La suerte está echada
La suerte está echada
Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com
“Alea Jacta Est” en latín. Es una expresión emitida por el
historiador y biógrafo romano Suetonio (70-126 ddC.), y generalmente atribuida
a Julio César al cruzar el río Rubicón, entre Italia y la Galia Cisalpina, cuando
se rebelaba contra el Senado romano y daba comienzo así a una larga y cruenta
guerra civil.
Hay quienes suponen que en realidad dijo “¡Echad la suerte!”,
que no es lo mismo. Aún cuando un sentido u otro hacen referencia a “librar
algo al azar”, personalmente creo que un abogado, político y formidable militar
como Julio César difícilmente haya sido capaz de librar al azar una decisión
tan importante y de consecuencias tan perdurables.
Cuando decide rebelarse contra la autoridad del Senado, ya
tenía enemigos que en algún momento habían puesto precio a su vida. Ahora
tendría muchos más. Asumía grandes riesgos, pero calculados. Había diseñado
puntillosamente el destino de sus ejércitos y con extremo cuidado las
estrategias a desarrollar durante las campañas. Si algo resultaba mal
calculado, si alguna estrategia tenía fisuras, si un detalle del plan trazado
había pasado inadvertido, ya no había vuelta atrás. Ya no quedaba margen para
enmendar errores, no había posibilidad de corregir el rumbo. El éxito o el
fracaso del momento histórico que vivía serían los que determinarían si las
cosas habían sido bien proyectadas o no.
En algún sentido amplio, hoy descubro que mi vida ha sido
algo parecido. “La suerte está echada” en realidad no tiene absolutamente nada
que ver con el azar ni mucho menos con la suerte. Tiene más
relación con que ya no queda mucho más futuro por proyectar, el tiempo de hacer
planes llega a su fin y ya no queda margen para corregir errores cuando las
consecuencias se hacen presentes. Toda vez que el arrepentimiento personal, la
Gracia y el poder restaurador de nuestro amado Dios hoy están más vigentes que
nunca, mi vida –nuestra vida– no es otra cosa que el resultado de las
decisiones tomadas desde la otra orilla, antes de cruzar el río; es decir en el
pasado. Si hubo grietas en las estrategias, si algún detalle del plan de vida
se pasó desapercibido cuando las consecuencias de los actos caen por su propio
peso ya no hay margen para corregirlo. Sí, como cristianos, perdón, Gracia y poder restaurador para
comenzar de nuevo. Pero las consecuencias, los resultados de las buenas o malas
decisiones del pasado igual nos toca afrontarlas.
No os
engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará.
(Gálatas 6:7 RV60)
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