LA CARGA POR EL DESIERTO

Por: William Brayanes

Un relato de la antigüedad cuenta  acerca de un asesino confeso que fue condenado a caminar por el desierto,  sin alimento, sin agua, con las manos atadas, llevando amarrado  a sus espaldas el cadáver  de su propia víctima, a quien horas antes había matado.

Como es de suponerse, poco a poco, y en cuestión de un par de días,  la sed, el hambre, el cansancio físico y mental, más el olor nauseabundo que  empezaba a provenir de los despojos que llevaba a cuestas, volvió insoportable la  situación del sentenciado, el mismo que  entre gritos de pánico y desesperación,  infartó, murió…

Querid@ visitante: 

A todos nos puede ocurrir algo similar en nuestra vida interior,  esto es: transitar por una especie de desierto, llevando a nuestras espaldas el “cadáver” de: frustraciones, odios, resentimientos, heridas no cerradas,  traumas no superados, y una larga lista de evocaciones desagradables que nos salen al paso con la misión de boicotear nuestra paz interior.  Posiblemente sea esa sea  nuestra emocional y espiritual que  no nos  deja   avanzar con facilidad hacia una vida plena.

Pero hay esperanza, pues Jesucristo  es  el único que otorga  indulgencia,   paz,   sabiduría y dirección. Pidámosle entonces, perdón por el daño que hayamos infringido a otros; y, benevolencia  para perdonar a quienes nos hayan causado dolor.

Eso indudablemente aligerará nuestra carga. (WB)

 

Vengan a  mí todos los que estén trabajados y cargados, que yo os haré descansar

(Mateo 11: 28).

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