RESPONSABILIDAD ANTE LOS DEMÁS

 Por: Luis Caccia Guerra

Alguien dijo que un cristiano jamás es un elemento neutro dentro del ámbito de influencia en el que se mueve, y tenía mucha razón. Esto es así, aún cuando nadie sabe que es cristiano y sin importar qué clase de cristiano sea. Si es bueno, aunque no diga nada, eso se va a notar. Si es malo, mejor que no diga nada, pero también se va a notar.

Un ejemplo claro de esto es la historia de Jonás. Siempre nos enfocamos en la historia del gran pez, que parece salida de un cuento para niños; o en el arrepentimiento de Nínive, o en un nivel más profundo, en el tipo de Cristo que representa la historia de Jonás.

Pero rara vez nos enfocamos en la historia previa al desenlace. Más allá de las cuestiones políticas y estratégicas que hayan pasado por la cabeza de Jonás, y que fue lo que en definitiva gravitó grandemente en su decisión de escaparse de Dios, está la presencia misma de Jonás en el barco huyendo de Dios. Nadie a bordo sabía que era creyente. Sin embargo las cosas se empezaron a poner oscuras y la tormenta arreciaba a tal punto que amenazaba con hacer zozobrar la embarcación. Acorralado por las circunstancias termina confesando su fe y reconoce que todo esto que les estaba pasando es por su causa, por querer huir de la presencia de Dios (Jonás cap. 1). Un mal creyente en el barco.

Transitamos por esta vida a bordo de muchos “barcos”, nuestros círculos de influencia. Hemos sido puestos para ser sal de la tierra, luz en el mundo. Cuando el creyente no alumbra, cuando la sal no cumple con su cometido, aunque nadie sepa que es creyente, las cosas van mal, o no tan bien como deberían ir si el creyente tan sólo cumpliera con lo suyo.

Con la iglesia o la comunidad en la que sirve, o debería servir, ocurre otro tanto. Cada día más obreros ocupados en endilgar las culpas a otro y en justificar su propio accionar; que en aceptar las desinteligencias, reconocer la propia incapacidad de generar confianza y la insuficiencia a la hora de edificar en las vidas que Dios les presentó.

Más de Jonás . Y el barco lo sufre.

Tenemos una gran responsabilidad ante Dios y ante los demás. Esta responsabilidad bien asumida, debería ejercer una sana presión en nosotros para abocar nuestros mejores esfuerzos a una vida rendida en servicio, santidad y obediencia. Que el versículo que hoy nos ocupa, nos guíe hacia normas espirituales de calidad.

Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.

Hebreos 10:24



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