Cuando al fin se piensa en Dios

Alex López
La Catapulta
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“Y como Dios le llena de alegría el corazón, muy poco reflexiona el hombre en cuanto a su vida” Eclesiastés 5:20

Qué ironía. Cuando todo marcha bien, el ser humano tiende a olvidarse de Dios. Cuando las cosas marchan mal, corre a él.

Lo he visto, vez tras vez. Gente feliz en su abundancia. Hasta que, una situación en donde el dinero no compra la solución, miran hacia el cielo.

Las limitaciones humanas nos recuerdan que no somos “dios”: la enfermedad, problemas en casa, problemas en nuestro corazón (pensamientos, sentimientos y voluntad) o muerte…

No somos creadores, somos criaturas. Y, fuimos creados para deleitarnos en la grandeza de Dios, en la grandeza de sus reglas (que existen no para evitarnos vivir sino para evitarnos sufrir) y en la grandeza de su amor ante nuestro pecado heredado desde Adán: pecador engendra a pecador.

El verdadero gozo de la vida no está afuera, está en tener a Dios adentro. Todo aquel que se arrepiente de sus pecados (de vivir su voluntad ignorando la voluntad buena agradable y perfecta de Dios), recibe un regalo especial que se llama el Espíritu Santo. Dios viene a morar en nosotros y nos sella en nuestro espíritu con la marca de su propiedad.

Lo invito a meditar en Dios. No cuando se tope con un problema que otro ser humano no le puede resolver. Hoy y en donde está. Y, a reflexionar sobre la grandeza de Dios y la bajeza de su pecado.

Dios sí es ira. Dios no tolera el pecado, ni la maldad, ni la injusticia. Es más, ve como enemigo al que no le honra. Pero también es amor. Justo y amoroso, siempre. ¡Su mayor placer es amar! Y, ¿Cómo nos amó? creándonos y salvándonos de nuestros pecados. No somos robots, elegimos pecar porque nacemos con una naturaleza corrompida desde que Adán y Eva cayeron de la posición única y privilegiada que ellos tuvieron en el Jardín del Edén. Tenemos una predisposición hacia el mal.

Reflexiona y corra a Dios en fe y arrepentimiento. Jesús vivió la vida que ni usted ni yo hemos podido vivir. Jesús es nuestra paz con Dios. El no tolera el pecado, pero Jesús lleva el castigo por nuestros pecados. El justo muere por los injustos a fin de llevarnos a Dios.

Y, cuando corra a Dios, podrá pedir ayuda a otro cristiano para que le muestre lo que la Biblia enseña al respecto. Pero usted no necesita de ningún mediador para llegar a Dios más que a Jesucristo mismo. No hay gente que tenga influencias más profundas con Dios. Dios no sólo escucha su oración, escuchó tan solo los sollozos de un muchacho llamado Ismael, quien estaba a punto de morir en el desierto y envió un ángel para salvarlo a él y a su mamá. Dios escucha, a Dios usted le importa.

Dios escucha su oración, incluso sus lágrimas… Busque conocer de él y encontrará palabras de vida eterna. Fuerza para esta vida, esperanza venidera en la eternidad y gozo a pesar de las situaciones presentes.

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno»” La Biblia en Eclesiastés 12:1

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