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Junto al estanque

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Junto al estanque Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al ins

En el amor no hay temor

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com A poco de mi conversión, el pastor me invitó a leer una porción de las Escrituras desde el púlpito, delante de la congregación. ¡Qué emoción! En realidad, ya conocía, ya había tenido la oportunidad de experimentar esa sensación de estar delante de mucha gente leyendo algo. Durante mis años en la escuela elemental y luego en alguna celebración en la escuela secundaria (preparatoria). Pero en la Iglesia, era la primera vez y eso le daba un toque muy especial al evento. ¡Si hoy viniera el pastor a ofrecerme una oportunidad como esa -cosa que dudo que haga- seguro le diría que no! Recuerdo que aquella vez, vencido ese pequeño temor y nerviosismo del principio, leí mi porción bíblica con claridad y sin problemas. Pero algo raro que no podía discernir estaba sucediendo. Era más que una lectura. En otras iglesias tuve la oportunidad, inclusive, de dar el sermón del domingo a la noche muchas veces. Pero nunca fue lo mismo. A

No con mi propia luz, mas con la luz de Cristo

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. (1 Pedro 1:1-2 RV60) Me emociona el vibrante saludo con que Pedro comienza su primera carta a los “expatriados de la dispersión…” (1ra. Pedro 1:1) “ Entre su fracaso inicial y la redacción de su carta, Pedro fue usado por Dios como catalítico en la formación de la iglesia primitiva. Pero una vez que fue quebrantado y humillado, su liderazgo fue completamente diferente de lo que hubiera sido sin su fracaso.” En las acertadas palabras de Charles R. Swindoll. (El poder de la esperanza. Charles R. Swindoll. Betania. USA. 1996) El sol brilla, las estrellas también lo hacen. Tienen luz propia. Sin embargo durante algunas no

Mi Jehová de los Ejércitos

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Por: Jésica Andrea para www.mensajesdeanimo.com    Varias son las noches en las que me he quedado hasta altas horas de la madrugada pensando y repasando mi vida en estos jóvenes años que tengo. He pensado en cuantas son las “batallas” que he ganado y he perdido y no tengo muchos fracasos en mi adolescencia y niñez. He tenido más éxitos que fracasos y de los fracasos he aprendido mucho más. El Señor me ha enseñado a lo largo de todo este tiempo a, valorar, entender, aprender, a amar en estas batallas perdidas. Hay fracasos que en su momento lo fueron, pero después ya no, los cuales he llorado varias veces, con esfuerzo y de tanto remarla y pelearla se convirtieron en éxitos. Algunos fracasos se miden por el tamaño de su dificultad, a mí en lo personal tanto en la primaria como en la secundaria me batí a duelo con una materia que nunca pude aprobarla sin llevármela “Matemáticas” Nunca fui buena para los números ni lo soy, pero con el paso del tiempo empecé a ver mis “do

Adiós miedos

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Por: Jésica Andrea para www.laroca-ministerios.com.ar Muchas veces, les debe pasar al igual que a mí, el sentir miedo a algo o a alguien, pero... ¿se han preguntado el por qué? Años atrás cuando era chiquita, miré una película que, por el horario, no era apta para todo público, pero estaba con mis padres, lo que me inspiraba cierta seguridad. El film se trataba de nada más y nada menos que de “Alien” el extraterrestre que despertó mucho miedo e impresión en muchas personas; entre ellas, a mí.    Recuerdo que sólo vi una parte de este film y esa misma noche tuve pesadillas ¡que por momentos parecían tan reales! Varias noches fueron tormentosas, ya que, a pesar de ser un film de ficción, en mi mente parecía tan real; ya que en los sueños tomaba como escenario mi casa, en especial mi cuarto. A muchos niños les pasa esto. ¿Cómo hacer para despertar de la pesadilla? Y aún despertando: ¿cómo aceptar que era sólo un mal sueño? Esto me generó miedo, mucho miedo. A tal pun

Cómo me ves, Señor?

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Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Pocos días después de pasar por las aguas del bautismo, y a tan sólo dos meses de haber conocido a Jesús como Salvador, un día entré en la oficina del Pastor y le dije entusiastamente: -Pastor! Quiero ser Pastor! El hno. Santiago, hombre ya grande, pero de mucha experiencia en las lides espirituales, se respaldó en su sillón, puso serenamente su mano derecha sobre su escritorio y suavemente comenzó a decir: -Luisito… mi hermanito querido… Atendamos a que en ese entonces, Luisito sólo tenía dos meses en el camino del Señor, tan sólo diecinueve años de edad y aún muchos conflictos personales y familiares por enfrentar y resolver. En aquél entonces, con mucha prudencia y respeto por lo que le manifestaba en ese momento, el pastor me aconsejó esperar y estar atento a las señales e indicios que Dios fuera mostrando en mi vida. Han transcurrido treinta y cinco años desde aquella entrevista. Los ind

Alas rotas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocioaldiario.com No termina de asombrarme la frondosa imaginación con que los griegos tejían sus leyendas de dioses y personajes que han llegado hasta nuestros días. Pero como ya lo he dicho en otras oportunidades, es el laberinto de Cnossos en la isla de Creta, una de las que más fascinación me ha producido desde la primera vez que la leí cuando aún era un niñito y apenas había aprendido a leer y escribir. Y es que muchas veces, el laberinto viene a ser la representación que más se asemeja al escenario de mi propia vida. El famoso Laberinto, en la mitología griega, fue construido por el artesano Dédalo, un ciudadano ateniense desterrado a Creta, para mantener atrapado al Minotauro, un terrible monstruo devorador de hombres, mitad hombre, mitad toro al que se le ofrecían sacrificios humanos. Dice el relato mitológico que, finalmente, el propio Dédalo y su hijo Ícaro fueron a parar dentro del Laberinto y que lograron escapa