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Dios lo hizo!

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Tengo un querido amigo desde hace muchos años. Nos conocimos en la iglesia. El era aún un niño y yo su joven maestro de la Escuela Dominical. El tiempo pasó, ninguno de los dos ya somos parte de aquella pequeña comunidad. Tomamos rumbos distintos, ambos crecimos y hoy somos adultos y padres de familia. Nuestra amistad sufrió algunos períodos de “freezer” y franco estancamiento. Sus padres aún viven, son gente de mucha vitalidad y muy activos en su comunidad. Con ellos también desarrollé una gran amistad y en mis épocas de joven maestro –aunque no lo saben, nunca se los dije– tuvieron un valioso e importante papel de contención con quien esto escribe. En aquella lejana época, como parte de la liturgia del domingo por la mañana, el pastor comenzó a leer un devocional que a principios de los ‘80 no se descargaba de Internet, sino elegido de un   librito que llegaba por correo. Luego de algunas semanas, me delegó

Una bendición cada día

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Y cuando el rocío cesó de descender,   he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda,   redonda,   menuda como una escarcha sobre la tierra. Y viéndolo los hijos de Israel,   se dijeron unos a otros:   ¿Qué es esto?   porque no sabían qué era.   Entonces Moisés les dijo:   Es el pan que Jehová os da para comer. Esto es lo que Jehová ha mandado:   Recoged de él cada uno según lo que pudiere comer;   un gomer    por cabeza,   conforme al número de vuestras personas,   tomaréis cada uno para los que están en su tienda. Y los hijos de Israel lo hicieron así;   y recogieron unos más,   otros menos; y lo medían por gomer,   y no sobró al que había recogido mucho,   ni faltó al que había recogido poco;   cada uno recogió conforme a lo que había de comer. Y les dijo Moisés:   Ninguno deje nada de ello para mañana. Mas ellos no obedecieron a Moisés,   sino que algunos dejaron de ello para otro día,   y crió gusanos,   y

Creciendo en la Gracia

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hubo una época en mi vida en que cada domingo a la mañana no pasaba un culto en la iglesia sin que yo tuviera que pedir perdón a alguien por algún motivo. Uno de esos tristes momentos, recuerdo, cayó justamente el día de mi cumpleaños. Aún permanece vívido en mi mente el recuerdo como si hubiese sido ayer. ¿Qué significaba eso? ¿Qué yo era el peor de todos y los demás perfectos, que nunca se equivocaban con nadie ni se tenían que humillar ni disculpar por nada? Eso es lo que al menos, parecía. Sin embargo si había una realidad, es que mi autoestima iba de mal en peor. Indudablemente, los otros también cometieron faltas contra mí, sólo que no lo reconocieron a tiempo o   debidamente. Si alguna vez reconocieron algo, lo hicieron a medias o con argumentos, pretendiendo alguna clase de negociación. “Reconozco que hice esto o aquello, pero tú también me has ofendido en esto, esto, esto otro, más esto y …” ¡largu

Construyendo murallas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Jericó fue una importante ciudad del valle del Jordán, conocida como la ciudad de las palmeras (Deuteronomio 34:3). La ubicación geográfica de Jericó le favorecía el dominio sobre el bajo Jordán y de los pasos que conducían   a los montes del oeste, de tal modo que la única manera que los israelitas tenían de avanzar hacia Canaán, era pasando por Jericó, y no había otra forma de hacerlo sino tomando la ciudad. Pero para tomar la ciudad, había que traspasar sus murallas. Hoy en día esto parece sencillo de la mano de la tecnología militar. Tal vez unos cuantos cañonazos o un par de misiles hubiesen sido suficientes como para abrir una brecha para que la infantería pudiera pasar e invadir la ciudad. Pero en aquella época, no se disponía de tal artillería ni de la maquinaria militar apta para semejante empresa. De tal manera que después de una semana de dar vueltas a la ciudad, los sacerdotes portando el Arca y al son

No siempre tenemos las bendiciones que queremos

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hace unos días recordé otro de mis episodios de mi niñez. Tendría tal vez unos nueve años de edad. Era Navidad y la expectativa del “regalito” había eclipsado todo proyecto de esa semana. Finalmente el día llegó y el tan ansiado momento de retirar mi regalito a las doce de la noche del pie del árbol navideño, se concretó. Pero al abrir el paquete… ¡Qué tremenda desilusión! ¡Un par de zapatillas! ¡Yo quería un juguete! Entonces, una tía sabiamente me dijo: -Si esa es tu forma de agradecer, tal vez no tengas nunca más tu regalo de Navidad. Esas palabras se clavaron como saetas en el medio de mi pequeño corazoncito… Me quedé pensando largo rato, hasta que por fin rompí el silencio y dije algo así como: -¡Gracias! ¡No sé como agradecer el regalo de este año! En realidad lo estaba diciendo con toda sinceridad, había entendido que había niños en el mundo como yo que esperaban grandes cosas, pero que ni siquiera un pa

Trabajo inútil

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Días atrás, haciendo “zapping” en TV antes de salir hacia el trabajo, tuve oportunidad de ver por unos breves minutos un interesante programa en dibujos animados. Las hormiguitas trabajaban arduamente durante toda la jornada trayendo provisiones para el hormiguero. Sin embargo, una de ellas, entre las miles que había, se destacaba por sobre todas las otras. Era por el tremendo esfuerzo que ponía en traer con gran dificultad, por cierto, grandes cosas a la entrada del hormiguero… pero cosas completamente inútiles. Con mucho esfuerzo vino primero con un peine, y después de traer varias cosas que no sólo no entran en el hormiguero, sino que a las hormigas no les sirven para nada, apareció finalmente con unas gafas de sol. Una y otra vez la hormiga capataz la rechazaba y el ciclo se repetía una vez más. Buscar algo, transportarlo con gran esfuerzo, hacer la larga fila de hormiguitas esperando para depositar su carg

Con las alas del Espíritu

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni se sentó en silla de burladores; antes en la ley del SEÑOR es su voluntad, y en su ley pensará de día y de noche. Y será como el árbol plantado junto a arroyos de aguas, que da su fruto en su tiempo; y su hoja no cae, y todo lo que hace, prosperará. (Salmos 1:1-3 RV2000) Unas cuantas veces he tenido la oportunidad de leer estas sabias palabras escritas en el primer Salmo de la Biblia. Sin embargo, una y otra vez la misma reflexión vuelve a mi mente, invade la quietud de mi corazón: ¿qué pasa con mi vida? No siempre parece ser así. Hay quienes presentan la vida cristiana como nada más que bendiciones, prosperidad y victoria tras victoria. No parece haber lugar para el dolor, el fracaso, la tristeza, la soledad, aun cuando la realidad muestra a las claras que hay cristianos que lo sufren. No tengo empacho en dec