CUIDADO CON EL FUEGO, PORQUE QUEMA!!

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Mateo 3:11-12

Como recién casados, Mónica y yo pasamos el primer año en una obra misionera que en aquel entonces era muy pequeña, en Puerto Iguazú, Misiones. Ahí conocimos en el pueblo a un muchacho, un muchachón grande ya, quizás de unos 30 años, que era atolondrado.

Es interesante la etimología de “atolondrado”. Quiere decir, probablemente viene de, una persona o que tiene la cabeza con muchos chichones o que tiene un bulto en la cabeza, o también puede querer decir una persona que por su poca capacidad mental lo ponen a hacer cosas como por ejemplo destejer madejas, que sería el sentido de la palabra “tolondro” en el antiguo latín. Pero no se sabe bien exactamente de dónde viene; o que trabaja con alguna cosa como nosotros diríamos hoy día “masacote” o pelota de algo. Como alguien que lo ponen por ejemplo para amasar la masa del pan o revolver el barro para hacer ladrillo, ese tipo de cosas.

Y este muchacho que era atolondrado, es decir, hacia las cosas, se ofrecía para hacer todo, pero no era muy inteligente, era bastante retrasado. Entonces, un día la madre dijo que iba a hacer pan y entonces él le dijo bueno yo te te ayudo, yo te prendo el horno. Así que fue corriendo y juntó un montón de ramas secas y las puso, las metió en la boca del horno y le prendió fuego. Y al hacerlo, había una gallina con sus pollitos que se habían metido en el horno y había hecho el nido ahí. Y entonces cuando se terminó el fuego ese y el horno estaba caliente según él, fueron y en el fondo del horno estaba la gallina y todos los pollitos quemados, digamos, los había cocinado éste por atolondrado, por hacer ese fuego así.

Y cualquier persona que ha  estado en el campo sabe que hay diferentes tipos de fuego y que hay un fuego que necesita para hacer asado, por ejemplo, que tu objetivo es que tenga muchas brasas, y que las brasas duren. Y por otro lado, que para encender un horno y calentarlo rápidamente necesitás un fuego rápido, como el de las ramas finitas o el de los espinos que las plantas que tienen espinas de madera dura, pero finita y entonces arde rápidamente con gran temperatura y calienta el interior del horno. Porque la idea de calentar algo de cocinar en el horno es justamente eso, el fuego calienta el horno y el horno cocina los alimentos.

Hay una referencia que usó Juan el Bautista, el tema del fuego. Y es muy interesante. Está ligada al Espíritu Santo. Él liga directamente el Espíritu Santo con fuego y muchas veces la lectura que hacemos de esto es que el Espíritu Santo es como una especie de fuego en la vida de uno que lo moviliza, que lo hace estar vivaz, y que lo hace estar activo y vital.

Y la verdad es que no. Que es una mala interpretación de esa metáfora del fuego. Que para cuando la gente la escuchó en el tiempo de Jesús, no tenía ningún problema en entender, porque todo el tiempo estaba ligado al fuego. Por ejemplo, en cada casa tenían para cocinar, cocinaban con fuego. Entonces el fuego en la antigüedad, vos no podías simplemente como nosotros, necesitás calentar una taza de agua y vas y apretás un botón. Se prende una cosa y, como el microondas, y en un minuto tenés la taza de agua caliente. En la antigüedad había que buscar cómo generar ese fuego y lo que hacían era generalmente regenerar el mismo fuego buscando alguna brasita y agregándole un poquito de helecho seco, alguna cosa muy combustible y ahí arrancar de vuelta el fuego y aprovechar cuando había fuego, para hacer todo lo que tenga que ver con calentar, con cocinar, incluso ablandar algún metal y ese tipo de cosas. Porque era muy trabajoso y difícil de conseguir el fuego, de mantener el fuego, y de iniciar el fuego, de generar el fuego para comer. Dijo Juan el Bautista:

»Yo bautizo con agua a los que se arrepienten de sus pecados y vuelven a Dios,

Es lo que él hacía. La gente pasaba, confesaba que estaba haciendo algo malo y que estaba arrepentido y entonces Juan el Bautista, que era la forma de describirlo, era quizá un poco despectiva. También lo llamaban “el bautista” porque bautizaba a la gente. Y entonces él bautizaba a los que se arrepentirán de sus pecados. Y dice él, y se vuelven a Dios;

pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y llevarle las sandalias.

La función del esclavo. El amo decía: “ay me voy a sacar el calzado”. Entonces, el esclavo se agachaba ahí no más y desataba las sandalias y las llevaba atrás de él a todas partes. Hasta que decía: ¡ay, pincha! ¡que me voy a calzar de vuelta! Él no se agachaba, siquiera. El esclavo lo hacía. Y él, dice Juan el Bautista, que él tiene esa posición frente a Cristo

Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

(Mateo 3:11 NTV)

Y lo interesante es que Juan el Bautista era primo de Jesús, pero era el primo que tenía seis meses más de edad que Jesús. Y como está marcado en el libro de Números, para empezar un sacerdocio, un trabajo espiritual importante, las personas tenían que tener entre 30 y 50 años. Es decir, Juan el Bautista tenía 30 años, seis meses antes de que Jesús los cumpla. Y Jesús estaba empezando su ministerio, pero Juan el Bautista ya estaba avanzado medio año en su ministerio y tenía un conocimiento de su primo que él reveló y que son las primeras manifestaciones de quién era, cuál era el carácter espiritual de Cristo ¿no? que hay en la vida de Jesús: el testimonio de Juan el Bautista.

Pero quiero que nos fijemos en esa referencia del Espíritu Santo y el fuego e indirectamente, en la figura del bautismo. Es evidente que Juan el Bautista tenía un mensaje cuyo llamado a la acción era que la gente se arrepienta de sus pecados y se bautice. ¿Por qué bautizarse? Si el agua, de última, tampoco lava los pecados; los lava el Perdón de Dios. Pero, claro; el problema es que una persona puede tener un compromiso muy leve con Dios, o un compromiso realmente central en la vida con Dios. De eso es indicio, el bautismo.

Quisiera preguntarte: ¿vos sos bautizado? ¿Algún día has asumido una posición tan determinante frente a Dios, que te has bautizado como consecuencia de eso? ¿Te das cuenta ahora por qué a nosotros nos llaman “bautistas”? ¿Te das cuenta la importancia que tiene el bautismo? Si no sos bautizado, ¿Por qué no te acercás a una iglesia y pedís ser bautizado? Arrepintiéndote de tus pecados y entregando tu vida a Jesús. Fijate vos que es lo que Juan señala: que el bautismo de él era para las personas que estaban doloridas y lo manifestaban ese arrepentimiento, bautizándose. Pero él dice que el bautismo de Jesús, es el de alguien que, cambiando su vida, se bautiza como indicio de que eso ha ocurrido, que ha habido un cambio trascendente en su vida de relación con Dios, y que el Señor lo bautiza con el Espíritu Santo y con fuego.

Muy interesante el tema del fuego ¿no? Uno dice: “claro, ahí te pone una energía en la vida…”

En el versículo siguiente, Mateo 3:12, dice que hay un juicio de Dios que está próximo y que lo que Dios va a hacer en ese juicio es separar la paja del trigo. Tomar el trigo y recuperarlo, porque para eso se hace todo el trabajo en el campo, pero quemará la paja en un fuego interminable. Mirá qué interesante este concepto. Que para nosotros no significa mucho, pero en la antigüedad, como te contaba más temprano, era el fuego interminable. Un fuego que no hay que prender, que está permanentemente prendido, donde se queman las cosas. Cuando querés quemar algo, vas lo tirás ahí y no necesitás encender el fuego.

El fuego ya está andando y hay un fuego. Hay un fuego. Si no, el mundo no sería justo. Dios no sería justo. Todas estas personas que hacen atrocidades que son profundamente malas, para ellos dios ha preparado un fuego que nunca se apagará.

Pero para mí, no. Yo no quiero ser quemado en ese fuego. Por eso en su momento recibí a Jesús como mi Salvador, y como signo de eso, pedí el bautismo. Lo pedí varios años antes de que me bauticé. Porque como era chico, en la iglesia donde yo iba no te bautizaban si no tenías por lo menos unos 10 o 12 años. Así que a los 12 años, al fin me pude bautizar. El curso de bautismo me lo sabía de memoria.



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