ARROGANCIA!

 Por: William Brayanes

Leía la anécdota de una pasajera de avión, quien muy molesta llamó a la azafata para  quejarse de que le han dado un asiento junto a un campesino de rasgos indígenas, y que ella se sentía incómoda por la compañía de dicha persona.   

La azafata, ofreció buscar alguna solución. Luego de unos minutos   regresó y le dijo: 

-Disculpe señora, no nos queda ningún asiento libre dentro de la clase económica; pero sí disponemos de uno en primera clase. Así es que vamos a arreglar esto de la mejor manera, para que usted no se vea obligada a estar junto a alguien que no desea”.     

 Dicho esto, la azafata se dirigió al campesino, con la siguiente invitación: -Por favor, señor; tome su equipaje de mano y sígame; hay  un asiento en Primera Clase para usted.

Querid@ visitante:

Jesús nunca practicó la arrogancia, el discrimen o el racismo.  Por el contrario, predicó, consoló y perdonó a cuántos lo buscaron, sin importar diferencias de ninguna clase. Para comenzar, no escogió como  discípulos  a los ciudadanos más distinguidos, ilustres  o famosos de su época; no negó sanidad a: ciegos, cojos, paralíticos, leprosos, o endemoniados; se hospedó en casa de publicanos; defendió a personas  menospreciadas por la sociedad; y alternó con mujeres y otros sectores considerados de segunda o tercera clase , según la cultura de su tiempo.   

Nos corresponde entonces asimilar Sus lecciones de humildad, pidiéndole que desarraigue  de nuestro corazón cualquier raíz de  soberbia, engreimiento o arrogancia que nos quede, con los que directa o indirectamente estemos discriminando a nuestro prójimo.   (WB)


Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
(1 Juan 4:20)


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