NO SE TRATA DE SENTARSE A ESPERAR
Por: William Brayanes
Cuenta la leyenda que cierto día un alumno montando su camello, llegó ante la presencia de su maestro; bajó del animal; entró en la tienda de campaña; hizo una profunda reverencia, y dijo:
-Maestro, es tanta mi confianza en Dios, que he dejado suelto a mi camello allí afuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que lo aman.
La inmediata respuesta del maestro fue:
-Pues más vale que salgas ahora mismo y ates tu camello para que no se te escape. Dios no puede ocuparse de lo que tú eres capaz de realizar por ti mismo.
Querid@ vistante:
Es cierto que todas nuestras acciones debemos encomendarlas a Dios, a través de la oración, porque a Él nos debemos y de Él dependemos. Pero eso no significa ubicarnos en la cómoda posición de la inercia, esperando que las cosas se resuelvan como por arte de magia.
El atleta no gana la carrera, con solo orar y entrenar la víspera de la competencia. Es necesario un arduo proceso de disciplina, constancia y entrenamiento diarios.
Los conflictos familiares no se resolverán con solo pedirle al Señor que cambie al resto, mientras no comencemos a cambiar nosotros también.
La casa no se resguarda con sólo declarar que ningún ladrón entrará a robar, mientras imprudentemente la dejemos con las puertas abiertas.
El pan de cada día no se consigue, únicamente orando y quedándonos en casa a esperar que alguien llegue a dejarlo. Hay que salir a buscarlo. Estos tiempos de pandemia estimuló a muchos a activar su creatividad hacia lo bueno, logrando paliar la crisis.
Hablando de pandemia, mucha gente en un exceso de confianza y falta de sensatez, siguen negándose a cumplir con las normas básicas de bioseguridad, y lo justifican señalando que su fe es suficiente para impedir que se contagien. En incontables casos, ese tipo de posición, ha llevado a desenlaces fatales.
Para nada estamos subestimando el poder de la oración, la fe y la confianza en Dios, pues es obvio que para Él, nada es imposible. Pero debemos recordar que existe una tarea que se nos manda a realizar y hay que cumplirla, como muestra de sujeción, disciplina y humildad, a Él, quien es nuestro guía, no nuestro mandadero. (W Brayanes)
Porque todo aquél que pide, recibe,
y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.
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