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Un largo camino de regreso a casa

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “ También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”

Hazte cargo de lo mío, que yo me hago cargo de lo tuyo

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hace poco escuché esta declaración: “Señor, hazte cargo de lo mío, que yo me hago cargo de lo tuyo”. Lo que quería decir, es algo así como: “Señor, te entrego mis problemas en tus manos para que tú te ocupes de ellos, y yo me ocupo de tu obra.” Bien intencionado. Parecía “sonar” bien. En un principio me gustó el “intercambio”… hasta que en medio de una de esas intensas meditaciones a solas con el Señor, comencé a percibir que algo no estaba bien, que algo no encajaba. Y es que el autor de la reflexión original, en esas mismas palabras, lo que había querido decir, en realidad, tenía un sentido diferente. Lo que estaba proponiendo era un cambio de sentido de la exteriorización de la situación delante de Dios. No se trataba de un intercambio, sino de focalizarse más en Dios y menos en tus problemas. Darte la vuelta, encarar; enfrentar cara a cara el problema, dejar de mostrarle a Dios cuán grande es tu problem

El Espíritu de Dios llena mi vida

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “ Muchas veces me he preguntado en varios momentos del día: ¿Qué es lo que me impulsa para avanzar en la vida y en el día tras día? ¿Qué me mueve, qué es lo que hace que yo tome decisiones aún en medio de la tristeza, de las debilidades, de la tormenta? A lo largo de mi vida Dios me ha bendecido siempre en todo aquello que me he propuesto hacer y alcanzar; aún en mis llagas, errores, El siempre me ha dado la victoria y el éxito para lograr mis proyectos, concluir mis etapas. Yo veo y sé que Jesús cambió mi vida; es más: El ya tenía una o varias misiones para mí antes de que yo llegara a este mundo; El ya sabía qué debía hacer. A veces me he preguntado el por qué pasar por lo que pasé, qué necesidad había, si mi vida podía seguir igual. Como seres humanos, aún siendo creyentes, no entendemos los planes y los tiempos de Dios, pero lo que sí entiendo y creo, es que un día… mejor dicho, una tarde de d

Cuando Dios irrumpe en nuestras vidas

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Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com D.L.Moody escribió: "El Dr. Andrew Bonar me contó cómo en el norte de Escocia, las ovejas se descarrían hacia las rocas, hasta llegar hasta lugares de donde no pueden volver. La hierba de estos lugares es muy dulce y a las ovejas les gusta, de modo que saltan tres o cuatro metros, y cuando no pueden regresar, el pastor las escucha balando y en peligro. Pueden estar allí durante días, hasta que se comen toda la hierba. El pastor espera hasta que están tan débiles que no pueden permanecer de pie y entonces ata una soga alrededor de él y se lanza a rescatarlas de las garras de la muerte.” ¿Por qué no baja a buscarlas apenas llegan a ese lugar? Los pastores las conocen muy bien: son tan tontas que al llegar el pastor se arrojarían al precipicio y se matarían. No puedo evitar ver un asombroso parecido entre las ovejitas de D.L. Moody y mi propia vida. Unas cuantas veces me he metido en problemas. Digo, no s

Como llama Dios a sus albañiles

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “ La única vez en que Jesús se reunió con líderes políticos, tuvo las manos atadas y su espalda estaba llena de sangre.” Philip Yansey. Rara vez me he puesto a considerar sobre cómo llegaron aquellos doce hombres, a ser los discípulos de Jesús. Dos parejas de hermanos; Santiago y Juan, Pedro y Andrés eran pescadores. Todos provenían de la provincia natal de Jesús Galilea, con excepción de Judas que era de Judea. Simón el zelote pertenecía al grupo más reaccionario que se oponía violentamente a Roma. Mateo, un odiado y aborrecido compatriota recaudador de impuestos para el imperio. Más allá de lo heterogéneo del grupo, si hubo un denominador común, es que Jesús fue quien los buscó y llamó personalmente, no fueron ellos los que lo escogieron a El. Ningún estudioso como Nicodemo; ningún personaje rico e influyente como José de Arimatea, ningún político, miembro del gobierno ni personalidad representativa de lo

Muñequito de yeso

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Por: Luis Caccia Guerra para www.mensajesdeanimo.com Cierta vez nuestra pequeña vecinita de 5 años andaba jugando con una de esas figurillas de yeso que alguna vez había sido parte de la representación de un pesebre navideño. Si mal no recuerdo, el de la pequeña estatuilla de yeso debería haber sido José. Hasta que en algún momento, natural torpeza de la niñita, fuerza de atracción de la gravedad, frágil estructura del “juguete” sumaron para que repentinamente experimentara un súbito descenso al piso y se partiera en varios pedazos. Como en esa época gozábamos de una bonita amistad entre las familias, la nena y sus hermanitas entraban y salían de casa como si fuera la suya. No teníamos hijos. Mi esposa y yo veníamos de una dolorosa experiencia por la pérdida del bebé, por lo cual la presencia de las niñas no sólo era bienvenida, sino que para nosotros era como esos angelitos que te envía Dios para ayudar a mitigar el dolor del hijo que pudo ser y no fue. La

Cabeza grande, corazón chiquito

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hubo una época cuando enseñaba a mis hermanitos de diez años en la Escuela Dominical, en que rara vez se leía una porción de la Biblia desde el púlpito de la Iglesia y yo no supiera por lo menos, en qué libro y en las inmediaciones de qué capítulos de la Biblia podía encontrarla, aunque el pastor en su sermón olvidara mencionarlo. Así también, no tenía problemas en contestar todas las preguntas que los chicos hacían. No me faltaban respuestas. Hace poco tuve un encuentro con uno de mis antiguos alumnos en la iglesia en la que actualmente me congrego. Hoy, adulto y padre de familia, con un ministerio; me presentó ante otras personas con un emocionado reconocimiento. ¡Vaya, que se siente bien que a uno lo exalten y reconozcan logros y bendiciones pasadas!! Sin embargo el recuerdo de ese día, hoy, nobleza obliga; me incita a bajarme espontánea y voluntariamente de ese pedestal en el que por unos momentos disf