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Huellas o heridas

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Huellas o heridas Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Alguien se jactaba malévolamente de sí mismo cuando decía: “Por donde pisa Billy no crece más el pasto!” La idea del personaje era inspirar miedo a sus rivales, transmitir la idea de que él era malo, muy malo. El más malo y cruel de todos. Sin embargo, más allá de la ficción existen muchos “Billys” en la vida real. Hay quienes son capaces de dejar huellas, profundas e indelebles huellas en la vida de las personas a su paso. Otras, en cambio van dejando un reguero de caídos, de gente lastimada, de almas heridas. Justamente, donde ellos pisan no crece más el pasto. No hay posibilidad de fruto a su paso. Es curioso: una huella se parece bastante a una herida. Son marcas que quedan en el suelo. Un arado es capaz de crear algo bastante parecido a las heridas en la tierra al profundizar los surcos. No obstante ello, son “heridas buenas” necesarias para permitir sacar las impurezas de la tier

Cuando el árbol nos tapa el bosque

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Los que saben, coinciden todos en afirmar que un duelo es una de las situaciones más difíciles de elaborar. Es un proceso que por ser de nivel inconciente que no se pone en evidencia claramente, no se percibe a simple vista, pero que sin que uno se dé cuenta de ello, consume ingentes cantidades de la energía vital de las personas. Sobreviene entonces, la sensación de cansancio, desánimo, desgano, agotamiento e inclusive depresión en ciertos casos y no sabemos porqué. Pero un duelo no solamente se desencadena a raíz de la triste y lamentable partida hacia la eternidad de un ser amado. La pérdida del trabajo, una ruptura, una separación, una partida, inclusive la pérdida de un objeto o un bien; no importa su valor material, sí en gran manera su valor afectivo; también pueden ser determinantes de una situación de duelo. Pero aún hay más. El no poder lograr lo que tanto deseamos es capaz de generar un duelo. Hay

Señor… ¡¿Por qué??!!

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com   D esde hace un tiempo y a esta parte, descubro con pena que la adversidad ha ido en aumento en mi vida. La mayoría de los días salgo de casa angustiado y hasta con cierto temor. La sola experiencia de viajar unos pocos minutos hacia el trabajo, es ya para mí una fuente de angustia muy grande. Cada día a la mañana muy temprano debo caminar al menos durante media hora hasta poder estar en mínimas condiciones de abordar un transporte. Mi síndrome vertiginoso me obliga muchas veces a abandonar precipitadamente el bus en condiciones emocionales definitivamente desastrosas. La carga de estress y angustia que produce esa sola situación a veces se hace francamente insoportable. Se siente lo mismo como aventarse al vacío desde el último piso de un edificio… Pero esto es sólo el principio de un día. En lo general, con frecuencia no pasa un solo día sin que tenga que pasar por algún episodio que traiga alguna

Otra vuelta de rosca

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com C uando era muy joven y estaba en el último año del secundario (algo así como “preparatoria” en otros países) me tocó realizar prácticas técnicas en los talleres de un   concesionario de una afamada marca italiana de automóviles. Era uno de los más grandes de la provincia. Recuerdo que un día me mandaron a desarmar una parte que se encontraba pegada al tren delantero por debajo del auto. A disgusto tomé las herramientas y con mucha dificultad me tiré en el piso bajo el automóvil y comencé a darle giros a un tornillo para extraer la pieza. Como no tenía idea de en qué sentido se ajustaba y en cual se aflojaba el tornillo –y como tampoco estaba dispuesto a preguntar– comencé a forcejear con vehemencia y gran esfuerzo hasta que conseguí que el tornillo aflojara… Aflojó, pero cuando extraje la herramienta en lugar de encontrar un agujero y la pieza suelta, la cabeza del tornillo había quedado en el t

La suerte está echada

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La suerte está echada Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “Alea Jacta Est”   en latín. Es una expresión emitida por el historiador y biógrafo romano Suetonio (70-126 ddC.), y generalmente atribuida a Julio César al cruzar el río Rubicón, entre Italia y la Galia Cisalpina, cuando se rebelaba contra el Senado romano y daba comienzo así a una larga y cruenta guerra civil. Hay quienes suponen que en realidad dijo “¡Echad la suerte!”, que no es lo mismo. Aún cuando un sentido u otro hacen referencia a “librar algo al azar”, personalmente creo que un abogado, político y formidable militar como Julio César difícilmente haya sido capaz de librar al azar una decisión tan importante y de consecuencias tan perdurables. Cuando decide rebelarse contra la autoridad del Senado, ya tenía enemigos que en algún momento habían puesto precio a su vida. Ahora tendría muchos más. Asumía grandes riesgos, pero calculados. Había diseñado puntillosamente el destino d

"Salir del closet"

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“Salir del closet” Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “Salir del closet” es una expresión últimamente muy de moda en mi país. Generalmente se aplica a aquellas personas que por alguna razón, en un momento de su vida de repente deciden confesar públicamente alguna situación de naturaleza muy privada y personal que durante mucho tiempo -tal vez toda una vida- han estado llevando en lo secreto, o por lo menos contenido dentro de sus círculos más íntimos. Son muchas las causas por las que alguien decide “salir del closet”, toda vez que para algunos puede ser una liberación, en tanto que para otros tal vez signifique todo un suicidio social, dependiendo de qué clase de confesión estemos hablando, en qué círculos se mueva la persona y qué tan conocida sea. Tal vez acorralados, presiones, amenazas de extorsión, en el peor de los casos; o tal vez sencillamente hartos de la pesada carga de una vida actuada, de vivir lo que no es para los ojos y la aproba

Avergonzado por un pagano

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Avergonzado por un pagano Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Muchos creen que el vibrante relato de Gen. cap. 20 es duplicado del que se encuentra en el cap. 12 de este mismo libro. En aquella ocasión, Abraham hace pasar a Sara, mujer bella y de hermoso aspecto; SU MUJER, por cierto; como su hermana, por temor a que los egipcios lo maten para quedarse con ella. Mas, a consecuencia de este error, Dios castiga en seria manera la casa de Faraón con grandes plagas, hasta que todo es puesto en descubierto y finalmente restaurado. Ocho capítulos más adelante hallamos una situación bastante similar. Ante Abimelec, rey de Gerar, nuevamente hace pasar a su esposa por su hermana y por la misma razón que ante los egipcios: tenía temor de que lo matasen por causa de ella. Una vez más hallamos a Dios esgrimiendo su espada de justicia y derramando desgracia, en esta oportunidad, sobre la casa de Abimelec por causa de este acto falaz. Y de nuevo, puesta en