El cristianismo y el lado oscuro: ¿qué hacemos con Halloween?

ALBERT MOHLER
Coalición por el Evangelio
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Hace más de 100 años, el gran teólogo holandés Herman Bavinck predijo que el siglo XX sería “testigo de un conflicto gigantesco de los espíritus”. Las expectativas de su predicción fueron ampliamente superadas, y este gran conflicto continúa hoy en pleno siglo XXI.

El tema de Halloween hace presión cada año sobre la conciencia cristiana. Conscientes de los peligros nuevos y viejos, muchos padres cristianos optan por retirar a sus hijos por completo de estas celebraciones. Otros optan por seguir un plan de batalla estratégico para tratar con estas fiestas. Otros han ido más lejos, tratando de convertir a Halloween en una oportunidad de evangelización. ¿Es Halloween realmente tan importante?

Su impacto económico

Bueno, Halloween es una gran estrategia de mercadeo. La fiesta de Halloween solo es superada por la Navidad en términos de actividad económica. En su informe de 2007, David J. Skal estima que: “Las cifras exactas son difíciles de determinar, pero el impacto económico anual de Halloween está ahora en algún lugar entre los 4000 y 6000 millones de dólares, dependiendo del número y tipo de industrias que se incluyan en los cálculos”. A partir de 2012, ese total superó los 8 mil millones de dólares.

Por otra parte, el historiador Nicholas Rogers afirma:

“Halloween es actualmente la segunda noche de fiesta más importante de Norteamérica. En términos de su potencial de ventas, solo es superado por la Navidad. Este comercialismo fortalece su importancia como un tiempo de licencia pública, una oportunidad diseñada a la medida para hacer lo que uno quiera. Sin importar sus complicaciones espirituales, Halloween es un gran negocio”.

El origen de Hallowen

Rogers y Skal han producido libros que tratan sobre el origen y el significado de Halloween. Nicholas Rogers es autor de Halloween: De ritual pagano a noche de fiesta (Halloween: From Pagan Ritual to Party Night). Profesor de Historia en la Universidad de York en Canadá, Rogers ha descrito la celebración de Halloween como una fiesta transgresora que permite lo extraño y que elementos del lado oscuro irrumpan en lo culturalmente aceptado. Skal, especialista en la cultura de Hollywood, ha escrito La muerte celebra un día de fiesta: Una historia cultural de Halloween (Death Makes a Holiday: A Cultural History of Halloween). El enfoque de Skal es más desapasionado y centrado en el entretenimiento, observando el impacto cultural de Halloween en el auge de películas de terror y la fascinación de nuestras naciones con la violencia.

Las raíces paganas de Halloween están bien documentadas. La fiesta tiene sus raíces en el festival celta de Samhain, que ocurre al final del verano. Como explica Rogers, “Junto con la festividad de Beltane, que celebraba los poderes generadores de vida del sol, Samhain señalaba hacia el invierno y las noches oscuras por venir”. Los eruditos discuten si Samhain se celebraba como un festival de los muertos, pero las raíces paganas del festival son indiscutibles. Preguntas sobre sacrificios humanos y de animales y diversas prácticas sexuales ocultistas siguen como temas de debate, pero la realidad apunta a esta celebración como un festival ocultista centrado en el cambio de las estaciones, involucrando prácticas que apuntaban al invierno como una estación de muerte.

Como comenta Rogers:

“Los orígenes paganos de Halloween en general no provienen de la evidencia de sacrificios, sino de un conjunto diferente de  prácticas simbólicas. Esto gira en torno a la noción de Samhain como un festival de los muertos y como un tiempo de intensidad sobrenatural que anuncia la llegada del invierno”.

¿Cómo deberían responder los cristianos a este trasfondo pagano? Harold L. Myra, de Christianity Today, sostiene que estas raíces paganas eran bien conocidas por los cristianos del pasado:

“Hace más de mil años, los cristianos confrontaron ritos paganos que apaciguaban al señor de la muerte y a los malos espíritus. Los desagradables inicios de Halloween precedieron al nacimiento de Cristo, cuando los druidas, en lo que ahora es Gran Bretaña y Francia, observaron el final del verano con  sacrificios a los dioses. Era el comienzo del año celta y ellos creían que Samhain, el señor de la muerte, enviaba a malos espíritus a atacar a los humanos, quienes podrían escapar solo usando disfraces y asemejándose a los malos espíritus mismos”.

Por lo tanto, la costumbre de llevar disfraces, especialmente aquellos que imitan los malos espíritus, tiene sus raíces en la pagana cultura celta. Como resume Myra, “La mayoría de nuestras prácticas de Halloween se remontan a los antiguos ritos paganos y supersticiones”.

La celebración en nuestra sociedad

Sin embargo, las complicaciones de Halloween van mucho más allá de sus raíces paganas. En la cultura moderna, Halloween se ha convertido no solo en una fiesta comercial, sino en una temporada de la fascinación cultural con el mal y lo demoníaco. A pesar de que la sociedad ha tocado los límites en temas como la sexualidad, la confrontación de la cultura con el “lado oscuro” también ha ido mucho más allá de los límites de honor del pasado.

Como David J. Skal deja claro, el concepto moderno de Halloween es inseparable de la representación de la fiesta presentada por Hollywood. Como comenta Skal:

“La maquinaria Halloween pone el mundo patas arriba. Uno puede ocultar su identidad con total impunidad. Los hombres se visten de mujer, y las mujeres se visten de hombre. La autoridad puede ser escarnecida y burlada y, lo más importante, las tumbas pueden ser abiertas y hacerse regresar a los que ya se fueron”.

Este es el tipo de material que mantiene a Hollywood en los negocios. “Pocos días festivos tienen un potencial cinematográfico que sea igual al de Halloween”, comenta Skal. “Visualmente, el asunto no tiene parangón en términos de diseño de vestuario y dirección de arte. Dramáticamente, las raíces antiguas del Halloween evocan temas oscuros y melodramáticos, propios para la transformación en lenguaje de películas de sombra y luz”.

Pero la serie de televisión “Es la gran calabaza, Charlie Brown” (It’s the Great Pumpkin, Charlie Brown, que se estrenó en 1966) ha cedido el paso a la serie de Hollywood “Halloween” y al auge de las películas violentas tipo “carnicería”. Bela Lugosi y Boris Karloff han sido sustituidos por Michael Myers y Freddy Kruger.

Esta fascinación por el ocultismo llega mientras Estados Unidos se ha ido deslizando hacia el secularismo post-cristiano. Si bien los tribunales eliminan todas las referencias teístas de los espacios públicos de Estados Unidos, el vacío se llena con una fascinación generalizada con el mal, el paganismo, y nuevas formas de ocultismo.

Además de todo esto, Halloween se ha convertido en algo francamente peligroso en muchos lugares. El temor por hojas de afeitar escondidas en manzanas y caramelo envenenado se ha propagado por todo el país en ciclos recurrentes. Para la mayoría de los padres, el mayor temor es el encuentro con símbolos ocultistas y la fascinación de la sociedad con la oscuridad moral.

La reacción del cristiano

Por esta razón, muchas familias se retiran de estas celebraciones por completo. Sus hijos no juegan “truco o treta”, no llevan disfraces y no asisten a ninguna de las fiestas relacionadas con estas celebraciones. Algunas iglesias han organizado festivales alternativos, aprovechando la oportunidad de la celebración, pero alejando considerablemente el evento de las raíces paganas y de la fascinación por los malos espíritus. Para otros, esta fiesta no presenta desafíos especiales en absoluto, por lo que la aceptan.

Estos cristianos argumentan que las raíces paganas de Halloween no son más significativas que los orígenes paganos de la Navidad y otras fiestas religiosas. Y es cierto, la Iglesia ha cristianizado progresivamente el calendario, aprovechando las fiestas seculares y paganas como oportunidades para el testimonio y celebración cristiana. Anderson M. Rearick III sostiene que los cristianos no deben rendirse a esta celebración. Él dice: “No quiero renunciar a lo que fue uno de los mejores momentos de mi niñez ante el diablo simplemente porque algunos de sus siervos lo reclaman como suyo”.

Sin embargo, la cuestión es un poco más complicada que eso. Si bien podemos afirmar que la fantasía y la imaginación son parte del don de la imaginación dado por Dios, los cristianos todavía deben estar muy preocupados por el enfoque que se da a esa imaginación y creatividad. Argumentar en contra del Halloween no es igual a argumentar en contra de la Navidad. El antiguo festival de la iglesia de “El día de todos los santos” (All Hallow’s Eve, otro nombre de Halloween) no es para nada entendido y aceptado entre los cristianos como lo es la celebración de la Encarnación en Navidad.

Los padres cristianos deben tomar decisiones cuidadosas sobre la base de una conciencia cristiana bíblicamente informada. Algunas prácticas de Halloween están claramente fuera de los límites, otras tal vez pueden ser transformadas estratégicamente, pero esto conlleva mucho esfuerzo y puede producir resultados mixtos.

Algo es seguro: la llegada de Halloween es un buen momento para que los cristianos recuerden que los malos espíritus son reales y que el diablo se aprovecha de cada oportunidad para pregonar su propia celebridad. Tal vez la mejor respuesta al diablo en Halloween es la respuesta ofrecida por Martín Lutero, el gran reformador: “La mejor forma de expulsar al diablo, si no cede a los textos de la Escritura, es menospreciarlo y burlarse de él, porque él no puede soportar el desprecio”.

El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero comenzó la Reforma con la declaración de que la iglesia debe recordar la autoridad de la Palabra de Dios y la pureza de la doctrina bíblica. Con esto en mente, la mejor respuesta cristiana a Halloween podría ser la de despreciar el diablo y luego orar por la Reforma de la Iglesia de Cristo en la tierra. Pongamos al lado oscuro a la defensiva.


Este artículo fue publicado originalmente el 29 de octubre 2012 en el blog de Albert Mohler. Traducido por Jesús Eddy Garcia.

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