AL OTRO LADO DE LA VENTANA

Por: William Brayanes

Una corta historia, relata sobre un joven  de 24 años de edad  quien emocionado por lo que observaba a través de la ventana del autobús, gritó: "¡Papá, mira los árboles, es como si vinieran corriendo  detrás de nosotros!".

El  padre sonrió con gran satisfacción, mientras  otro viajero que estaba cerca, miró con extrañeza  al joven y pensó que para tener esa edad, sus expresiones y  conducta eran demasiado infantiles.

En eso, una vez más el joven con igual alegría, exclamó: "¡Papá, mira, ahora  las nubes están corriendo igual que nosotros”.

El viajero no pudo resistir más su curiosidad, y le preguntó al anciano: 

-¿Por qué no lleva a su hijo  con  un buen  sicólogo o tal vez  un siquiatra?"

El anciano sonrió  y con   emoción contestó:

-Ya lo hice. En este momento  estamos viniendo del hospital. Sucede que mi hijo era ciego de nacimiento, y hoy por primera vez puede ver: por eso su emoción con las cosas que está descubriendo.

En ese momento el viajero  sintió un nudo en la garganta, y un rubor de vergüenza que lo envolvió el resto del viaje.

Querid@ visitante:

Cuán veloces somos para esgrimir dos armas letales que se nos ha entregado: -el pensamiento y la lengua- al emitir conceptos preconcebidos sobre los demás. Recordemos que cada persona  es un universo, tiene su propia historia y su propio lado de la ventana. Ello  debería limitarnos no solo a juzgar al resto, conociéndolos, sino dejar de prejuzgarlos, solamente por lo que vemos a primera vista.

Pidamos al Señor que nos ayude a “resetear” nuestra mente y labios, para librarlos de todo virus espiritual, a fin de evitarnos nuestra propia vergüenza o la vergüenza pública, al comprobar lo equivocados que estuvimos en nuestros conceptos, el momento que decidimos  erigirnos jueces de vidas ajenas.  (WBrayanes)

“Pero yo les digo que en el día del juicio

todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa

que hayan pronunciado.”

(Mateo 12:36)


 

 

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