MINISTERIO "CHICO"; MINISTERIO "GRANDE"

 Por: Luis Caccia Guerra

No hay “ministerio chico” ni “ministerio grande”. No hay “ministerio más importante” ni “ministerio menos importante”. HAY MINISTERIO, HAY SERVICIO. Y EL DUEÑO ES DIOS.  ES SU OBRA, ES SU VIÑA.

Por supuesto que algunos servicios requieren de más recursos, de  más  estudios,  de  más  preparación, de  más  planificación, de más gente, de más organización que otros; claro está. Afortunadamente, Dios no elige para su Obra gente capacitada. Él CAPACITA a las personas que Él elige, que es cosa bien distinta. Por eso no los hace delante de Dios “chicos” ni “grandes” en desmedro de otros.  En este sentido, el hermano, la hermana que dejan el TEMPLO en las debidas condiciones de limpieza para el CULTO, el que diligentemente acomoda las bancas o las sillas para que tú llegues y te sientes cómodamente, el que prepara y sirve los elementos para celebrar la SANTA CENA; están todos  a  la  misma “altura” y son tan grandes y tan importantes como  los  más sofisticados.

El misionero que arriesga su propia vida y la de su familia en un país hostil al Evangelio, se halla en la misma “categoría” que el que, en la  precaria  visión  de algunos,  se  encuentra “cómodamente instalado” en una apacible oficina generando contenidos. Uno, su vida corre peligro, el otro tal vez no (aunque pensándolo con cuidado, en verdad, no lo sabemos). Uno tuvo que dejar todo atrás y aprender un idioma completamente extraño, el otro tiene a su disposición las más sofisticadas herramientas informáticas de traducción. Es lo que hace la diferencia. Pero… ¿qué sabes tú si acaso la palabra de aliento que uno echó a volar por las redes, le sirve al corazón atribulado del que se halla en riesgo de muerte por causa del Evangelio en algún rincón del planeta? ¿Qué sabes si la traducción de una porción de las Escrituras que uno echó a andar por la red, por pequeña que sea, le sirve a un corazón desesperado para encontrar paz en Jesús? Y aún más y sin llegar a extremos: ¿Qué sabes si la palabra de aliento que uno echó a volar por la red, le sirve a esa alma herida, a ese corazón decepcionado que no quiere saber más nada con Dios ni con una iglesia?

Si no tienes capacidad de discernir esto, es como decimos en mi país: “¡estás en el horno!” No has entendido nada. Es que en la viña del Señor, todos nos necesitamos a todos.

Eso es ministerio. Servicio, se llama. Y para servir a Dios SÓLO ES NECESARIO TENER UN “TÍTULO”; uno que Él mismo nos dio: “SIERVOS”. Y como tales, no hacemos nada más de lo que se nos pide. Sólo atinamos a pasar por fe, por las puertas que Él abre; andar por los caminos que Él traza; construir con los planos que Él dibujó; hacer lo que Él dispone.

Blaise Pascal, más conocido como físico y matemático, era creyente. Una famosa oración suya, sencilla, pero humilde y poderosa resume todo esto:

“Señor, ayúdame a hacer las cosas grandiosas como si fueran pequeñas, PORQUE LAS HAGO EN TU PODER. Señor, ayúdame  a  hacer  las  cosas  pequeñas,  como  si  fueran  grandiosas, PORQUE LAS HAGO EN TU NOMBRE”.

Porque somos hechura suya,  creados en Cristo Jesús para buenas obras,  las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

(Efesios 2:10 RV60).


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