7 SELLOS, 7 TROMPETAS Y 7 COPAS [Apoc cap.6 -16]
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¿Qué significan estos siete sellos, siete trompetas y siete copas en el libro de apocalipsis?
Apocalipsis cap. 6-16
Es notable en los siguientes capítulos del Apocalipsis, que hay una serie de siete sellos, siete trompetas, y siete copas. También es igualmente notable que hay explicaciones y cuadros intercalados en estas series, aparentemente sin ningún orden formal. Insto a que evitemos cualquier interpretación a priori de esta materia.
En particular, quiero protestar en contra de una presuposición común, de que estas series son repeticiones, es decir, de que los sellos, las trompetas, y las copas son sincronizados, o simultáneos. No hay razón a priori para suponer que son simultáneos. Tampoco hay ninguna razón a priori para suponer que no lo son.
La pregunta es, ¿qué indica el texto mismo acerca de su propia organización? Insisto que examinemos cada sección por sí misma, buscando su relación con el resto del libro. Sugiero que busquemos tanto evidencia para probar que son simultáneos como evidencia para comprobar que debemos interpretarlos como una secuencia cronológica.
Quisiera presentar ahora algunas razones para sostener la teoría de que los sellos, las trompetas, y las copas son una serie sucesiva, y que no son simultáneos.
Al sonar la segunda trompeta, un tercio del mar se convierte en sangre, y un tercio de los seres vivientes en el mar son destruidos; en contraste, al verter la segunda copa, el mar entero se convierte en sangre, y todos los seres vivientes del mar se mueren. Al sonar la tercera trompeta, un tercio del agua fresca se pone amarga; en contraste, al verter la tercera copa, toda el agua se convierte en sangre.
Al sonar la cuarta trompeta, el sol y la luna se oscurecen un tercio del tiempo; al verter la cuarta copa, el calor del sol aumenta. Claramente los eventos de la segunda y la tercera trompeta no pueden ser sincronizadas con los eventos de la segunda y la tercera copa. Además, los eventos de la cuarta trompeta están en completo contraste con los eventos de la cuarta copa.
La bestia no se manifiesta durante las trompetas. La séptima, y la última trompeta suceden durante los premios para los justos (Apocalipsis 11:18), que es el mismo tiempo de la resurrección de los justos (Lucas 14:14), la “final trompeta” (1 Corintios 15:52), y el rapto de los santos vivos (1 Corintios 15:52, 1 Tesalonicenses 4:16).
Pero la revelación del hijo de pecado, obviamente la “abominación desoladora” (2 Tesalonicenses 2:3 y siguientes, Mateo 24:14 y siguientes), exigiendo que todos le adoren, precede el rapto de los santos (2 Tesalonicenses 2:1–3) por un período breve (Mateo 24:16–22, 31).
Con la primera copa (Apocalipsis 16:2), la bestia ya se manifiesta, y la primera, la quinta, la sexta, y la séptima copa, tienen algo que ver directamente con su reino. Ya que el hijo del pecado (la “abominación desoladora” en el lugar santo, exigiendo ser adorado), ocurre en “medio de los siete” (Daniel 9:27), y ya que el tiempo en que la bestia tendrá dominio mundial será de “cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 13:5), pareciera que las copas de ira son vertidas durante este período de tres años y medio, la segunda mitad de los “siete”.
Se dice explícitamente que la destrucción de los santos mencionada cuando se abre el quinto sello (Apocalipsis 6:9) no es el tiempo final del martirio cristiano (v. 11).
Después del sexto sello, cuatro ángeles (evidentemente poderes militares) reciben una orden de mantener la paz “hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Apocalipsis 7:3). (Ser marcado con el sello del Dios viviente, sin duda significa la regeneración por el Espíritu Santo. Efesios 1:13; 4:30). Al sonar la quinta trompeta, los hombres con el sello de Dios en sus frentes (9:4) están en la escena, y son distinguidos de los que no lo tienen.
Se les manda a las “langostas” de la quinta trompeta a no hacer daño a la tierra, ni el mar, ni los árboles, mientras son los ángeles que reciben esta orden durante el sexto sello. Evidentemente, la quinta trompeta representa eventos posteriores a los eventos del sexto sello.
Al sonar la sexta trompeta, los cuatro ángeles que habían sido atados (poderes militares, de nuevo), son desatados en el río Éufrates (Apocalipsis 9:14), y una guerra terriblemente destructiva toma lugar. Así los eventos del sexto sello y de la sexta trompeta no pueden suceder al mismo tiempo.
Los malvados que no son destruidos y que no se arrepienten durante esta guerra destructiva de la sexta trompeta son culpables de idolatría flagrante, y de otros pecados (9:20, 21), pero la adoración de la bestia todavía no ha llegado a ser el problema que es desde el capítulo 13 en adelante.
Mientras durante la sexta trompeta, el río Éufrates es el lugar donde se desatan los cuatro poderes militares y donde estalla la guerra, en la sexta copa (Apocalipsis 16:12), el río Éufrates está seco. Esto es para preparar el camino para los reyes del oriente, quienes se unen con las fuerzas de la bestia en Armagedón, para hacer la guerra de la bestia contra Cristo (Apocalipsis 19:17–21; 11–16; 20:1–3). Todos los factores se armonizan en forma muy simple, si los eventos de la sexta trompeta se interpretan como anteriores a los eventos de la sexta copa, separados por un período largo.
El hecho de que los cuarenta y dos meses de Apocalipsis 11:1, 3 preceden la revelación del hijo del pecado es evidente por el hecho de que los sacrificios terminan con la “abominación”, que es el mismo evento (Daniel 9:27), mientras en Apocalipsis 11:1, 2, no hay interrupción del templo, del altar, o de los que están adorando.
Es obvio que los 1260 días de Apocalipsis 11:3 preceden la bestia, porque durante este tiempo, cualquiera que trate de hacerle daño a los dos testigos es destruido (v. 5), mientras la bestia tiene autoridad durante cuarenta y dos meses (13:5), incluyendo el poder para hacer guerra con los santos (13:7). El momento en que se destruye el que trate de hacerle daño a los dos testigos no puede ser el mismo que el tiempo cuando la bestia tiene poder para hacer la guerra y matarlos.
Se ha dicho que la repetición de tales cosas como “voces y truenos y relámpagos y terremotos” indican que cada serie termina en el mismo momento. Estas palabras ocurren tres veces, en 8:5; 11:19, y 16:18–21, y en los últimos dos pasajes, el “granizo” también se incluye en la lista.
En el capítulo 8, versículo 5, el séptimo sello ha sido abierto, y el silencio sigue (v. 1). Entonces los siete ángeles reciben las siete trompetas. Las “voces”, truenos, relámpagos, y terremotos (sin mencionar el granizo), no parecen ser parte del séptimo sello (a menos que las siete trompetas estén incluidas en el séptimo sello, lo cual no es aceptable). Los fenómenos de 8:5 son una introducción al acto de tocar las trompetas. Vea el versículo 6, que parece ser introducido por el versículo 5.
En Apoc 11:19, la séptima trompeta ha sonado, las declaraciones celestiales han sido pronunciadas, y los fenómenos que mencionamos, incluyendo el granizo, podrían ser entendidos como la conclusión de las trompetas. Si el terremoto de Apoc 11:13 es el mismo que el terremoto de 11:19, lo cual es probable, entonces la caída de la décima parte de “la ciudad” (Jerusalén), la muerte de los siete mil, y el arrepentimiento del “remanente” son eventos acompañantes.
En Apoc 16:18–21, después de la séptima copa, tenemos fenómenos, incluyendo el granizo, que pueden ser tomados como la conclusión de las copas. Pero esto no puede ser el mismo evento como 11:19, porque es comparado con otros eventos similares, siendo el peor. “La gran ciudad” fue dividida en tres secciones, las “ciudades de las naciones” cayó, y las montañas desaparecieron. No hay mención de arrepentimiento, sino de blasfemia.
De las tres instancias de “voces, truenos, relámpagos, y terremotos”, una (Apoc 8:5), introduce las siete trompetas, y no es tan destructiva. Otra (Apoc 11:19) concluye las trompetas (si es la misma que 11:13), y es destructiva sólo localmente. Finalmente, la tercera concluye las copas y trae destrucción mundial.
Observamos:
Truenos con relámpagos (Apoc 4:5), la escena del trono, antes de mencionar a los sellos.
Truenos (10:3, 4), los “siete truenos”, antes de la séptima trompeta.
Una voz como trueno (Apoc 19:6), “aleluya”.
Terremoto (Apoc 6:12) con tempestades y meteoritos, el sexto sello.
Terremoto (Apoc 11:13), probablemente el mismo evento que 11:19, analizado arriba.
Granizo (Apoc 8:7), al sonar la primera trompeta, y Apoc 16:21, la séptima copa.
Debemos concluir que la mención de tales fenómenos no da razones para sincronizar las series, tal como el terremoto durante la crucifixión (Mateo 27:51) no puede ser sincronizado con el terremoto durante la resurrección (Mateo 28:2).
Debemos prestar atención también a la ausencia total de evidencia positiva de la supuesta sincronización.
LOS SIETE SELLOS
La forma de los sellos
Se puede demostrar que los incidentes simbolizados por la apertura de los siete sellos del libro son considerados por Juan como una serie de eventos que preceden los incidentes de las siete trompetas. No tengo base, sin embargo, para opinar acerca de cuándo empiezan los incidentes de los siete sellos. Sólo puedo sugerir que lo siguiente podría ayudarnos a hacer una buena conjetura:
Se abren los sellos antes de la séptima trompeta. La séptima trompeta está identificada como el tiempo en que los muertos justos reciben sus premios, y esto es el mismo tiempo que la resurrección de los justos (Lucas 14:14). Por lo tanto, los eventos mencionados al abrir los siete sellos preceden la resurrección de los que “son de Cristo en su aparición” (1 Corintios 15:23).
El libro era un rollo. Juan vio que estaba escrito por dentro y por fuera” (Apocalipsis 5:1). Esto refleja la costumbre antigua, en que lo externo daba una descripción del contenido, pero no se podía ver lo que estaba escrito por dentro hasta abrir los sellos en la presencia de testigos. Parece que los que cantaban alabanzas en Apocalipsis 4 y 5 conocían el contenido. La evidencia indica que el libro representaba el título (escritura pública) de Cristo respecto del reino de toda la tierra. Es importante entender que el contenido no se sabía hasta abrir todos los siete sellos, y el rollo se abriera por sí solo. Los sellos estarían en la orilla exterior del rollo.
Sugiero que el hecho de que todos los sellos tienen que ser abiertos antes de ver el contenido, indica que los incidentes representados durante la apertura de los sellos, suceden todos en el momento en que “los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Apocalipsis 11:15).
También sugiero que, el “libro pequeño” que Juan ve abierto en la mano del ángel del capítulo 10 (vv. 2, 9, 10), es el mismo libro. Los siete sellos han sido abiertos, y seis de las siete trompetas han sonado.
Aunque estoy convencido de que los incidentes simbolizados durante los siete sellos preceden el retorno de Cristo a la tierra, y preceden la resurrección de los santos, debo confesar que no tengo evidencia positiva para comprobar exactamente lo que significan los cuadros, o para saber cuándo comienza la serie. Si el lector no ve en los cuadros lo que yo veo, está bien.
Interpretación sugerida de los siete sellos
Ya que el libro pequeño representa el documento oficial que reconoce a Cristo como dueño de Su reino futuro, me parece apropiado pensar que cada sello representa una etapa de la historia de la redención de la iglesia.
Los cuatro caballeros
Me gusta pensar que los cuatro caballos representan cuatro etapas de la historia hasta el tiempo de la reforma. Los caballos de la visión de Zacarías (Zacarías 1:8–11) son los que “el Señor envió a recorrer la tierra” (v. 10). Los caballos de Zacarías 6:1–8 son “los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra” (v. 5).
La iglesia apostólica, el caballo blanco, salió con mucha fuerza para conquistar. El mundo romano fue evangelizado. El arco a veces simboliza la Palabra de Dios (Habacuc 3:9; Salmo 58:7).
El caballero que montaba el caballo bermejo (rojo) tenía una espada, quitando la paz de la tierra. Esto simboliza el tiempo de los mártires antes de Constantino. El caballo negro, con hambre, sugiere la pobreza espiritual que prevaleció durante la edad media. El caballo amarillo, seguido por la muerte y el Hades, podría sugerir la condición de la cristiandad antes de la Reforma.
Los mártires en el cielo
La apertura del quinto sello introduce una visión de mártires en el cielo. Pero dice específicamente que no es el período final de su sufrimiento en la iglesia. Otros mártires sellarán su testimonio con su sangre (Apocalipsis 6:11). Hubo muchos mártires antes del tiempo de Juan Hus, durante muchos años, y ¡habrá muchos más!
El sexto sello
La apertura del sexto sello (Apocalipsis 6:12–17) presenta disturbios cósmicos terribles. El estudiante debería recordar que Cristo, en el sermón del monte de los Olivos, declaró que estos disturbios no son la señal del final (Mateo 24:6, 7; Marcos 13:7, 8; Lucas 21:9–12).
Reyes y gobernadores inconversos, hombres ricos y poderosos, esclavos también, todos tratarán de esconderse del que está sentado en el trono, y de la ira del cordero. Dirán “el día de la ira ha llegado”. Pero estas reacciones no comprueban que el sexto sello es el día de la ira. No es nada más que una reacción de los impíos al desastre cósmico. Juan aclara que, en un sentido, la ira de Dios comienza con la séptima trompeta (11:18).
Yo pienso que los disturbios del sexto sello deben entenderse tanto literalmente como en sentido figurado. Son muy enfáticos. Posiblemente nosotros, en nuestro siglo, estemos a punto de experimentar estas catástrofes. Los desastres de la naturaleza podrían simbolizar guerra atómica. Lo que sea el significado, es algo traumático.
(a) La transición
Después de los tumultos del sexto sello, Juan continúa con una descripción de paz mundial, y de la evangelización de judíos y gentiles. No estoy seguro si el capítulo 7 será parte de los eventos introducidos por la apertura del sexto sello, o un interludio, pero probablemente es lo primero. Una cosa es cierta: Juan declara que los eventos del capítulo 7 siguen los desastres del capítulo 6, versículos 12–17, porque el capítulo 7 comienza, “y después de esto vi…”.
(b) La paz impuesta y la evangelización mundial
Juan continúa con su visión: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.” (vv. 1–3)
Obviamente los cuatro ángeles que detienen los vientos son figuras que representan poderes militares. En capítulo 9, versículo 14, al sonar la sexta trompeta, cuatro ángeles que habían sido atados, son desatados en el río Éufrates. Sigue la descripción de guerra destructiva. No sería difícil imaginar cuatro poderes mundiales empatados en su lucha por la zona de Mesopotamia.
El ángel del oriente con el sello del Dios viviente, que manda a los cuatro poderes a no dañar la tierra, podría ser un movimiento del Espíritu de Dios entre los orientales, un movimiento tan poderoso que influye en los asuntos geo–políticos, en el interés de la paz.
El sello en la frente de los siervos de Dios es una expresión metafórica que simboliza la conversión y la regeneración. La marca de Dios en la frente de los hombres piadosos, preocupados por la corrupción en el templo, es una figura de la visión de Ezequiel (9:4–6). La marca de la presencia del Espíritu Santo es llamada un “sello” en 2 Corintios 1:22; Efesios 1:13; 4:30. En Apocalipsis 9:4, después de que suene la quinta trompeta, el sello de Dios en la cara de Su gente, constituye una protección de la plaga de las langostas. En Apocalipsis 22:3, 4, leemos acerca de los santos en el nuevo cielo y la nueva tierra, “y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”. Seguramente, no hay duda acerca del significado del sello en sus caras en Apocalipsis 7:1–3.
(c) Los 144.000
Juan prosigue, “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel” (v. 4). Especifica 12.000 de cada tribu. Hay mucha especulación acerca de por qué se omite la tribu de Dan, y por qué la tribu de Leví, los sacerdotes, que podría ser considerada una decimotercera tribu como un caso especial, está la lista con todas las demás. Se puede entender que la tribu de Leví no es considerada sacerdotes, porque los 144.000 son cristianos. Según el argumento de la carta a los hebreos, el sacerdocio de Cristo “según el orden de Melquisedec” ahora ha reemplazado el sacerdocio levítico. No he encontrado una razón para omitir la tribu de Dan. Alford presenta una variedad de interpretaciones. La más probable es que había llegado a ser extremadamente pequeña. También notamos que en 1 Crónicas 4 y siguiente, la tribu de Dan no está incluida en las genealogías.
Al leer acerca de los 144.000 en Apocalipsis 7:1–8, la interpretación más obvia, incluso la única interpretación que podría aceptar, es que representa la evangelización de los judíos. Me parece inútil tratar de refutar los argumentos contrarios. Sin duda, 144.000 es una cifra redonda, y no muy grande, después de todo.
Es verdad que los 144.000 aparecen de nuevo en Apocalipsis 14:1–5, pero encima del monte de Sion celestial. Trataré de mostrar que la séptima trompeta de Apocalipsis 11:14–19 es la trompeta de la resurrección de los justos, y por lo tanto, la trompeta del rapto. Procuraré mostrar, entonces, que la visión de los 144.000 del capítulo 14 es una visión de este grupo de judíos cristianos, un grupo especial, las “primicias” de los redimidos en la gloria con Cristo, después del rapto de la iglesia.
(d) La multitud innumerable
En el capítulo 7, después de nombrar las tribus y su representación entre los 144.000, Juan continúa, “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;” (v. 9).
Yo entiendo que estos están incluidos entre los “sellados”. El movimiento evangelístico, en que los siervos de Dios son sellados en sus frentes, es introducido en el versículo 3. El versículo 4 menciona los 144.000 de todas las tribus de Israel. Entiendo que el versículo 9 es lógicamente paralelo con el versículo 4. No solamente una cifra redonda de personas en Israel ha renacido a una vida espiritual, una vida simbolizada por el sello, sino también hay una multitud innumerable de todas las naciones que han nacido de nuevo. La referencia al “sello de Dios en sus caras” en Apocalipsis 9:4 indicaría que mucho más que 144.000 eran sellados.
(e) Las consideraciones contrarias
Hay ciertas dificultades con mi sugerencia de que la multitud innumerable de Apocalipsis 7:9–17 ha sido sellada en el mismo movimiento evangelístico mencionado antes en este capítulo.
(1) Se dice en el versículo 14, “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” La sintaxis del artículo griego requiere que busquemos en el contexto lo que ha sido designado por el artículo.
La gran tribulación mencionada ha sido descrita en Apocalipsis 6:12–17. Ya que el tiempo de la tribulación se da en el contexto inmediatamente antes, no tenemos que buscar otro para explicar el versículo 14. El hecho de que haya otras tribulaciones en las Escrituras, que la tribulación es algo común en la iglesia durante este siglo (Hechos 14:22), y que Cristo predijo una tribulación breve después de la abominación, la peor que jamás hayan experimentado sus elegidos (Mateo 24:21; Daniel 12:1), estos hechos no significan que la “tribulación” mencionada en 7:14 no sea la misma del contexto anterior.
La tribulación de Apocalipsis 6:12–17 no puede ser la misma que fue mencionada por Cristo en el sermón del monte de los Olivos (Mateo 24:21, 22; Marcos 13:19–20), porque Jesús dijo que habría disturbios cósmicos inmediatamente después de la tribulación de esos días (Mateo 24:29; Marcos 13:24).
Al contrario, la tribulación que ocurre cuando se abre el sexto sello es seguida por un tiempo de paz y de evangelización.
(2) Si esta multitud innumerable son los que son salvos durante la tribulación de Apocalipsis 6:12–17, y si la visión del tiempo de paz cuando sellan a los siervos de Dios viene después de esta (Apocalipsis 7:1), ¿cómo puede ser que esta multitud sea resultado del mismo movimiento evangelístico? Esto es una pregunta acerca de la impresión que deja todo el pasaje. Parece que Juan está diciendo que esta multitud es parte del mismo programa.
De hecho, sabemos que el programa de evangelización en que los elegidos son sellados por el Espíritu Santo es un programa para toda esta era. Postulo un tiempo de catástrofe (posiblemente una guerra atómica, pero posiblemente algo muy diferente), y postulo un tiempo en que los elegidos se acerquen al Señor.
Esto será seguido por un programa de evangelización de los judíos, incluso podría ser parte del mismo programa.
(3) Hay otra dificultad que se presenta: la multitud innumerable de los versículos 9–17 están delante del trono de Dios. Están entre los muertos benditos.
No hay indicación de que hayan experimentado la resurrección. Más bien pertenecen a aquellas almas en 6:11 que fueron muertos “por la Palabra de Dios y el testimonio”. Dice de ellos “que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.
La multitud de Apocalipsis 7:9–17 no son llamados mártires, pero el hecho de que han salido de un tiempo de tribulación indica que tienen el espíritu de mártires, y, como se dijo arriba, están entre los muertos en el cielo.
Por otro lado, los 144.000 que son sellados (7:1–8) no han muerto como mártires, y no están entre los muertos benditos. No se ve que hayan pasado de esta vida, hasta que están en el monte celestial de Sion en el capítulo 14.
Se debe admitir, por lo tanto, que la multitud innumerable del capítulo 7 se distingue de los 144.000 sellados en dos aspectos: 1) Se dice que han salido de la gran tribulación, y 2) Están con los muertos benditos en el cielo. A pesar de estas dos diferencias, me parece que es correcto interpretar los eventos de la apertura del sexto sello, y del capítulo 7 entero, como un tiempo grande de evangelización mundial. Muchos serán ganados para Cristo, incluyendo un número redondo de tribus de Israel, y una multitud innumerable que se muere en un tiempo dificultoso.
(f) Las certezas
Debo decir que no puedo ser dogmático con todos los detalles de esta interpretación. Pero puedo sugerirla como posible, y aún probable. Entre las certezas, sin embargo, están: 1) el hecho de que el sexto sello presenta un tiempo de dificultad y disturbios, 2) el hecho de que muchos de las tribus de Israel serán regenerados, y 3) el hecho de que una multitud innumerable de todas las naciones de la tierra estará entre los redimidos en el cielo, habiendo salido del tiempo difícil mencionado en el contexto
El séptimo sello
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora” (8:1). Alford aclara que, mientras los otros sellos son introducidos con la palabra “cuando” (hote), una referencia a un tiempo particular, el séptimo sello se introduce con la palabra hotan, que es menos definido. Dice que la distinción entre estas palabras es difícil de traducir. No obstante, la diferencia se nota en el texto. El séptimo sello es el evento final necesario para revelar el interior del rollo, que corresponde a la copia original de un documento oficial como un contrato. Lo exterior es una copia, o quizás un resumen.
El sentido de la palabra traducido “cuando” – quizás podríamos decir “cuando sea” – enfatiza la importancia de la conclusión de la serie de sellos. Cuando el último sello se abre, toda la preparación ha sido terminada para revelar el contenido del interior del rollo.
(a) Los trompetistas listos
El versículo 2 del capítulo 8, después de la referencia al séptimo sello, anticipa el sonido de las siete trompetas. Juan dijo, “Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas” (v. 2). No nos dice si el sonido de las siete trompetas es parte de la apertura del séptimo sello o no. No tengo objeciones para incluirlo, pero al leer el libro, tengo la impresión de que las siete trompetas constituyen una serie de eventos distintos, aparte del séptimo sello. Sin embargo, no creo que sea muy importante la pregunta.
(b) El silencio
El significado del silencio (v. 1) se explica por las oraciones y el incienso de los versículos 3 a 5. En la Biblia, el incienso normalmente simboliza el hecho de ofrecer oraciones (Salmo 142:2).
(c) Mucha oración
Juan continúa después del séptimo sello, “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.” (vv. 3, 4).
El simbolismo es transparente. La apertura del séptimo sello es acompañada por un período de silencio y de oración intensa y sincera. Juan sigue, “Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto” (v. 5).
Después del sexto sello y su tiempo de sufrimiento y de evangelización, hay un tiempo de tranquilidad y de oración intensa de parte de los santos, al abrir el séptimo sello. Donde hay oración profunda, hay reverberaciones y repercusiones. Ahora los siete ángeles pueden tocar las trompetas.
Resumen con referencia a los sellos
Mirando hacia atrás al material de las visiones que acompañan la apertura de los siete sellos, me parece razonable interpretar estas visiones como imágenes de la iglesia a través de las edades. Las visiones no cubren la historia mundial en general, sino que representan fases de la vida de la iglesia, mientras se desenvuelve el programa histórico de la redención, paso a paso.
De nuevo, no soy dogmático acerca de esto. Cuando alguien identifica una fotografía, la compara con la realidad a la cual supone que corresponde. Así también podemos comparar las imágenes de los sellos del rollo con etapas en la historia de la iglesia. Personalmente, creo que es el significado.
LAS SIETE TROMPETAS
¿Cuándo empiezan?
Francamente, debo admitir que no tengo datos para relacionar el comienzo de la serie de trompetas con otros eventos escatológicos. Mi conjetura es que las seis trompetas ocurren durante la primera mitad del septuagésimo siete de Daniel. Hemos establecido que la séptima trompeta marca la mitad del “siete”. Las razones de mi conjetura no son dogmáticas, pero hay que pensar en lo siguiente:
(1) La naturaleza de los eventos es tal que no pueden ser de larga duración. Los eventos pueden ocupar meses, pero no varios años. La plaga de la quinta trompeta dura “cinco meses” (Apocalipsis 9:5). Las plagas son similares en muchos aspectos a las plagas de Egipto en el tiempo de Moisés, con la excepción de que hacen un tercio del daño sobre la tierra comparado con el daño en Egipto. El pasaje en Éxodo indica que las plagas de Egipto no duraron mucho tiempo.
(2) Los eventos siguen el uno al otro muy de cerca.
(3) Las plagas de las trompetas son un tercio menos severas que las de las copas. Las trompetas dan advertencias, pero no son juicios finales.
Las primeras cuatro y las últimas tres
Las primeras cuatro trompetas no necesitan comentario especial. Sin duda, las plagas mencionadas son literales, tal como las plagas de Egipto.
Las plagas de las últimas tres trompetas son introducidas por una señal especial. Juan dice, “Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (v. 13).
La quinta trompeta
La plaga de la quinta trompeta es más elaborada que las de las cuatro primeras. Apocalipsis 9:1, 2 indica una plaga de humo volcánico instituido por un agente sobrenatural. La “estrella” del versículo uno es una persona que abre “el pozo del abismo”. La palabra para pozo, phrear, podría ser la boca de un volcán, y la palabra “abismo” se usa en las Escrituras para referirse simplemente a algo muy profundo.
Los insectos de los versículos 3–11 son más que especies extrañas, porque el versículo 11 informa que son guiados por Satanás mismo.
Esta es la única plaga donde menciona específicamente el tiempo ocupado. El versículo 5 dice que las langostas tienen el poder para atormentar al hombre durante cinco meses. Por lo menos, podemos decir que este tiempo es consecuente con la teoría de que las plagas de las seis trompetas toman lugar durante los tres años y medio del septuagésimo siete de Daniel.
Un aspecto distintivo de la plaga de la quinta trompeta es el hecho de que las langostas no podían hacerle daño al pueblo de Dios que tenía el sello en sus caras (v. 4). Esto es similar al hecho de que el pueblo de Dios fue exento de varias plagas de Egipto en el tiempo de Moisés (Éxodo 8:22; 9:7, 26; 10:23; 12; 13).
La sexta trompeta
Guerra destructiva
El son de la sexta trompeta introduce una guerra entre cuatro poderes militares, una guerra de proporciones destructivas enormes. El orden, “desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates” (v. 14), se refiere a los cuatro ángeles de Apocalipsis 7:1, que estaban atados por orden de un ángel del oriente, para que no hicieran daño durante el tiempo en que sellaron a los siervos de Dios.
Las palabras, “junto al gran río Eufrates” forman una frase adverbial que podría modificar el verbo imperativo, “desata”, o podría modificar “atados”. Podría describir el lugar donde los cuatro poderes habían sido atados, o podría identifica el lugar donde estalla la guerra. Me inclino al segundo, pero no afecta ninguna doctrina.
Tenemos una descripción clara de cuatro poderes militares atados con algún interés o alguna relación con el área del Eufrates, es decir, Mesopotamia. Eso hace pensar en varias cosas. No solamente los recursos del petróleo, sino también la ubicación estratégica es de mucha importancia. Los alumnos militares han dicho que el valle de Eufrates sería un lugar lógico desde donde controlar el mundo.
Sabemos que las naciones de Europa han estado luchando para controlar el valle durante más de un siglo. No es difícil imaginar que cuatro poderes militares podrían llegar a un punto donde ya no pueden ponerse de acuerdo sobre este lugar del Eufrates, y que después estalla una guerra terrible.
Creo que es inútil tratar de identificar los objetos de la visión de los versículos 17–19. Como capellán con tropas de combate en la primera guerra mundial, pensé que podía identificar distintos instrumentos de destrucción en la visión de Juan.
Sin embargo, desde entonces, las armas han cambiado radicalmente. Creo que Dios permitió que Juan viera la destrucción de una guerra en algún tiempo futuro, y que el Espíritu lo guió a escribir lo que sería inteligible tanto para sus contemporáneos como para nosotros hoy.
En nuestro siglo, podemos descansar en el hecho de que Juan describe destrucción militar y armas de una guerra futura, de tal manera que no podemos completar los detalles. El número del personal militar, 200:000.000, es creíble en términos de la población del mundo hoy. Al aumentar la población, será muy fácil tomar esto literalmente.
Otros pasajes reflejando esta guerra
He indicado que creo que el anticristo será revelado en medio del septuagésimo siete de Daniel, que la revelación del anticristo es la abominación desoladora, y que esta revelación precede al rapto de la iglesia por un período breve de tiempo.
También he sugerido, y mostraré con más detalle, que la séptima trompeta es la trompeta de la resurrección de los justos (1 Corintios 15:52; 1 Tesalonicenses 4:16). ¿Cómo, pues, encaja la guerra introducida por la sexta trompeta con otros pasajes?
(a) Daniel 2, 7, y 11
En Daniel 2, el hecho de que el hierro y el barro no se unen (v. 43), indica discordia. En Daniel 7, el personaje llamado el cuerno pequeño sin duda es el anticristo. En los versículos 8 y 24, se dice que, antes de los tres años y medio de su poder completo (Daniel 7:25), él “arrancaba” (v.8), o “derribó” (v. 24) a tres de los diez reyes originales en la visión. Podría ser que el anticristo, antes de ser revelado como tal, y los tres que son derribados antes de que llegue al poder completo, constituyen los cuatro poderes militares que están atados según Apocalipsis 7:1, y desatados para la guerra de Apocalipsis 9:15 y siguiente.
En Daniel 11, como he sugerido, “el príncipe de la alianza” del versículo 22 es el mismo príncipe que hace un pacto en Daniel 9:27. En otras palabras, es el anticristo. Daniel 11:23–31 indica que este personaje llevará a cabo operaciones militares antes del momento en que levanta la “abominación desoladora”. Estos hechos también coinciden perfectamente con la descripción de guerra introducida por el sonido de la sexta trompeta.
La actitud impenitente
Los versículos 20 y 21 de Apocalipsis 9, hablando de la actitud impenitente de la gente del mundo, por triste que sea, constituyen una vindicación de la justicia de Dios. Dios no vaciará las copas de Su ira sobre un mundo que no haya sido advertido.
Debemos recordar aquí la predicción de Cristo (Mateo 24:14; Marcos 13:10) de que el evangelio sería predicado a todas las naciones.
Fue al pie del monte Sinaí, con la gran revelación de la santidad de Dios, donde la gente adoraba al becerro de oro, y practicaba la idolatría y la perversión. Aún después de un milenio de justicia, cuando se le permite otra vez al tentador presentar sus atracciones (tal como en el huerto de Edén), una multitud de mortales se unirán con él en la corrupción de su última insurrección.
Así Apocalipsis 9:20, 21 revelan que la séptima trompeta no suena, y que las copas de la ira de Dios no comienzan, hasta que la masa de hombres haya desatendido las advertencias de las seis trompetas.
Intermedio antes de la séptima trompeta
El ángel con el libro abierto
Tal como la apertura del sexto sello fue seguida por un interludio (capítulo 7), antes de abrir el séptimo sello, así también la sexta trompeta es seguida por un interludio, del capítulo 10 hasta 11:13. Ya que el contenido de este interludio no es parte de una serie de eventos enumerados, es necesario, como ya hemos indicado, examinar cada sección y párrafo, preguntando qué significan.
Con este principio en mente, podemos decir definitivamente que los versículos 1–7 del capítulo 10 preceden, e introducen, el sonido de la séptima trompeta. Esto se dice en el versículo 7. Juan comienza la primera sección del interludio con una descripción. “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto” (vv. 1, 2a).
Hay distintas opiniones sobre este ángel, si es Cristo mismo, o un representante de Él. Por lo menos, podemos estar seguros de que las características son como Cristo, el resplandor como el sol, y los pies como columnas de fuego. Compare el capítulo 1, versículos 15 y 16. El hecho de que sostiene un libro abierto, como recordamos el libro sellado del capítulo 5, lo identifica también como una figura de Cristo. Otros textos en el capítulo 10 sugieren que este pequeño libro es el mismo libro que en el capítulo 5.
Juan continúa su descripción del ángel, “y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas” (vv. 2b–4)
El misterio de Dios
“Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que, en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.” (vv. 5–7)
Es mi convicción de que la frase, “el misterio de Dios” en el versículo 7, tiene un sentido especial, refiriéndose al uso paulino. Pablo usa la palabra “misterio” frecuentemente para hablar de la obra de Cristo al redimir a la iglesia en esta edad. Si es así, entonces cuando Juan escucha al ángel decir, “el misterio de Dios se consumará”, entiende que la iglesia será completada en esta edad actual.
Ofrezco el siguiente estudio de la palabra:
La palabra “misterio” ocurre solamente cinco veces en el Antiguo Testamento en español, todas en Daniel (2:18, 27, 30, 47, y 4:9). Aquí la palabra (rz, en arameo) está prestada del idioma persa, y significa “secreto”. Daniel dice que Dios revela los secretos, o los misterios (4:27).
Hay otras palabras hebreas en el Antiguo Testamento que comunican la idea de secreto. Quizás la más común es sthr, que significa “tapar”, o “esconder”. En Deuteronomio 29:29, esta palabra está en contraste con la palabra glh, que significa “desvelar”. Este concepto es importante para el resto de la Biblia.
El propósito de Dios hacia el hombre es el de revelar. Amós dice “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?” (Amós 3:7, 8). En Marcos 4:22, Jesús dice, “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz”.
Es importante notar que Mateo (10:26) y Lucas (12:2 y 8:17) citan este dicho del Señor. Dios no guarda secretos para un grupo de élite solamente.
En el Nuevo Testamento, la palabra mysterion, se usa veintiocho veces. El significado básico es “cerrado” o “escondido”. La posibilidad relativa de abrir o revelar un misterio debe ser aprendido del contexto. Fuera del Nuevo Testamento, la palabra tiene distintos sentidos, desde secretos de ordenes fraternales, hasta todo tipo de ciencia que requiere ser enseñada.
Dentro del Nuevo Testamento, la palabra siempre se refiere a la verdad que los escritores inspirados tratan de aclarar. Los usos de la palabra “misterio” se pueden clasificar en tres grupos:
(1) El misterio del reino es analizado en secciones paralelas en Mateo (13:10–17), Marcos (4:10–13), y Lucas (8:9, 10). Marcos dice, “Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.” (4:10–13).
La clave para entender los pasajes citados arriba está en cómo el Señor reprende a los discípulos por su indiferencia. Obviamente el propósito de la parábola es revelar, y no esconder. El Señor cita las palabras sarcásticas de Isaías (Ver Mateo 13:14, 15, Isaías 6:9, 10) para estimular las mentes flojas entre los que escuchaban. Los siguientes hechos comprueban que esta es la interpretación correcta, y que el Señor quería revelar los misterios, no esconderlos:
(a) Las parábolas del Señor que contienen los “misterios del reino” son unos de los pasajes más claros y más simples de todo el Nuevo Testamento.
(b) Mateo, Marcos, y Lucas escribieron estos misterios en forma completa, incluyendo los comentarios explicativos, y los cristianos siempre han tenido el deber de publicarlos lo más ampliamente posible.
(2) Los siguientes pasajes mencionan “misterios” que fueron revelados:
Romanos 11:25, “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”.
1 corintios 15:51, “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, …”
Efesios 5:31, “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.”
Apocalipsis 1:20, “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”
Debemos incluir en esta lista 1 Corintios 13:2 y 14:2, referencias a misterios en general; Apocalipsis 17:5, 7 y siguiente, el misterio de la mujer y la bestia, explicado en detalle; 2 Tesalonicenses 2:7, el misterio de la iniquidad.
(3) Los restantes usos de esta palabra parecen estar en un grupo. Todos menos uno se encuentra en las epístolas paulinas. Todos los pasajes explican lo que es el misterio, pero lo mencionan como si fuera de conocimiento común, sin necesidad de explicarlo. Varios de estos pasajes dicen que el misterio no fue revelado en días anteriores como ahora.
Si nos preguntamos, según principios generales, qué fue un secreto antes del tiempo de Pablo, y que fue revelado en su tiempo, la respuesta es la persona y la obra de Cristo en la redención de la iglesia.
Lo que Él fue, y lo que Él hizo, y continúa haciendo están implícitos en el evangelio predicado a Abraham (Gálatas 3:8), “el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, …” (Romanos 1:1–3). Pero ahora en Su nacimiento, vida, muerte, resurrección, y glorificación, y en la proclamación de las buenas nuevas a todo el mundo, llamando a los elegidos, ahora en estos asuntos, se contesta la pregunta, “¿Cómo puede hacerse esto”? (Juan 3:9). El misterio ha sido explicado.
Los pasajes que se refieren al hecho de que el misterio no fue explicado hasta que haya venido Cristo, son los siguientes: Romanos 16:25, 26; 1 Corintios 2:7–10; Efesios 3:3–13, Colosenses 1:26, 27. Estos pasajes no niegan el hecho de que Cristo y Su obra fueron profetizados en tipos y símbolos, y en predicción literal. Lo que enseñan estos pasajes es que el misterio no fue conocido en aquel entonces tal como es conocido ahora (Efesios 3:5). De hecho, cuando el misterio es explicado en Cristo, son los profetas que se usan para darlo a conocer a las naciones (Romanos 16:26). Cuando el corazón se convierte a Cristo, entonces se puede entender correctamente a Moisés (2 Corintios 3:16).
No nos sorprende, entonces, encontrar que el misterio mencionado en estos pasajes es nada menos que Cristo mismo, y Su obra especial como Redentor de la iglesia. Esto está indicado en Colosenses, porque Pablo ora que conozcan “el misterio de Dios el Padre, y de Cristo” (2:2). En el párrafo anterior, Pablo había declarado que el misterio ahora manifiesto a los santos es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. En Colosenses 4:3, encontramos la frase, “el misterio de Cristo”. Sugiero que tomemos esto como genitivo de explicación o de aposición. “El misterio de Cristo” es Cristo. Cuando decimos “un niño nombrado Juan”, el nombre de Juan es Juan. Gramaticalmente, sería correcto traducir la frase, “el misterio Cristo”, o “el misterio que es Cristo”.
De forma semejante, en Efesios 3:4, el misterio de Cristo es Cristo. También en Efesios 6:19, “el misterio del evangelio” es el evangelio, que es Cristo crucificado. En Efesios 1:9, el misterio de la voluntad de Dios es que Cristo sea la Cabeza de todo. En Efesios 3:3–6, el misterio es que todos somos partícipes con Cristo.
Timoteo también comprueba el hecho de que el gran misterio que Pablo menciona tanto es Cristo mismo como Redentor de la iglesia. “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.” (1 Timoteo 3:16). Cuando Pablo dice en el mismo contexto que un oficial de la iglesia debe “guardar el misterio de la fe con limpia conciencia”, debemos entender que está diciendo que debe “guardar a Cristo por la fe con limpia conciencia”.
Cuando Pablo se refiere a “la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” (Romanos 16:25), debemos entender que la predicación es la revelación de Cristo como Redentor.
Los manuscritos antiguos nos dejan con cierta duda acerca de si Pablo usó la palabra “misterio” o “testimonio” en 1 Corintios 2:1–2. Si usó la primera palabra, tenemos más evidencia de que el misterio es Cristo. “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado.” Según estas palabras, lo que predicó Pablo era el “misterio de Dios”, Cristo mismo.
Debemos suponer que, cuando Pablo dice que “hablamos sabiduría de Dios en misterio” (1 Corintios 2:7), es lo mismo que decir, “hablamos la sabiduría de Dios en Cristo”. Pablo dice que somos “servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios” (1 Corintios 4:1). Esto es el mismo contenido del mensaje en Romanos, escrito un poco más tarde en su vida, “…soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio…” (Romanos 1:14–16). También dice algo parecido en 1 Corintios 9:16, 17, “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!… la comisión me ha sido encomendada”, y en 2 Corintios 5:20, “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo…”.
En todos estos pasajes, el misterio de Dios es Cristo, en Su obra especial como Redentor de la iglesia. Esta obra fue profetizada en sombra en el Antiguo Testamento, y ahora ha sido revelada en Sus logros históricos, a favor de la iglesia de esta edad.
Ahora llegamos al uso de la palabra “misterio” en Apocalipsis 10:7, aparentemente en el sentido paulino, “Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.”
Es razonable pensar que Juan está usando la frase, “el misterio de Dios”, en el sentido paulino. Al sonar la séptima trompeta, la obra que Cristo comenzó en su encarnación será perfeccionada con el número completo de los elegidos. La verdadera iglesia de esta edad será completa.
Además, otra fase de profecía será revelada tan claramente como el evangelio de gracia: Su reinado sobre las naciones desde el trono de David, Su soberanía sobre toda la naturaleza (Efesios 1:9), y Su iglesia glorificada y reinando con Él. Así, el misterio de Dios en Cristo será completo. Cuando suene la gran trompeta, ya no será un secreto.
El rapto de la iglesia
Tomando en cuenta los datos presentados en el estudio de la palabra arriba, sugiero que, cuando dice que el misterio de Dios será consumado, indica que el rapto de la iglesia sucede en ese momento. Presentaré más evidencia abajo.
Juan come el libro pequeño
“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.” (10:8–11).
El significado del simbolismo de esta escena está claro en parte. Hay muchas porciones de la Palabra de Dios que son dulces al principio, pero que involucran consecuencias amargas.
Alford no está de acuerdo con mi sugerencia de que el librito, biblaridion (llamado biblion en v. 8) en Apocalipsis 10:8–11, es el mismo libro de capítulo 5, y que representa el título (escritura pública) del reino milenial de Cristo. Él opina que el pequeño libro del capítulo 10 simboliza una pequeña porción de libro del capítulo 5. No dice cuál porción, y tampoco explica su interpretación.
Por supuesto, no puedo ser dogmático, pero al leer el simbolismo, los dos libros son uno solo, y en el capítulo 10, el hecho de que haya sido abierto, es una alusión a la apertura de los siete sellos.
Si mi interpretación es correcta, entonces el hecho de que Juan come el libro significa que asimila la verdad del futuro reino terrenal de Cristo. Con esta interpretación, es fácil entender lo dulce y lo amargo. La idea del reino glorioso es muy dulce, pero el proceso de establecer el reino sobre la tierra significará una catástrofe, y una guerra contra el reino de la bestia, con todas las conexiones e implicaciones.
La venida del reino de Cristo implica vaciar las copas de ira. Incluye la caída de Babilonia. También trae la muerte de todos los que se han unido con los ejércitos de la bestia, o que han recibido su marca, como señal de su compromiso malvado.
Con estas amargas implicaciones, se le dice a Juan que su libro de profecía no ha sido terminado, y que debe profetizar de nuevo “sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes los pueblos, las naciones, los idiomas y los reinos” (v. 11). Esto se refiere a todas las cosas amargas y tristes que se encuentran en los próximos capítulos de Apocalipsis.
Lo dulce y lo amargo tienen importancia para nosotros hoy. Los cristianos a veces somos impacientes, esperando la venida del reino de Cristo. De hecho, esto no es inapropiado. Pero Pedro, pensando en la parusía (2 Pedro 3:12), recuerda a sus lectores que “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Él continúa diciendo que si el Señor espera, debemos considerar que Su paciencia “es para salvación” (2 Pedro 3:15). No sabemos el número de los elegidos. Si Cristo posterga su venida, es para la salvación de muchas personas más.
El templo y los adoradores
El interludio entre la sexta y la séptima trompetas continúa, “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (11:1, 2).
Aquí hay una referencia clara a las palabras de Cristo en Lucas 21:24, “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. No hay duda de que Juan entendió que la voz que habló en la visión se refería a esta profecía particular.
Los cuarenta y dos meses se aplican a un período de tiempo en que no molestan a los adoradores en el templo y frente al altar, la corte externa está entregada a los gentiles, y la ciudad está bajo dominio gentil.
Esto encaja perfectamente con la primera mitad del septuagésimo siete de Daniel. Describe una situación esencialmente igual al tiempo de Cristo. Había una corte para los gentiles, y la ciudad estaba bajo dominio gentil, pero la política romana no interfería con el templo, con el altar, o con sus adoradores, excepto en circunstancias especiales.
En Daniel 9:27, dice que “el príncipe” hará una alianza con la multitud durante un “siete”. A la mitad del “siete”, hará cesar el sacrificio y la ofrenda, “después con la muchedumbre de las abominaciones, vendrá el desolador”. Parece obvio que el sacrificio y la ofrenda serán ofrecidos y la adoración no es interrumpida durante la primera mitad del “siete”. Esto es exactamente el mismo cuadro que en Apocalipsis 11:1, 2.
Se cumplen los tiempos de los gentiles
Si entendemos que el versículo 2 enseña que Jerusalén será dominada por los gentiles solamente cuarenta y dos meses después del tiempo cuando el templo y los adoradores empiezan a actuar sin interrupción (es decir, desde el comienzo del septuagésimo siete de Daniel), entonces, esto implicaría que el fin de lo que Cristo llama “los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24), vendrá a la mitad del septuagésimo “siete” de Daniel. Está claro, sin embargo, que el reino del anticristo continúa bajo las copas de ira, durante la primera mitad del septuagésimo siete de Daniel. Para verificar esto, compare Daniel 7:25 con Apocalipsis 13:5, y compare las actividades del príncipe del pacto después de la abominación, Daniel 11:31 y siguiente.
Se puede argumentar, entonces, que la segunda mitad del septuagésimo “siete” de Daniel, el período de tres años y medio, en que el anticristo continúa en la tierra durante el derramamiento de la ira de Dios, es un traslapo de períodos históricos. Es un poco de tiempo “prestado” antes de que Cristo destruya completamente al anticristo y a sus ejércitos. Las “dispensaciones” o períodos de historia normalmente se traslapan en la administración de Dios.
El ministerio de los dos testigos
Hay mucha especulación acerca de la identidad de los dos testigos en Apocalipsis 11:3–13. Tertuliano, por ejemplo, en su Tratado sobre el alma, capítulo 50, los identifica con Enoc y Elías. Argumenta que todos los hombres deben morir, pero que estos dos solamente fueron trasladados.
Dice, “Enoc sin duda fue trasladado (Génesis 5:24; Hebreos 11:5), y también Elías (2 Reyes 2:11), sin experimentar la muerte. Fue postergada, y solamente postergada, ciertamente. Son reservados para eliminar al anticristo con el sufrimiento de sangre y de su muerte (Apocalipsis 11:3–13)”.
Pero debemos rechazar este argumento de Tertuliano. Cuando Hebreos 9:27 dice que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez”, no significa que no pueda haber excepciones. ¿Qué de todos aquellos de quien Pablo dice, “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados” (1 Corintios 15:51)?
Otros han especulado que estos dos testigos serán Moisés y Elías, porque los milagros que hacen los dos testigos son los mismos que hicieron Moisés y Elías. Son ellos también que aparecieron y hablaron con Cristo en el Monte de la Transfiguración. Tal argumento, sin embargo, no tiene sentido. No tenemos base para decir nada más que son dos grandes profetas de Dios, en un día futuro.
Juan comienza su sección acerca de los dos testigos así, “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra” (vv. 3, 4).
1260 días son tres años y medio. Los siguientes versículos indican que, durante el tiempo de su ministerio, el anticristo no les puede hacer daño, pero cuando llegue a tener su poder completo, les hace la guerra y los mata. Esto indicaría que el ministerio de los dos testigos está dentro de la primera mitad del septuagésimo siete de Daniel.
La referencia a los olivos y a las lámparas es una alusión a Zacarías, capítulo 4. En la profecía de Zacarías, los dos son Zorobabel y Josué, el sumo sacerdote, los dos líderes grandes de las fuerzas de Dios en aquel tiempo. El simbolismo sugiere que los dos testigos serán una fuente de poder espiritual para el pueblo de Dios durante su ministerio.
Juan continúa, “Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera” (v. 5).
Fue Elías en particular quien mandó fuego del cielo contra sus enemigos (2 Reyes 1). Al sonar la primera y la tercera trompeta, hay fuego en el cielo. Si tenemos razón en considerar que el ministerio de los dos testigos sucede al mismo tiempo que el sonido de las seis trompetas, podemos especular que el fuego del cielo vino por orden suyo (“vino de sus bocas”, v. 5).
Juan continúa su descripción, “Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran” (v. 6).
Retener la lluvia fue otro milagro de Elías (1 Reyes 17 y 18). Note que una sequía es sugerida en la descripción de lo que sucedió después del sonido de la primera trompeta. Convertir el agua en sangre fue un milagro de Moisés (Éxodo 7:17–25). Este milagro es prominente durante el sonido de las trompetas (Apocalipsis 8:8, 9). El hecho de que los milagros realizados por los dos testigos corresponden a eventos que suceden durante las trompetas, tiende a confirmar la hipótesis de que los dos testigos profetizan durante el mismo período de tiempo en que suenan las seis trompetas.
Los testigos muertos
La conclusión del ministerio de los dos testigos ocurre cuando el anticristo es revelado y llega a su poder completo. Juan continúa, “Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará” (v. 7).
Ya hemos visto razones para identificar la revelación con el hombre del pecado (2 Tesalonicenses 2:3) con la instalación de la abominación (Mateo 24:15 etc.). También hemos visto que la bestia de Apocalipsis es el anticristo. Basándonos en estas suposiciones, parece evidente que la muerte de los dos testigos ocurre durante la revelación de la bestia, cuando se instala la abominación. Este punto de vista coincide con el hecho de que el ministerio de los dos testigos ocurre dentro de la primera mitad del septuagésimo siete de Daniel.
Juan describe la situación después de la muerte de los dos testigos así: “Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra” (11:8–10). Podemos imaginar la persecución y la tribulación que vienen a los hombres piadosos durante el tiempo en que yacen los cuerpos de los testigos en la calle de Jerusalén. Podemos imaginar una destrucción como la que habría ocurrido en el tiempo de Ester, si el complot de Amán hubiese tenido éxito.
He sugerido en el estudio del sermón del monte de los Olivos, que el tiempo breve pero terrible de tribulación que ocurre cuando se instala la abominación en el Lugar Santo (Mateo 24:21, 22; Marcos 13:19, 20), se puede identificar con el período en que los cuerpos de los testigos quedan en la calle de Jerusalén, y cuando los habitantes del mundo se regocijan con su muerte.
He sugerido que la reducción del tiempo de tribulación profetizado por Cristo podría significar que la tribulación dura solamente tres días y medio, como se indica en Apocalipsis 11:9 y siguiente. Por otro lado, se podría argumentar que la frase, “hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará” (v. 7) indica un lapso de tiempo antes de la muerte de los testigos. No puedo negar esta posibilidad, pero me parece que los pasajes bíblicos pertinentes que hemos estudiado apuntan al hecho de que la abominación que vendrá “en medio del siete”, será instalada de golpe en poco tiempo.
Ciertamente, el anticristo, cuya manifestación involucra el autoproclamarse como Dios, no podría tolerar a los dos testigos durante mucho tiempo después de su golpe.
Los testigos en el rapto
Pero la muerte de los testigos no es el final. Juan continúa, “Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo” (vv. 11–13).
En el sermón del monte de los Olivos, Jesús dijo que “inmediatamente después de la tribulación de esos días” (Mateo 24:29; Marcos 13:24, 25), ocurrirán los disturbios cósmicos que he identificado con el derramamiento de las copas de ira (Apocalipsis 16).
Pero Cristo añadió, “Entonces (entiendo que esto significa, al concluir la terrible tribulación que había descrito) aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:30, 31; Marcos 13:26, 27).
Es mi opinión que la resurrección y el rapto de los dos testigos (Apocalipsis 11:11 y 12) son eventos sincronizados. Los dos testigos son llevados al cielo en una nube en el mismo momento que los escogidos son reunidos con el Señor en el aire (1 Corintios 15:52; 1 Tesalonicenses 4:13–18).
La séptima trompeta
Este mundo llega a ser el reino de Cristo
Se anuncian (Apocalipsis 8:13, 9:12, 11–14) la quinta, la sexta, y la séptima trompeta como “ayes” para los que viven en la tierra. Después del interludio de 10:1–11:13, Juan anuncia, “El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto” (v. 14). Entonces continúa, “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (v. 15).
Ahora se identifica el momento que esperamos cuando usamos las palabras del Padre Nuestro, “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Ahora ha llegado el momento cuando el Hijo del Hombre celestial toma posesión. “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:14).
El anuncio celestial se repite, “Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado” (vv. 16, 17).
Esta palabra de alabanza hace eco al aviso del comienzo del reinado terrenal de Cristo. Él es llamado “Señor Dios Todopoderoso”. El contexto muestra que el aoristo indicativo, ebasileusas, debe ser traducido como lo que Robertson llama un “aoristo ingresivo”.
Lo que ha pasado es que Él que es eternamente Rey de Reyes y Señor de Señores, el gobernador soberano del universo, ha terminado el tiempo de sufrimiento, ha terminado el período en que “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45).
Es verdad que permite al anticristo continuar durante tres años y medio, pero su estadía en la tierra es bajo las copas de ira de Dios. El intervalo es el tiempo para recoger la cizaña (Mateo 13:30). Esto lleva a la asamblea de los ejércitos del mundo en Armagedón, la batalla en el valle de Josafat, la destrucción de la bestia y el profeta falso, y la encadenación de Satanás durante el milenio.
Su ira ha llegado
No es solamente la séptima trompeta que anuncia el comienzo del reinado terrenal de Cristo, sino también las voces de los veinticuatro ancianos. “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, … y de destruir a los que destruyen la tierra”. (v. 18) Estas palabras se refieren a las copas de ira de Dios y a la destrucción de la bestia y el profeta falso, y de los ejércitos de la bestia.
Los premios para los muertos justos
Desde el punto de vista del pueblo de Dios, el aviso más importante entre las palabras de los veinticuatro ancianos es, “y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes” (v. 18). En otras palabras, la séptima trompeta anuncia el tiempo de premios para los muertos justos.
La importancia del hecho de que la séptima trompeta sea un tiempo de premios para los muertos justos, es algo que pasa inadvertido frecuentemente. Para mí, este versículo constituye un punto de referencia. Tal como los topógrafos tienen puntos de referencia en ciertos lugares para hacer sus medidas oficiales, así también este versículo es una marca, de donde podemos interpretar otras porciones de las Escrituras.
Hemos enfatizado de vez en cuando el hecho de que la Biblia no solamente enseña la verdad, sino también entrega un sistema de doctrina. Si Dios quiere que la iglesia tenga una comprensión de las últimas cosas, entonces es lógico pensar que nos ha revelado algo que se pueda entender en forma sistemática. Si es así, entonces podemos suponer que hay principios unificadores, textos claves, verdades reveladas que relacionan distintos aspectos del sistema de verdad, tal como hay para otras doctrinas. He aquí la secuencia lógica:
(1) La séptima trompeta anuncia los premios para los justos muertos (Apocalipsis 11:18).
(2) El tiempo de estos premios es durante “la resurrección de los justos”. Ver Lucas 14:14. En este pasaje, Cristo declara, “te será recompensado en la resurrección de los justos”.
(3) La resurrección de los justos sucede en el mismo momento, “el cerrar de los ojos”, en que los creyentes que están vivos cuando vuelva Cristo, serán transformados, hechos inmortales (1 Corintios 15:52).
(4) Se predice que este mismo momento ocurrirá “a la final trompeta” (1 Corintios 15:52).
(5) El momento de la resurrección de los justos, de premios para los muertos justos, del cambio al estado inmortal de los santos vivos, de la última trompeta, este es el momento del rapto de los santos que se reunirán con el Señor en el aire (1 Tesalonicenses 4:13–18).
Me parece que la correlación de los datos de la séptima trompeta como la trompeta del rapto es muy completa, y muy precisa. Hace falta prestar más atención a la séptima trompeta y su relación con otros pasajes.
El templo y el arca
Juan concluye la enumeración de los eventos que ocurren al sonar la séptima trompeta. “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo” (v. 19)
El templo celestial representa el sistema de verdad de Dios a través de las Escrituras. La orden que Dios dio a Moisés, “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40), se interpreta en la carta a los Hebreos (Hebreos 8:5; 9:23) como una indicación de la formas terrenales de adoración, pero solamente copias y símbolos del sistema eterno de verdad. Yo entiendo que el “modelo” que Moisés vio en el monte, y que Juan vio en su visión, representa, no algo físico y medible, sino las verdades eternas de Dios.
En el tabernáculo terrenal, el “arca del pacto”, sobre el cual estaba el “propiciatorio”, el “lugar de misericordia”, simbolizaba la presencia espiritual de Dios. La gloria “Shekhiná” del Señor se manifestaba en relación con el arca del pacto. Ezequiel, en capítulos 10 y 11, describe el abandono de la gloria del Señor en el tiempo del cautiverio babilónico. El arca mismo desapareció en aquel tiempo, y no se ha visto desde entonces.
Cuando Cristo murió en la cruz, el velo que cubría el Lugar Santísimo fue roto desde arriba hacia abajo (Mateo 27:51), pero el arca del pacto no estaba allí.
Es evidente que el simbolismo de abrir el templo celestial y mostrar el arca del pacto significa una renovación de la manifestación de la presencia de Dios. Esto es muy apropiado durante el sonido de la séptima trompeta, porque la presencia visible de Cristo ha llegado a la tierra.
Se ha notado que había un terremoto en la misma hora que el rapto de los dos testigos (Apocalipsis 11:12, 13). Si tenemos razón en sostener que el rapto de ellos es simultáneo con el rapto de la iglesia, y si tenemos razón en identificar la séptima trompeta con la trompeta del rapto, entonces también podemos identificar el terremoto de Apocalipsis 11:19 con el terremoto de Apocalipsis 11:13.
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