“Hay cambios que no dependen de vos, pero otros sólo se producirán por tu decisión”.
Parece que todo da igual. Llamamos a lo bueno malo y a lo malo bueno. Sin embargo no es lo mismo. El verdadero éxito es mantener nuestra integridad en medio del relativismo moral que nos rodea. Algunas personas, por ser cristianas, se autoexcluyen del poder progresar, prosperar y tener éxito, como si esto fuera algo mundano o significara entrar en una competitividad negativa. Hasta tienen problemas con la palabra éxito, aunque en su interior es lo que finalmente buscan. El verdadero éxito para un hijo de Dios, es descubrir su propósito en la Tierra y edificar su vida sobre La Roca. Tenemos la libertad de elegir, elijamos bien.
¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20)
Todos los días tenemos la oportunidad de elegir encomendar nuestra vida a Dios y compartirle aquellos sueños que tenemos y que queremos que se hagan realidad, o seguir tomando nuestras propias decisiones, que seguramente nos seguirán llevando por el mismo (o peor) camino por el que venimos. Dios nos ha dado la libertad de elegir, todo está al alcance de nuestra mano, sin embargo, nos ha dado la responsabilidad de elegir lo que nos hace bien y edifica, y eso no solo lo podemos ver en la comida, nuestro interior tiene la misma necesidad de alimentarse que nuestro cuerpo exterior, y así como hay alimentos que sanan y que matan el cuerpo, también hay alimentos que sanan o dañan el alma. Lo que uno escoge provoca consecuencias. Nuestro futuro y el de quienes nos rodean dependen de las decisiones que tomemos hoy, debemos asumir la responsabilidad de saber diferenciar el bien del mal, de elegir lo correcto. Hoy se ha instalado con rigor de verdad en nuestra sociedad un nuevo mal… El relativismo moral. Es esta creencia que da igual valor o legitimidad o importancia a todas las opiniones morales y éticas, con independencia de quién, cómo, cuándo y dónde se expresan. Se trata de una igualación absoluta de toda opinión ética o moral entre las que se cree que no existe jerarquía posible. Todas son verdaderas y dignas de igual respeto dicen los relativistas. El argumento principal al que apelan, es el de la tolerancia, el decirle a alguien que su moralidad es incorrecta, que está mal lo que está diciendo o haciendo es intolerancia, y el relativismo tolera todas las perspectivas. Pero esto es simplemente un engaño. Primero que nada, el mal nunca debe ser tolerado, no nos dejemos engañar si creemos que los que hacen el mal heredarán el Reino de Dios. ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)
La vida está llena de decisiones. Desde que nos levantamos hasta que terminamos el día tenemos que hacer elecciones que hacen que nuestro día pueda llegar a ser un buen día o un mal día. Cuando hablamos de una vida exitosa, de esto estamos hablando, de elegir lo correcto, de no hacer o decir cosas que nos saquen del diseño de vida que el Creador nos ha dado… Entender que Dios es nuestro fabricante y que lo que su Palabra dice es parte de la “garantía” de vida plena.
Dios nos dice en (Isaías 48:17) “Yo soy el Señor tu Dios; yo te enseño provechosamente, lo que es para tu bien, yo te guío por el camino que debes seguir”.
Vivamos como como Dios manda, Él es el único a quien debemos agradar, Él tiene planes de bien para nosotros, sus hijos, Él nos llama a combatir el mal con el bien y hacer el bien en todo momento. Él es finalmente quien nos va a respaldar. El cambio comienza en nosotros. Es posible vencer con el bien al mal.
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