EL PECADO ORIGINAL

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¿Por qué se llama pecado original?

El pecado original es la doctrina que dice que, como resultado de la caída de Adán, toda la humanidad es pecadora por naturaleza, teniendo una propensión al pecado que subyace a cada pecado actual.

El pecado original es la propensión al pecado que afecta a todos los seres humanos como resultado de la caída de Adán. Si bien esta propensión no es simplemente un acto de la voluntad, tiene el carácter del pecado y no sirve como excusa para los pecados actuales.

El pecado original: una definición

Una de las confesiones luteranas, la Fórmula de Concordia, define el pecado original de la siguiente manera:

El pecado original es la completa carencia o privación… de la imagen divina, según la cual el hombre fue creado originalmente en la verdad, santidad y justicia; y, al mismo tiempo, es la incapacidad e ineptitud para hacer las cosas divinas… El pecado original (en la naturaleza humana) no consiste únicamente en la ausencia total de todo lo bueno en asuntos espirituales y divinos, sino que en vez de la imagen divina que el hombre perdió, ese pecado es al mismo tiempo también una corrupción profunda, malvada, horrible, insondable, inescrutable, e indecible, de toda la naturaleza humana y sus facultades… Así, todos nosotros, por inclinación y naturaleza heredamos de Adán tal corazón, sentimiento, y pensamiento qué, según sus supremas facultades y la luz de la razón, se oponen natural y diametralmente a Dios y sus supremos mandamientos, particularmente en lo que respecta a asuntos divinos y espirituales… El castigo que por causa del pecado original Dios ha impuesto sobre los hijos de Adán consiste en lo siguiente: La muerte, la condenación eterna.

Note que el pecado original se describe no sólo en términos negativos, como ausencia de la imagen de Dios y falta total de bien en asuntos espirituales, sino también en términos positivos, como un mal que está presente, un estado mental diametralmente opuesto a Dios. La depravación total y la impotencia espiritual que tenemos por causa del pecado original se destacan por la acumulación de términos: “incapacidad”, “ineptitud”, “insondable” y “corrupción profunda”. Se declara la universalidad y la fuente del pecado original: “Heredamos de Adán… el castigo que por causa del pecado original Dios ha impuesto… la muerte, la condenación eterna”.

La Escritura enfatiza repetidamente la universalidad del pecado humano.

Dios hizo caer un diluvio sobre el mundo debido a la universalidad del pecado humano, que se extendía incluso a Noé y su familia, quienes fueron librados. Aunque los profetas condenaron la maldad de las naciones que circundaban Israel, a ninguna de ellas la condenaron más enérgicamente que al propio Israel. En Romanos, el apóstol Pablo compila una serie de citas del Antiguo Testamento para demostrar que el pecado afecta a cada persona, que nadie ha escapado a su influencia. “ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado” (Rom 3:9).

La única explicación para esta universalidad es que, detrás de cada pecado individual hay una propensión al pecado que afecta a toda la humanidad. Aunque el hombre tiene una voluntad y la responsabilidad de la acción que eso conlleva, su voluntad está influenciada y moldeada por su corazón. Del corazón del hombre procede todo tipo de maldad (Mc 7:21–23). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jr 17:9).

Esclavos del pecado



Como consecuencia, los seres humanos pueden incluso describirse como esclavos del pecado (Rom 6:6) e incapaces de agradar a Dios (Rom 8:8). En el Nuevo Testamento, a los pecadores se les describe como muertos en pecado, no solo carentes de libertad, sino incluso de vida (Ef 2:1). Pero esta esclavitud no puede ser el tipo de esclavitud que elimina la responsabilidad de los individuos; somos esclavos dispuestos a serlo.

Este reinado universal del pecado se presenta en las Escrituras como el resultado del primer pecado de Adán (Rom 5:12). Esto significa que el pecado original no es el estado original de la humanidad, sino un alejamiento de ese origen. Dios creó al hombre justo; su naturaleza al principio no estaba sometida al pecado. Pero el primer acto de desobediencia de Adán no sólo lo afectó a él, sino también a toda la humanidad. Su caída no sólo trajo el castigo, sino también una propensión al pecado que afectaría a toda la humanidad, excepto a Cristo. Por esa razón, cuando somos tentados, no podemos culpar a Dios, como si él nos hubiera hecho de esta manera. Es cierto que tenemos una naturaleza pecaminosa, pero esa no es nuestra naturaleza tal como fue creada por Dios sino la naturaleza manchada por decisión humana.

VERSÍCULOS PARA ESTUDIAR

 

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