SUPLICAR, NO EXIGIR!
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Leí en cierta ocasión que tres hombres se
perdieron en la montaña, y que disponían solamente de una fruta para
alimentarse.
Entonces se les apareció Dios para ponerlos a prueba, requiriéndoles a que a través de una corta oración, le propongan la solución más sabia para disfrutar de la referida fruta.
El primero dijo:
-“Señor,
haz que aparezca más comida.”
Dios le contestó que era una petición sin sabiduría, pues no se debe demandar soluciones mágicas a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene.
EL segundo viajero exclamó:
-“Señor,
haz que la fruta crezca para que nos alcance”
Dios volvió a contestar un NO, pues tampoco se trata de solicitar multiplicación de lo que se tiene, ya que el humano nunca queda satisfecho.
El tercer hombre pidió:
-“Señor,
aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que
la fruta nos alcance.”
Dios le respondió:
“Has pedido correctamente, pues cuando el hombre se hace humilde delante de mis ojos, es cuando ve la prosperidad.”
Querid@ visitante:
Muchas veces ante el conflicto, peligro o adversidad, buscamos la salida más fácil, esto es pedir –y a veces hasta exigir- a Dios que
arregle todo a nuestro modo y manera, a nuestro estilo y conveniencia, demandando
que todo se resuelva rápidamente, como
hacer click con el mouse de la computadora, o tocar la pantalla del celular;
sin estar dispuestos a sacrificar nada de nuestra parte. Y claro, si no lo
obtenemos, nuestra fe condicionada se viene
al piso y terminamos frustrados y hasta molestos con el Señor.
“Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios:
que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.”
1ª Juan 5:14
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