Sexo: su diseño original

Por: Lic. Diego A. Brizzio
Escrito originalmente para “I.C.E Sígueme”
Se publica con permiso.


¿Tenemos sexo con luz, o preferimos la oscuridad? … Es decir, ¿vivimos nuestra sexualidad a la luz de la verdad bíblica, o en la oscuridad de lo que este mundo nos impone?
Hoy comenzamos la serie que habíamos anunciado: “Sexo a la luz de la verdad: viviendo nuestra sexualidad de acuerdo con su diseñador”. Le vamos a dedicar 5 o 6 mensajes. No es demasiado. Este tema lo justifica, por varias razones:
Porque la sexualidad es una importante parte de la creación de Dios, y una fuerte necesidad de los seres humanos.
Porque la Biblia habla mucho sobre las relaciones sexuales.
Porque en la iglesia se ha enseñado muy poco sobre ella.
Porque estamos hundidos en una cultura híper erotizada, que influye negativa y fuertemente contra nosotros.
Porque no sólo necesitamos aprender y mejorar nosotros en este aspecto, sino también saber educar a las generaciones siguientes.
Así que, se justifica dedicarle varios mensajes a este tema. Espero poder enseñarlo con sensibilidad y respeto, considerando que hay personas muy jovencitas y otras mayores; personas solteras, casadas y solas. Si a alguien le produce tristeza o ansiedad lo que voy a decir, por favor, sepa también comprender que es importante hablar todos estos temas de forma general y para la gloria de Dios. El tema de esta noche es:
Sexo: su diseño original
Génesis 1.27-28, 31 y 2.18, 22-24
  1. Fue muy bien diseñado por Dios. Dice: “Y Dios creó al ser humano a su imagen… Varón y mujer los creó… Y Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno” (Gén 1.27, 31). Decir esto en una iglesia cristiana podría sonar redundante o innecesario, pero es mejor dejarlo bien en claro: fue Dios quien pensó que el ser humano debía existir en versión masculina y versión femenina, y fue Dios quien le inventó todos los rasgos característicos a cada uno. Fue Dios, quien dijo, por ejemplo…
El varón va a tener menos conectados los hemisferios cerebrales; podrá concentrarse y especializarse con profundidad en una cosa a la vez, pero se perderá de un montón de detalles que suceden a su alrededor. La mujer va a tener los hemisferios más conectados; podrá ser más global e integradora con lo que la rodea, pero sufrirá mayor estrés e inseguridad.
Él será más racional y operativo que ella; y ella será más emocional y relacional que él.
Él será más abstracto y empírico; ella más concreta e intuitiva.
Él va a tener los hombros más anchos que la cadera; y ella al revés: los hombros igual que la cadera o más angostos.
Él va a tener un cuerpo con más pelo, y una cabeza con menos; y ella al revés.
Él va a tener mayor masa corporal y curvas más angulosas; y ella menor masa pero curvas más contorneadas.
Él va a tener su aparato genital mayormente fuera; y ella mayormente dentro, de modo que puedan acoplarse perfectamente.
Ella va a tener funciones que la hacen única: la menstruación, la gestación y el amamantamiento…
A él le va a gustar conquistar; a ella ser deseada.
A él le va a estimular la figura y el perfume de ella; a ella las palabras y las caricias de él.
Él buscará encuentros más periódicos, ella encuentros más románticos.
Él será arrebatado, ella rezagada.
Ambos tendrán zonas muy sensibles y placenteras.
Cada detalle de la sexualidad masculina y femenina fue diseñado por Dios: lo genético, lo químico, lo fisiológico, lo anatómico, lo psicológico, lo conductual… Cada tendencia, cada necesidad, función, cada tejido, cada sensación… todo lo sexual fue creado por Dios. Y no sólo que lo hizo, sino que lo hizo bien. Porque dice: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (1.31).
De esto podemos sacar algunas enseñanzas:
(1) El sexo no es un dios; es creación de Dios. No tenemos que rendirnos ante él y adorarlo, como pretenden la cultura y los medios de hoy.
(2) Si el sexo fue diseñado por Dios, para vivirlo bien debemos seguir las indicaciones del Diseñador. Días atrás compré un aparato electrónico, y el manual decía: “Para un mayor aprovechamiento y una vida más larga de la batería, siga las indicaciones del manual”. En todos los ámbitos de la vida es así, incluso en el sexo: las cosas funcionan bien y se disfrutan más si se siguen las indicaciones del diseñador o fabricante. (En esta serie vamos a aprender varias indicaciones del Fabricante de nuestra sexualidad.)
(3) Si la sexualidad fue creada buena en gran manera, entonces nosotros deberíamos desarrollar actitudes positivas hacia la misma. Si hemos tenido o tenemos alguna mala enseñanza, o alguna mala experiencia, o algunos malos ejemplos, y eso nos ha eso ha impreso la idea de que el sexo es sucio, es perverso, es hiriente o algo así, entonces deberíamos trabajar en esas ideas a la luz de la verdad bíblica, y corregirlas o sanarlas. En sí misma, la sexualidad no es mala; es buena. Debemos respetarla, atesorarla, tener expectativas…
  1. Fue diseñado para fines muy trascendentes. Veamos algunos propósitos importantísimos para los que Dios diseñó las relaciones sexuales:
Para completar la compenetración que ya existe entre los enamorados en las demás áreas. Dice: “No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él” (2.18). “Entonces el Señor Dios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre. …El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo” (2.21-24). Salvo algunos que tienen un don especial de Dios, la mayoría la mayoría tiene una gran necesidad de llegar a compartirlo todo con otra persona, de llegar a estar realmente unido y compenetrado con otro. Por eso, cuando conocemos a alguien, empezamos a compartir, a darnos a conocer y a querer conocer, desde lo superficial hacia lo más profundo. Primero el nombre, luego la actividad, luego un poco de historia, las opiniones, las creencias… Y si resulta que hay correspondencia sentimental, ese compartir avanza: emociones, momentos, espacios sueños, proyectos. Bueno, Dios diseñó la relación sexual para que los enamorados, después de haberse conocido y compartido bien en las demás áreas, lleguen a compartir incluso su cuerpo, para que haya una entrega y recepción total, una unión y compenetración completa. La relación sexual debe ser la cumple del compartir. De esa manera satisface una profunda necesidad humana. Lamentablemente, mucha gente hoy comparte los cuerpos en “la primera cita”, sin compartirse previamente casi nada de lo demás…
Para dar y recibir placer y salud. Varones y mujeres fuimos diseñados para sentir placeres, y por medio de los placeres colaborar con la salud. Sentimos diferentes tipos de placeres, por ejemplo:
(1) placer físico o sensorial, el que sentimos cuando olemos un perfume, vemos un paisaje, escuchamos una melodía, acariciamos una superficie suave, etc.
(2) Placer psicológico, el que sentimos cuando estamos en una relación hermosa, cuando triunfamos, cuando desarrollamos nuestra vocación, recordamos un buen momento, etc. Y cada vez que sentimos placer experimentamos un poco de salud. Bueno, Dios diseñó las relaciones sexuales para que nosotros pudiésemos dar y recibir placer… y salud. ¿Han visto la frase de Adán cuando recibió a Eva? “¡Al fin! —exclamó el hombre—. ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” (2.23) Es una expresión de regocijo y de placer. Y Salomón, tanto en Proverbios, como en Eclesiastés y en Cantar de los Cantares, abunda en referencias al placer del encuentro íntimo. Y es que en las relaciones sexuales amorosas damos y recibimos placer, tanto sensorial como psicológico… Y todo ese placer repercute en la salud, en la salud física y salud psicológica. Numerosos estudios afirman que tener relaciones sexuales de forma regular
alarga la vida, mejora la actividad cardiaca, refuerza la resistencia frente al dolor, robustece el sistema inmunológico e incluso aleja el fantasma de sufrir ciertos cánceres y tiene un efecto antidepresivo. El sexo se convierte en fuente de placer y salud porque es el mediador para que nuestro cuerpo genere sustancias como son las endorfinas, serotonina, oxitocina y dopamina…” 1

Por el contrario, no disfrutar la sexualidad a plenitud (en particular cuando se tiene el compañero) implica irritación, estado anímico negativo y una actitud general disfuncional hacia todos los ámbitos, por tanto, la salud se ve dañada ante la falta de una práctica sexual adecuada.2
Esta experiencia y esta necesidad humana de dar y recibir placer y salud es muy importante y trascendente, y la relación sexual fue diseñada para satisfacerla.
Para procrear. Salvo pocas excepciones, varones y mujeres también fuimos creados con la necesidad de procrear, con la necesidad de tener hijos. Por diversos motivos, no todos tenemos la posibilidad de llegar a hacerlo, pero la regla general sigue siendo cierta: la gran mayoría de varones y mujeres, en algún momento de su vida, quiere tener descendencia. Bueno, la relación sexual fue diseñada para este fin. Dice: “Varón y mujer los creó. Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: ‘Sean fructíferos y multiplíquense’” (1.27-28). Procrear es una de las experiencias más trascendentes. Pero cuidado; para Dios procrear no es solamente engendrar o concebir un nuevo ser. Es también hacer el resto del proceso: gestarlo —por supuesto—, darlo a luz, alimentarlo, protegerlo, prepararlo para la vida, formarlo en todo sentido como Dios lo enseña, y acompañarlo… Cada vez que se engendra o se concibe, se inicia todo ese proceso que puede durar toda la vida, y el padre y la madre son responsables del mismo. Así que, para Dios, procreación es todo esto, y la relación sexual fue diseñada para iniciarlo.
¡Es muy trascendente! Ahora bien, quiero decir dos cosas:
(1) La Biblia NO dice que las parejas deban tener relaciones sólo cuando quieren procrear. Aunque no quieran procrear, también pueden tener relaciones. Pueden tenerlas sólo para compartirse y unirse, para dar y recibir placer.
(2) La Biblia tampoco dice que toda relación sexual debe estar abierta a la posibilidad de procrear; no dice: “Prohibido evitar la concepción”. “Prohibido usar métodos anticonceptivos”. Sí recomienda buscar hijos en algún momento, pero no prohíbe planear ni controlar el número de hijos, o el momento para tenerlos. Lo que sí prohíbe es provocar abortos. Las parejas deben asegurarse de que el método anticonceptivos que usan no sea abortivo. Consulten a un profesional cristiano.
Así que, el sexo o la relación sexual tiene propósitos muy trascendentes: completar la compenetración integral, dar y recibir placer, y procrear. Tiene que ver con la satisfacción de necesidades muy profundas del varón y de la mujer.
  1. Fue diseñado para la relación matrimonial. Para que el sexo tenga esperanza de cumplir los tres propósitos vistos recién, y no sea de perjuicio para nadie, Dios ordenó que se practique dentro de una relación determinada, dentro de una relación que también fue diseñada por Dios: la relación esposo-esposa. Pero para evitar malos entendidos, definamos mejor esa relación. Es una relación que debe reunir cinco condiciones, todas ellas. Debe ser una relación:
Heterosexual. Para Adán Dios no creó otro varón; creó una mujer. Sólo en una relación varón-mujer pueden cumplirse los tres fines.
Amorosa. Tanto en el varón como en la mujer debe haber un verdadero cariño y deseo de beneficiar, hacer feliz y desarrollar al otro.
Formal. Antes de cualquier encuentro sexual, la relación debe haberse formalizado mediante un pacto socio-jurídico, mediante la firma del acta matrimonial. Ambos deben haber firmado delante del Estado y de testigos que tienen la intención de cumplir con las cláusulas que allí figuran. ¿Por qué? Porque en nuestra sociedad y cultura, esa es la forma más solemne de decir que quieren permanecer toda la vida con el otro. Esa es la forma más firme de brindar seguridad psicológica y legal a la otra persona. Es importante brindar esa seguridad.
Exclusiva. La relación debe ser de UNO con UNA, exclusivamente. No es una relación de tres ni de cuatro, sino de DOS. En lo emocional y en lo sexual, NO es inclusiva, NO es solidaria; es 100% excluyente y blindada.
Perpetua. La relación debe proyectarse para toda la vida. No debe prever un final.
Repito: para que haya esperanzas de que la sexualidad empiece a cumplir sus objetivos, deben darse esas cinco condiciones. No una sola, ni tampoco cuatro. Algunos dicen: lo importante es el amor; lo demás no importa. ¡Mentira! ¡Falacia! El amor es importante, pero no es suficiente para hacer que una sexualidad saludable.
Si la sexualidad se vive fuera de una relación heterosexual, amorosa, formal, exclusiva y perpetua, no hay esperanza de una sexualidad saludable. Más tarde o más temprano, sobreviene algún tipo de perjuicio, trastorno o peso… ya sea espiritual, psicológico, sanitario, social, económico, etc. Y puede sobrevenir para uno de los miembros de la pareja, o para ambos, o para sus hijos, o para la familia extendida, o para la sociedad o para la iglesia. Esto es una regla que siempre se cumple.
¡Gloria a Dios por el diseño original del sexo! La iglesia de Cristo debe ser un pueblo que conozca, aprecie y practique la sexualidad tal como ha sido diseñada originalmente por su Creador.

1 http://www.rexpuestas.com/secciones/extendido/sexo-fuente-de-placer-y-salud/

2 Ibid.

Aviso Legal: La imagen que ilustra el presente es diseño original de Diego Brizzio
Todos los derechos reservados.

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