clase de revelación de la cual quiero hablar en
el presente escrito.
Lo digo en otras palabras: Durante mucho
tiempo, viví de tal manera que mis obras sirvieran para reclamar la
aprobación de Dios. En efecto; años de mi vida, lo que viví
haciendo en realidad, es intentando ganarme Su Aprobación, que no es
lo mismo; cuando en realidad, no hay nada que podamos hacer para
simplemente obtener su aprobación.
Toda vez que…
Todos nosotros
somos como cosa impura, y todas nuestras obras justas son como trapo
de inmundicia. Todos nosotros nos hemos marchitado como hojas, y
nuestras iniquidades nos han llevado como el viento. (Isaías
64:6 BEMH)
por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
(Rom
3:23 RV1960)
Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados
en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Rom
5:8-9 RV1960)
En Génesis cap. 4 hallamos a Caín y Abel, los
primeros hermanos del mundo, presentando sus ofrendas ante Dios. Dios
mira con agrado la ofrenda de Abel, mas no así la de Caín. ¿Qué
pasó?
Caín ofreció del fruto de la tierra, lo
primero que le vino a mano, lo que le vino en gana a su parecer.
Tenía un corazón malvado, de no haber sido así no hubiera ultimado
a su hermano, y su ofrenda fue fruto de su desdén. En cambio Abel,
se tomó el trabajo de escoger su ofrenda; no lo defectuoso, no lo
mezquino, sino lo mejor de lo mejor que tenía, conforme a su
corazón. Abel ofreció con la vista puesta en la soberana voluntad
de Dios como norma suya (Hebreos 11:4), mientras que Caín lo hizo
sólo como procedimiento, ritual, por seguir la corriente, por salvar
su prestigio, por guardar las apariencias; pero nunca por fe, lo que
resultó en pecado.
“Abel era humilde y contrito, Caín,
altivo y complaciente; dentro de él anidaba la autoconfianza.”
(Matthew Henry)
“No hay nada que yo pueda hacer para que
Dios me ame más de lo que ya me ama. Nada puedo hacer para que Dios
me ame menos de lo que ya me ama.” (Philip Yancey)
La fe sin obras es muerta. Es que no hay fe si
no hay síntomas que manifiestan que la hay. Pero multitud de obras
sin una fe verdadera también son obras muertas.
… sin
fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan.
(Heb
11:6 RV1960)
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La imagen que ilustra el presente artículo es diseño original de
William Brayanes. www.hazdesabiduria.blogspot.com
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