RIEGOS DE ÁNIMO

James Banks
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Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis (v. 11).

LEER 1 Tesalonicenses 5:4-11

Cada primavera, un milagro se ha producido durante más de quince años. Después del invierno, el césped de nuestro patio delantero está marrón y polvoriento; a tal punto que los que pasan podrían pensar que ha muerto. Colorado tiene nieve en las montañas, pero el clima en las llanuras es seco, con advertencias de sequía durante los meses más cálidos. Pero todos los años, cerca del final de la primavera, conecto los aspersores; no con mucha agua, sino con un simple riego pequeño pero constante. Y a las dos semanas, lo que estaba seco y marrón se convierte en algo verde y exuberante.

Ese césped verde me recuerda lo vital que es el ánimo. Sin él, nuestra existencia y fe pueden parecer algo casi sin vida. Pero es asombroso lo que el ánimo constante puede producir en nuestro corazón, mente y alma. En su primera carta a los tesalonicenses, Pablo enfatiza esta verdad. El apóstol vio que estaban luchando con la ansiedad y el temor, y que necesitaban apuntalar su fe. Entonces, los instó a seguir con la buena obra de animarse y edificarse unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11). Pablo ya lo había experimentado porque los creyentes de esa iglesia lo habían animado y edificado a él. Tú y yo tenemos la misma oportunidad de ayudarnos unos a otros a crecer y florecer.

James Banks

Reflexiona y ora

¿Cuál ha sido el ánimo más reciente que recibiste? ¿El corazón de quién podrías regar hoy o esta semana?

Padre, gracias por el ánimo recibido. Ayúdame a animar a otros.

 

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