Los hábitos dan vida pero también muerte

Alex López
La Catapulta
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He leído en distintos lugares que del 40% al 90% por ciento de nuestros comportamientos diarios son hábitos.

Esto es algo impresionante. Nuestra mente crea hábitos por nuestra conducta. Lo que hacemos, lo graba y nos pone en piloto automático.

Los hábitos existen para que dejemos de pensar conscientemente en cómo manejamos, cómo nos bañamos, cómo nos cepillamos los dientes, cómo es que realizamos las cosas rutinarias de la vida.

Estos hábitos son una bendición y pueden ser también, una maldición.

Porque cuando por repetición, creamos un hábito, solemos dejar de pensar conscientemente en él. Y dejar de pensar, es abandonar nuestro sano juicio.

Cuando son buenos hábitos, dejar de pensar es beneficioso. Ahora, podemos utilizar nuestra energía en otros pensamientos cruciales. Pero cuando los malos hábitos nos llevan a perder nuestro juicio, encontramos un problema.

El que hace ejercicio, ya tiene el hábito. La alarma suena y ha dejado listo el día antes todo para ponerse a hacer ejercicio. No lo piensa. Se levanta, se ejercita y recibe la recompensa. Todo, sin pensarlo. A menos, que esté lloviendo y no pueda salir.

Nuestros pecados también pueden crear hábitos. Esto significa que ahora nuestro cerebro, que no distingue entre hábitos de bendición y de maldición, nos pone en piloto automático.

Esto significa que, dejamos de pensar conscientemente en la opción, porque lo que un día fue opción ahora es un hábito y destructivo. Decidimos sin pensar.

La acción repetida crea un hábito y es la acción repetida en otra dirección, la que construye otro hábito que sustituye el anterior.

¿Tiene algunos hábitos de maldición en su vida con los que ya ni lucha porque son parte de su rutina? Sentarnos y pensar sobre el actuar, nos permite evaluar nuestra vida, tomar consciencia y pensar bien.

La próxima vez que sienta el deseo de pecar. ¿Qué pasaría si se detiene y tan solo piensa en que gana si peca y en que gana si obedece a su Señor?

No basta con dejar de pecar, hay que comenzar a vivir en la justicia. Dios nos ha liberado en Jesús de la condenación, de la culpa y de la vergüenza. Nos ha empoderado con su gracia y su Espíritu Santo.

Identifique sus malos hábitos y pídale a Dios, que su Espíritu Santo en su vida, lo lleve a la verdad. Que al buscar pecar, pueda detenerse y caminar en la dirección opuesta, buscando glorificar a Dios con su vida.

Con que sea consciente de sus hábitos pecaminosos. Ya es suficiente, para comenzar la batalla por honrar a nuestro Señor y vivir en santidad.

Dios y su gracia, sean con usted en cada decisión… No busque sólo no pecar, busque vivir en la justicia de Dios. Con la certeza, que aún sí pecamos, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo el Justo.

“Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. No fue esta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de Cristo, si de veras se les habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él. Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. «Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, ni den cabida al diablo. El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” Efesios 4:17-32

La acción repetida crea un hábito y es la acción repetida en otra dirección, la que construye otro hábito que sustituye el anterior.

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