LA CARGA POR EL DESIERTO
Un relato de la antigüedad
cuenta acerca de un asesino confeso que
fue condenado a caminar por el desierto,
sin alimento, sin agua, con las manos atadas, llevando amarrado a sus espaldas el cadáver de su propia víctima, a quien horas antes
había matado.
Como es de suponerse, poco a poco,
y en cuestión de un par de días, la sed,
el hambre, el cansancio físico y mental, más el olor nauseabundo que empezaba a provenir de los despojos que llevaba
a cuestas, volvió insoportable la
situación del sentenciado, el mismo que entre gritos de pánico y desesperación, infartó, murió…
Querid@ visitante:
A todos nos puede ocurrir algo
similar en nuestra vida interior, esto
es: transitar por una especie de desierto, llevando a nuestras espaldas el
“cadáver” de: frustraciones, odios, resentimientos, heridas no cerradas, traumas no superados, y una larga lista de
evocaciones desagradables que nos salen al paso con la misión de boicotear
nuestra paz interior. Posiblemente sea
esa sea nuestra emocional y espiritual
que no nos deja
avanzar con facilidad hacia una vida plena.
Pero hay esperanza, pues Jesucristo es el
único que otorga indulgencia, paz,
sabiduría y dirección. Pidámosle entonces, perdón por el daño que
hayamos infringido a otros; y, benevolencia para perdonar a quienes nos hayan causado
dolor.
Eso indudablemente aligerará
nuestra carga. (WB)
Vengan a mí todos los que estén trabajados y cargados, que yo os haré descansar
(Mateo 11: 28).
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