Nuestra época ha sido marcada por la tergiversación del evangelio
Teología Sana
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Por: Miguel Núñez
Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez
Basada en 1 Corintios 15:1-4
Si hay algo que escuchamos mucho hoy en día es acerca del evangelio. Pero, de la misma manera, tendría que puntualizar que si hay algo que escucho con frecuencia es que aquello que está siendo llamado evangelio no es el evangelio. Para algunos, el evangelio es simplemente invitar a Cristo a mi corazón, y ya que Cristo vive en mí, soy salvo; para otros, el evangelio es un perdón que Cristo me da, pero que luego me permite vivir con una liberalidad tal que en realidad lo que vivo es una gracia barata; para otros, todavía, el evangelio es una serie de normas, de reglas, de “hacer y no hacer”, convirtiendo así la vida cristiana en legalismo. Nada de eso es el evangelio.
El evangelio es un mensaje, y el mensaje tiene que ver con una proclamación de buenas nuevas. Las buenas nuevas son, justamente, que Cristo ha venido a ofrecer al hombre salvación de su condición de pecador y de la condenación bajo la cual él ha estado desde el momento de su nacimiento. Y ese evangelio, entonces, tiene detrás la cruz de Cristo y la resurrección de Cristo; de hecho, tiene detrás, incluso, la vida de Cristo. A través de Su vida, Cristo cumplió la ley de Dios; eso le permitió llegar a la cruz para morir en lugar del pecador. Al resucitar, Cristo llegar a la cruz para morir en lugar del pecador. Al resucitar, Cristo inauguró una nueva era, una era de gracia.
El mensaje del evangelio nos habla de por qué murió Cristo: “Y Aquel que no conoció pecado, fue hecho pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). Pero cuando el apóstol Pablo quiso definir para los corintios de forma objetiva lo que es el evangelio, les dice: “Ahora voy a hablar del evangelio, en el cual vosotros estáis firmes” (ver 1 Corintios 15:1). Y entonces, pasa a decir que Cristo murió conforme a las Escrituras; y resucitó, al tercer día, conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:4).
En otras palabras, el mensaje del evangelio está fundamentado en hechos históricos concretos que tienen que ver con la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor. Y, por tanto, si conozco el evangelio y verdaderamente lo entiendo, voy a querer honrar no solamente la muerte de Cristo, sino que voy a querer honrar, al vivir en santidad, la ley que Él cumplió y, al mismo tiempo, la santidad de Dios que requirió que Él muriera en mi lugar para el perdón de mis pecados. ¡Ese es el evangelio! ¡Estúdialo! ¡Revísalo! ¡Y ve, y vívelo!
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