Cómo puede Dios mirar al malvado si Él es justo?

A. W. Tozer
Teología Sana
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Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«

Por tanto, varones de inteligencia, oídme: Lejos esté de Dios la impiedad, Y del Omnipotente la iniquidad. JOB 34:10

Anselmo de Canterbury (c. 1033-1109) fue uno de los grandes padres de la iglesia, un gran teólogo, un gran santo y un gran pensador. Muchas veces se dice que fue el segundo san Agustín. En una ocasión presentó ante Dios una pregunta muy importante:

¿Cómo puedes mirar al malvado si eres justo, supremamente justo?

En nuestros días hemos abaratado la religión, la salvación y nuestro concepto de Dios al punto que esperamos llegar al cielo silbando a la puerta, que Dios abrirá presto. Es lo que esperamos, por lo que no nos preocupamos demasiado al respecto. Leemos un par de versículos, murmuramos alguna oración y con eso terminamos. Tenemos asegurada la entrada al cielo.

Tenemos un Nuevo Testamento que subrayamos, y algún tratado por allí, y esperamos llegar a las puertas perladas, llamar y decir: «Y bien, Dios, llegué». Redujimos a Dios a la medida de nuestros pensamientos. Pero creo que el teólogo, serio y antiguo, formuló la pregunta adecuada: ¿Cómo puede Dios en verdad mirarnos, a nosotros que somos tan malvados, cuando Él es supremamente justo?

Si pensamos en serio en nuestra relación con Dios, también nosotros formularemos una pregunta igualmente seria.

¿Cómo puede Dios mirar a los que somos como yo, como tú, e invitarnos a estar en comunión con Él? Ese es el misterio de la justicia y la misericordia de Dios.

Tu camino, no el mío, Señor, aunque sea oscuro;

Guíame con tu propia mano, elige el camino para mí.

HORATIUS BONAR (1808-1889)

Oh, santo y justo Dios, es para mí un misterio que puedas mirarme tal como soy y abrir tu corazón para invitarme. Pero tu camino es perfecto, por lo que en ese camino andaré. En el nombre de Jesús. Amén.




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