LA CARGA POR EL DESIERTO
Por: William Brayanes Un relato de la antigüedad cuenta acerca de un asesino confeso que fue condenado a caminar por el desierto, sin alimento, sin agua, con las manos atadas, llevando amarrado a sus espaldas el cadáver de su propia víctima, a quien horas antes había matado. Como es de suponerse, poco a poco, y en cuestión de un par de días, la sed, el hambre, el cansancio físico y mental, más el olor nauseabundo que empezaba a provenir de los despojos que llevaba a cuestas, volvió insoportable la situación del sentenciado, el mismo que entre gritos de pánico y desesperación, infartó, murió… Querid@ visitante: A todos nos puede ocurrir algo similar en nuestra vida interior, esto es: transitar por una especie de desierto, llevando a nuestras espaldas el “cadáver” de: frustraciones, odios, resentimientos, heridas no cerradas, traumas no superados, y una larga lista de evocaciones desagradables que nos salen al paso con la misión de boicotear nuestra paz i