Cuando el año nuevo deja de ser nuevo y todo sigue igual

Alex López
La Catapulta
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La emoción ya se fue. Navidad terminó. El año nuevo llegó. Y ¿Ahora qué?

Volvimos a la rutina. A hacer lo que siempre hacíamos.

Para algunos, las metas están en el olvido, esperando un año nuevo. Pero esto, no debe ser así.

El año nuevo es un día más, pero la diferencia es que año cambia. Ese pensamiento anualizado, nos da como que la ilusión y el permiso de comenzar de nuevo.

¿Cuál es el mejor día para comenzar de nuevo? Ese mejor día es hoy y sin importar la fecha.

¿Qué se propuso a principios de año? ¿Qué ha alcanzado? Si ha fallado, comience de nuevo hoy.

Me he dado cuenta, que pequeñas metas, logran grandes resultados a lo largo del tiempo.

Más vale leer 5 páginas todos los días de un libro, que leer un capítulo diario durante tres días y nunca más volver a abrir ese libro.

No es cuánto leo, es cuánto comprendo, cuánto recuerdo, pero sobre todo, cuánto aplico. Comience hoy. Escriba, anote, reflexione, enseñe a otros…

Recuerdo andar evangelizando a mis 14 años de edad en el parque de Cobán en Guatemala. Cinco amigos menores de edad, nos fuimos 3 años seguidos a hacer lo mismo.

Pedíamos permiso a las personas para hablar y les explicábamos el evangelio. La respuesta típica era, “Sé que necesito de Dios y que debo arrepentirme de mis pecados, pero no hoy.”

¡Hoy! Hoy es su día. Para comenzar de nuevo y para arrepentirse. Y esto, me recuerda al libro de Hebreos.

¿Qué se lleva hoy sobre el hoy? ¿Qué hará diferente? ¿Qué piensa de las pequeña metas pero que se cumplen a diario?

“Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo, y los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no entraron por causa de su desobediencia. Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy», cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado: «Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón». Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. Por consiguiente, queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia. Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.” La Biblia en Hebreos 4:6-13

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