Como llama Dios a sus albañiles
Por: Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
“La única vez en que Jesús se reunió
con líderes políticos, tuvo las manos atadas y su espalda estaba
llena de sangre.” Philip Yansey.
Rara vez me he puesto a considerar sobre cómo
llegaron aquellos doce hombres, a ser los discípulos de Jesús. Dos
parejas de hermanos; Santiago y Juan, Pedro y Andrés eran
pescadores. Todos provenían de la provincia natal de Jesús Galilea,
con excepción de Judas que era de Judea. Simón el zelote pertenecía
al grupo más reaccionario que se oponía violentamente a Roma.
Mateo, un odiado y aborrecido compatriota recaudador de impuestos
para el imperio. Más allá de lo heterogéneo del grupo, si hubo un
denominador común, es que Jesús fue quien los buscó y llamó
personalmente, no fueron ellos los que lo escogieron a El.
Ningún estudioso como Nicodemo; ningún
personaje rico e influyente como José de Arimatea, ningún político,
miembro del gobierno ni personalidad representativa de los grupos
religiosos que coexistían en esa época llegó a formar parte de ese
grupo de los doce. Muy por el contrario, tal vez los rasgos
predominantes del grupo sean la falta de criterio, relativa torpeza e
inclusive la poca fe. “Hasta cuándo he de estar entre vosotros?
¿Hasta cuándo os he de soportar?” (Mateo 17:17; Marcos 9:9)
es una queja de Jesús respecto de ellos. Es más, mientras Jesús
les enseña a ser líderes al servicio de los demás, ellos discuten
entre sí acerca de quién es el que merece ostentar el puesto de
privilegio (Marcos 9:33-35). Desde una perspectiva actual, los
discípulos eran gente bastante común, básica, corriente.
“No puedo evitar la idea de que Jesús
prefiere trabajar con reclutas que no prometen mucho.” (Philip
Yansey, El Jesús que nunca conocí).
En verdad, de haber vivido en aquella época,
dudo de que quien esto escribe haya sido capaz de formar parte de ese
grupo de los doce, no obstante su poca fe, una cierta cuota de
torpeza y ser algo “volado” como se dice en mi país.
Hay líderes eclesiásticos que tienden a
priorizar gente profesional en su círculo más íntimo de liderazgo.
No es nuestro propósito aquí poner en tela de juicio este criterio.
Lo cierto es que esto, muy lejos de motivarme un desafío a esta
altura de mi vida me desalienta en gran manera. Con este criterio,
quien esto escribe y conmigo, muchos otros como yo, no tenemos
oportunidad; o en todo caso, las oportunidades que nos quedan son “de
segunda línea”. Muy lejos de nosotros insinuar que la educación,
que aspirar a un nivel de excelencia académica o que tener una
carrera o una profesión no sea correcto. Lo que aquí decimos, y
esto sí me alienta, es que a Jesús no le importan tus títulos ni
tu nivel académico para llamarte a un ministerio o para ponerte en
una posición de liderazgo. Hace ya casi cinco años, de la mano de
Dios, alguien tuvo a bien ofrecerme una gran oportunidad de
ministerio. De haber seguido el primer criterio, no podría estar
llegando esta palabra de ánimo y aliento a tu vida.
Tiempo después de la partida de Jesús de este
mundo, varios de sus hombres se dirigían a las multitudes y ante las
autoridades con gran denuedo (Efesios 6:19 y 20), provocando la
admiración y el respeto de quienes les escuchaban, sabiendo que eran
hombres sin letras y del vulgo (Hechos 4:13). Unos cuantos de ellos
son los escritores de la parte de la Biblia que hoy conocemos como
“Nuevo Testamento”.
“Dios llama a sus albañiles cuando éstos
ya tienen el balde y la cuchara en la mano.”
Estas palabras me las dijo Diego, un querido
pastor amigo que dejó muchas enseñanzas en mi vida y quien hace ya
casi diez años, de la mano de Dios puso un gran ministerio en mi
vida.
Me alienta saber que los discípulos de Jesús
no fueron gente influyente, de poder, socialmente relevante, ni de
elevado nivel académico. Me alienta saber que sí, El te da y provee
la capacitación y el nivel académico que necesitas como
herramientas para ejercer tu ministerio, toda vez que El es quien
pone en tu corazón así el querer como el hacer, que no somos
nosotros los que lo elegimos a El, sino El quien nos escogió a
nosotros y que prefiere ponerse a trabajar con gente con
“debilidades”, “discapacidades” y “disfuncionalidades”
como quien esto escribe, para poner por sobre la discapacidad,
“capacidad”; por sobre la disfuncionalidad, “funcionalidad” y
por sobre las debilidades, “fortalezas”.
porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por
su buena voluntad.
(Filipenses
2:13 RV60)
No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
él os lo dé.
(Juan
15:16 RV60)
De
la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
(Salmos 8:2 RV60)
Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(Efesios
2:10 RV60)
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